Amargos Recuerdos

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NARRA MARCUS

Mis amigos y yo nos quedamos a hacer guardia en la noche además de otros cuantos refugiados más. El aldeano gruñón nos asignó un lugar a cada uno y luego se fue a dormir.

Cada uno estaba lo suficientemente lejos del otro para poder escapar escondiéndome entre los arbustos y árboles sin que se dieran cuenta. Así lo hice, con sumo cuidado de no hacer ningún tipo de ruido ni movimiento brusco me fui alejando de la zona.

Cuando estuve seguro de estar lejos de la aldea comencé a correr hacia el refugio, tenía que aprovechar mientras no hubiera sol. No tardé mucho en llegar, el refugio estaba todo destruido y solitario, ni una sola voz se escuchaba. Primero me aseguré de que no estuviera esa bestia cerca, luego comencé a buscar entre los escombros de las casas.

No había rastros de Skeleton ni de Skellen, comencé a gritar sus nombres ya un poco desesperado cuando comencé a ver el sol salir, pero nadie respondía. Seguí buscando, sólo la casa de Cuppa estaba intacta, incluso la casa que habíamos construido para Cooper y sus amigos estaba destruida.

Entré a la casa de Cuppa al ver el sol cada vez más brillante y sin encontrar ningún lugar donde ocultarme. Estuve todo el día encerrado en la casa sólo pudiendo mirar por las ventanas esperando el momento en que el sol volviera a ocultarse. Esperaba que nadie en la nueva aldea se preocupara, o que Stevens dijera algo, sino estaríamos todos los involucrados en graves problemas.

Encontré en su cocina un poco de frutas para comer, me recosté un rato en la cama pero no dormí, sólo podía pensar en dónde podía estar Skellen. Finalmente bajó el sol, aún no se ocultaba por completo pero al menos me dejaría buscar con mayor tranquilidad.

Salí de la casa de Cuppa y caminé hacia el río, había escuchado que uno de los planes era traer hasta aquí al monstruo, pero tampoco había rastros de alguno de los arqueros. Iba a regresar dándome por vencido cuando la poca luz que aún proyectaba el sol creó un reflejo en una colina del otro lado, desde donde estaba no podía apreciar que era lo que brillaba de aquella forma, pero esperaba que me diera una pista para encontrar a alguno de esos dos malhumorados.

Crucé el río, el agua estaba helada pero no había tiempo para lloriquear. Ya estando del otro lado comencé a subir la colina sintiéndome un poco entumecido a causa del frío pero tenía que saber qué era aquello que brillaba.

Llegué y me incliné en el suelo, era la mitad de una flecha. Miré alrededor, había muchas más flechas, unas rotas y otras enteras, algunas incluso clavadas en el suelo. Me levanté y comencé a seguir la ruta de las flechas, era confuso porque había por todos lados pero todo indicaba que iban a la cima.

Llegué a lo más alto, el camino de flechas desaparecía. El otro lado de la colina tenía flores, pasto, un par de árboles y arbustos casi como si fuera completamente opuesto al otro, sin embargo gracias al pasto pude notar que había una parte donde algo parecía haber sido arrastrado o como si lo hubieran cortado. Quizá en otro entonces había sido un camino o algo.

Dudé si seguir el rastro o volver, pero confiaba en que me daría tiempo de regresar esta misma noche aún si exploraba un poco más. Bajé la colina sin dificultad y comencé a avanzar adentrandome en el bosque, cuando llegué al otro lado algo se me hacia familiar. Miré a todos lados antes de elegir una ruta, un punto especificó.

No caminé mucho rato para llegar a lo que sospechaba qu encontraría, los restos de mi escuela. Los escombros parecían haber sido movidos, seguro después del incidente habían intentado buscar los restos o algún sobreviviente. Algo dentro de mí salió de su escondite, el odio, el rencor, la tristeza, las ganas de conseguir venganza después de pasar tantas injusticias.

Pixeles SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora