La primera sensación que tuve al bajar del avión fue la desasosiego. Me sentía sola y, a pesar de que había muchas señas pegadas en todas las paredes, me sentía pérdida.
Busqué con la mirada a mis abuelos, pero no los encontré por ningún lado. Con mi maleta a un lado, me detuve para sacar mi celular y así llamar a su casa.
—¿Eres Anelisse? —una voz hizo que levantará la vista y ahí estaba una chica —mucho más joven que yo— sosteniendo bolsas en cada una sus manos. —Me mandaron por ti.
La chica frente a mí era de piel morena, cabello oscuro y su rostro estaba lleno de pecas. Me sonrió mientras dejaba las bolsas de su mano derecha en el piso, extendió su brazo y me abrazó, con fuerza.
—¿Cómo supiste que yo era Anelisse?, ¿quién te mando? —pregunté sin responder su abrazo. Ella se río mientras se alejaba y volvía a cargar las bolsas del supermercado.
—¿No te acuerdas de mi? —pregunto y aquella vocecilla se me hacía conocida pero no sé de donde. Nada me viene a la mente. —Cada que venías a mi casa me maquillabas, me alistabas el cabello, me prestabas tu ropa... Eras mi niñera.
Y de pronto vinieron a mi mente todos esos recuerdos de mi juventud, cuando pasaba él rato en la casa de la vecina de mi abuela porque tenía que cuidar a su nieta.
—¿Sarha? —pregunté. Ella sonrió y asintió mientras se daba una vuelta completa, como si estuviera modelando.
—¿Apoco no me puse más mona con el tiempo? —su comentario me hizo reír y esta vez, fui yo quien la abrazo.
Sarha era hija de Hilda, la mejor amiga de mi abuela Alicia. Era unos años menor que yo y cuando necesitaba dinero, me ofrecía para cuidarla por un rato. Aunque parecíamos mejores amigas y no que yo era casi cinco años mayor que ella.
—Estas preciosa —afirmé porque no podía creer que aquella niña de cinco años haya crecido tanto en tan poco tiempo.
Me sentía orgullosa de alguna u otra manera, yo le había enseñado a pintarse las uñas o maquillarse solo un poco, hacerse trenzas y hacer pulseras.
Sarha era algo así como mi creación.
—Tu no te quedas atrás —cuando se puso a mi lado empezamos a caminar. Le pregunte porque llevaba tantas bolsas y contestó que tuvo que llegar al supermercado de pasada.
Cuando salimos, me sorprendió ver que no había nada de gente esperando algún taxi o simplemente un carro. Ella dejó las bolsas a su lado para poder detener a un taxi con su mano. Yo subí mi maleta y ella sus bolsas a la cajuela y después nos sentamos en los asientos traseros del auto.
—¿Cómo te a tratado Texas? —su pregunta me hizo regresar a aquel lugar de donde me había sacado. La pesadez de la culpa por haberme ido así, de la nada, llegó hasta mi como una piedra en el estómago.
—No hay nada nuevo... —contesté jugando con las barbas de mi bolso.
—¿Nada nuevo?, por Dios Anelisse llevas cuatro años viviendo allá, —su emoción y frustración me dio risa — ¿Algún amigo? ¿novio ó amante?
Me reí en voz alta y negué con la cabeza.
—Amigos sí. Novio no y mucho menos un amante —creo que eso era obvio debido a que sigo siendo la misma chica depresiva que siempre. —Había estado ocupada con la universidad y después, bueno, simplemente cosas se me atravesaron.
Confesé. Mi universidad solo había sido de seis semestres entonces yo sí tenía tiempo para salir a fiestas, o tomar una cerveza o cenar con mis amigos... Pero yo nunca tuve amigos. Mis compañeros eran demasiado privados, todos eran callados o simplemente siempre estaban ocupados, muchos de ellos tenían beca entonces debían mantener un promedio de excelencia.
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La Noche Estrellada
FanficCuando la vida de Anelisse da un giro inesperado al enterarse del más grande secreto de su madre se da cuenta que entre más busca más encuentra secretos. Anelisse tendrá que luchar por mantener una vida normal a pesar de todas las circunstancias que...