Capítulo 9.

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Harry.

Cuando me desperté la mañana siguiente, mi ánimo estaba al máximo. Pase toda la tarde paseando por mi departamento limpiando para tratar de dejarme de hacer ilusiones con Anelisse, pero me fue imposible no imaginar como sería si vuelvo a verla un día de estos. Como sería volver a escucharla hablarme y decirme por mi nombre.

Había tomado una ducha y ahora iba camino al trabajo para comenzar mi turno de tarde, ese que era él último del día. El Sol apenas se ocultaba y las calles estaban vacías, supuse que era porque era viernes y la gente sale de vacaciones o simplemente va de fiesta.

Cuando llegue al trabajo, Heiden estaba limpiando mesas y a no ser de una pareja en una mesa, la cafetería estuviera sola.

—Buenas tardes —saludé a la pareja y me respondieron con una sonrisa. —¿Cómo estas, Heiden?

Mi compañera de trabajo quito un par de mechones de pelo de su cara y me sonrió suspirando. Guardo el trapo en una bolsa de su delantal y camino hasta donde estaba yo, detrás del mostrador.

—Estoy bien, ¿y tú? —llegó hasta mi lado y recargo sus codos en el mostrador sin dejar de verme pretenciosamente —Raquel me contó todo lo que paso anoche...

Así que por eso tanto misterio.

—Sí, fue una larga noche —me encogí de hombros abrochando mi mandil detrás de mi nuca —¿Cuando fuiste a la discoteca ahí estaba Raquel?

—Sí, llegué con unos amigos y ya sabes como es ella. Se nos unió en la pista de baile y ahora ya tiene novio —me reí y meti ambas manos en mis bolsillos —¿Y tú chica?

Me tense de inmediato y desvíe la mirada a la puerta solo para evitar que viera mis mejillas rojas.

—No sé de que chica hablas —respondí en tono monótono, pero una sonrisa se asomaba en mi cara.

—Oh vamos, no le diré nada a Zachary... —me atreví a mirarla e intente ver algo de mentira en sus ojos pero todo estaba normal.

—No es mi chica... —una sonrisa creció en su boca y sabía que detrás de todo, Heiden seguía enamorada de mí. A pesar de que nunca habíamos echo nada, Heiden siempre estaba detrás de mí.

—Entonces eso quiere decir que...

—Me gusta... —su sonrisa empezó a desvanecerse y justo cuando estaba a punto de hablar, la puerta fue abierta y la mirada de ambos se dirigió a ella.

—...le dije: "puedes venir a la próxima" pero en realidad no creo que quiera volver —Zachary entro con una sonrisa y detrás de él venía Anelisse.

—Pobre chica... —su cabello estaba suelto ahora. Llevaba una blusa de tirantes y dejaba a la vista las marcas de sol en sus brazos.

Heiden se enderezó y acomodo su cabello detrás de sus orejas. Anelisse y Zachary no se percataron de nuestra presencia hasta que estabas a unos metros de la caja registradora.

—¿Cómo están, chicos? —preguntó mi jefe con una sonrisa de oreja a oreja.

A él siempre lo había visto feliz, lo raro ahora era que venía con Anelisse y debo decir que me esperaba una pelea entre ellos como la vez pasada.

—Más que mejor, jefe —dijo mi compañera.

—Bueno, eso me alegra —Dio la vuelta al mostrador hasta llegar al lado de nosotros —Heiden no te preocupes, puedes acabar tú turno ya, conseguí a alguien que se quedé con Harry por todo el turno de noche.

Mis ojos se abrieron como platos y mi mirada viajó hasta Anelisse, quien me sonrió.

—Sabes que a mí no me molesta quedarme con Harry, es más, esas horas extras me caen muy bien —dijo Heiden, sin entender que la persona que la cubriría estaba enfrente de ella

—Lo sé, pero debo de poner a prueba  a tu nueva compañera, y sé que no hay mejor compañía que la de Harry —se puso en medio de los dos y paso su brazo por mis hombros, sonriendome de una manera bastante siniestra.

—¿Y quién es? —preguntó Heiden.

—La tienes delante de tus ojos —contesté.

Ella fruncio él ceño y miró a Anelisse de arriba a abajo y viceversa. Suspiró y volvió a mirar a Zachary.

—¿Seguro que tiene experiencia?, quiero decir, no parece tener una buena imagen —su tono desdeñoso me molestó y obviamente a Zachary también, puesto que su ceño se fruncio y se alejo de nosotros.

—Y-yo... —Anelisse iba a hablar cuando Zachary llego hasta ella y puso una mano sobre su hombro.

—Estoy seguro que tiene experiencia —la sonrisa de Zachary se había desvanecido en un instante.

—¿La entrevistaste?, nunca en mí vida la vi aquí —Heiden seguía a la defensiva y me pregunte si eran celos o era envidia.

—Sabes, Heiden, tal vez eres buena en el trabajo pero tu actitud es pésima —las palabras de Zac me sacaron de balance —Creo que para la próxima es mejor callar si no conoces a la persona de la que estas hablando mal...

—Zachary y yo somos hermanastros —la tibia voz de Anelisse hizo que todas las miradas volaran hasta ella.

Sus hombros estaban cuadrados y su mirada viajó de Heiden, hasta Zachary y después a mí. Tenía que reaccionar con sospresa puesto que ni Anelisse ni su hermanastro saben que yo ya sabía su secreto.

—¿Enserio? —pregunté intentando actuar lo mejor que podía.

Ella asintió y se encogió de hombros, miró a Zachary quien me miraba con una sonrisa siniestra y ella lo golpeo con su codo. Él la miró con cara de indignado y después de una pequeña pelea a susurros Zachary volvió a dirigirse a Heiden.

—Espero que entiendas que ella no necesita ser entrevistada porque mi padre también confiaba en ella para trabajar aquí. —Heiden asintió y suspiro resignada —Ella no trabajara aquí todos los días, es algo asi como un apoyo cuando ustedes nos puedan venir.

Explicó y ambos asentimos.

—Soy Anelisse —ella extendió su mano hasta Heiden, la pelinegra dudó antes de estrecharla.

—Heiden —Anelisse sonrió y después me miró a mí. Se estiró hasta alcanzar mi mejilla y saludarme.

—Un gusto volver a verte, Harry

—Igual a mí.

Después todo se volvio bastante aburrido y un poco incomodo. Heiden se preparaba para irse y Zachary estaba en su oficina arreglando asuntos y cuentas pendientes. Anelisse estaba en él baño cambiandose a su uniforme y yo estaba limpiando mesas y rellenando azucareros.

La noche había caído cuando Heiden atravesó la puerta y se fue sin despedirse, obviamente, enojada.

—¿Cómo me veo? —una voz me habló a mis espaldas y me gire.

Anelisse ya traía puesta la polera y él mandil, había sujetado su cabello en una coleta alta y me sonreía con los brazos abiertos.

—Eres una versión femenina de mí —ella se río y yo también. Camino hasta mí y arrebato el trapo de mi mano.

—Yo limpio las mesas y tú rellenas los azucareros —no me preguntó, ella no espero respuesta y siguió con la siguiente mesa y así se fue mesa por mesa.

La Noche Estrellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora