Su Única Familia

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NARRA MAGNA

Salí confundida de la habitación, desde el principio noté que Charlotte es una chica muy fuerte, pero aún así esto era muy extraño. Le había aplicado una dosis de calmantes y sedantes para que despertara hasta el otro día pero apenas pasada una hora ya estaba levantada y tranquila como si nada.

En el pasillo me encontré a Bertha conversando con su grupo de amigos, supongo que vio mi semblante porque se acercó a caminar a mi lado.

—¿Ha sucedido algo? Pareces preocupada. ¿Charlotte está bien?

Preguntó, asentí con la cabeza sin mirarla.

—Muy bien, pero de alguna manera ha contrarrestado los efectos de mis pociones para dormir.

Respondí, parecía sorprendida pero no perdió tiempo para sus bromas.

—Quizá no las hiciste bien o ya estaban muy viejas.

Se burló, la regañé con la mirada pero ella rió de igual forma.

—Voy a buscarle algo de comer, servirá para reponerse. Agregaré un poco de esto, dicen que podría dormir hasta a un dragón, claro, si esas cosas existieran.

Dije recordando las mismas palabras que me dijo mi amigo hechicero cuando me mostró cómo hacerla.

—¿No es demasiado entonces? ¿Cómo sabes que sí va a despertar?

Preguntó asustada. La miré sin saber cómo responder, sólo confiaba en que funcionará.

—Bertha, necesito a tus amigos y a ti para reforzar las entradas.

Anunció Kellet pasando a nuestro lado, estaba un poco molesto porque ni Blake ni Bertha le creyeron que no había hecho nada para lastimar a Charlotte.

—Espero que tus planes salgan bien.

Dijo Bertha comenzando a seguir a Kellet.

Llegué a la zona del comedor, tomé algunos de los alimentos que mejor le harían para reponerse y caminé de regreso hacia la habitación. Entré y no vi a nadie, probablemente seguía aseandose.

Preparé el plato con un poco de la pócima para dormirla y me senté a esperar, pasaron un par de minutos hasta que comencé a inquietarme, ¿y si el efecto de las pócimas de antes aún seguía y algo le había sucedido en el cuarto de baño?

Me acerqué a la puerta y llamé varias veces, nadie respondió. Abrí la puerta, no había nadie en su interior, en el suelo estaba el vestido sucio.

Salí al pasillo sin saber muy bien que hacer, a donde ir o a quien pedir ayuda.

—Tu cara dice que algo muy malo ha pasado.

Dijo Blake pasando por el lugar, traía unos planos en la mano, seguro se había estado ocupando de reforzar la seguridad de la fortaleza.

—Charlotte no está, escapó.

Dije preocupada, él lo pensó un momento.

—He estado por los alrededores de la fortaleza todo este tiempo, debí haberla visto. Quizá fue a su habitación o a comer algo.

Respondió, negué con la cabeza.

—No, algo me dice que ella no está aquí. Puede estar en peligro allá afuera.

Dije preocupada, él miró a ambos lados del pasillo.

—Está bien, tranquila. Voy a salir a buscar volando, después de todo ella vuela. Avisaré a los demás blaze para que me acompañen y abarcar mayor área. Tú busca a Bertha y Kellet y organicen un equipo de búsqueda terrestre.

Dijo, asentí con la cabeza agradecida por su apoyo. Salió para buscar a los demás blaze, yo caminé hacia la biblioteca, si Bertha y Kellet no estaban ahí alguien me diría dónde encontrarlos.

No me llevó mucho hallarlos, sin recriminarme nada iniciaron la búsqueda como Blake había pedido. Observé como todos abandonaban la fortaleza, sólo me quedaba esperar.

En ocasiones me sentía inútil, siempre que había que luchar o buscar y explorar yo no podía participar, soy muy lenta, no manejo ninguna arma y no tengo habilidades útiles para ese tipo de situaciones.

Pasaban las horas y yo no sabía nada de nadie, comenzaba a desesperarme hasta que cuando mis esperanzas se estaban perdiendo y la culpa era más grande que nada los vi aparecer a lo lejos. Caminaban cansados, lentos y desanimados, en especial Charlotte quien venía abrazándose a sí misma.

—Eres la peor cuidadora del mundo.

Dijo Kellet cuando llegaron a mi lado, sabía que no lo decía en serio pero era su manera de advertir que fuera más cuidadosa.

—Todo está bien Magna, no tienes que preocuparte.

Me tranquilizó Bertha, asentí con la cabeza con una leve sonrisa en mi rostro.

—¿Dónde estaba?

Pregunté, Charlotte parecía no querer enterarse de nada, sólo mantenía su mirada clavada al suelo.

—Estaba bastante lejos, más allá de donde hemos llegado antes. Estaba al lado de un extraña estructura rectangular de color negro.

Explicó Blake.

—Ella insiste en que es su portal de regreso, pero sólo era eso, una estructura sn más.

Completó Bertha, Charlotte suspiró profundo.

—Sé que no me creen, piensan que algo anda mal conmigo y que no es real lo que digo pero ese era mi portal de regreso, sólo que... De alguna manera debe funcionar, quizá necesita algo más para ser activado.

Dijo aún sin levantar la mirada y abrazándose más.

—Espero que eso no implique el sacrificio de un Wither Skeleton.

Bromeó Kellet. A pesar de ser una broma hecha por él mismo un escalofrío lo sacudió.

—Espera, ¿no han pensado que aquella humana de la que hablaban pudo haber salido de ese portal? Quizá del otro lado haya una aldea de humanos esperando por nosotros.

Dijo Blake, todos guardaron silencio con miedo.

—Bueno, el portal no sirve, ¿cierto? Y ahora estamos todos juntos y a salvo. Deberíamos sólo descansar y estar preparados para lo que pueda venir.

Dijo Bertha intentando calmar el ambiente. Sus amigos asintieron y comenzaron a bromear entre ellos. Blake se fue a descansar junto con los suyos y Kellet se fue hacia el comedor con algunos otros.

—Debe haber alguien muy importante allá afuera como para que arriesgues tu propia vida por salir de aquí.

Comenté tomando a Charlotte de un brazo para llevarla a descansar. No esperaba que respondiera pero lo hizo.

—Ellos son mi familia. Son lo único que tengo, los únicos que han estado ahí para mí.

Respondió con una sonrisa triste seguro provocada por sus recuerdos.

—¿Por qué no vamos a descansar? Puedes contarme sobre ellos hasta que puedas dormir.

Dije, ella sonrió sin responder nada. Una lágrima escurrió desde su ojo izquierdo hasta su barbilla, cayendo hasta perderse en la tela de su vestido.

No hubo más lágrimas ni más palabras hasta que llegamos a la que se le asignó como su habitación. Nos recostamos sobre la cama, ambas mirando al techo mientras ella me relataba sus historias hasta que ambas nos quedamos dormidas.

Pixeles SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora