La Aldea De Arqueros

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NARRA SKELETON

Salí de la aldea donde se decidió que nos refugiaríamos, estaba muy oscuro a excepción de unas antorchas colocadas en las esquinas de la aldea.

Mindy había dicho dónde se colocaba cada uno de los que harían guardia sin sospechar porque me interesaba saber, así que sin problema pude detectar la parte menos vigilada y salir sin llamar la atención de nadie.

Caminé atento a todos los ruidos por si alguien aparecía y quería atacar, pero era una noche tranquila y solitaria así que no hubo nada que me retrasara.

Pasaron cerca de cuatro horas y el sol comenzaba a salir, me iba a llevar más tiempo avanzar ocultandome de la luz, pero esperaba en menos de dos horas llegar a mi destino.

Sabía perfectamente dónde estaba el lugar al que me dirigía, de ahí venía cuando conocí a Cooper, Enderson y a Pancho. Me sorprendió que aunque estaba atento a todo pudieron capturarme y secuestrarme.

Había pensado en escapar en la noche, incluso pensé en matar al molesto pollo que sólo sabía picotearme y lastimar mi nariz pero se habían portado muy amables y algo me detenía a actuar de mala manera con ellos. Supongo que era la adorable personalidad de Cooper, además que supe que buscaba a su familia.

Sabía lo que se sentía estar solo, quizás aquello me orilló a quedarme y ayudarlos en su búsqueda. Aunque tengo que admitir que Enderson es un amargado de primera.

El sol estaba en lo más alto y todavía no llegaba a mi destino. Debía darme prisa o comenzaría a caer y tendría que parar hasta que se ocultara por completo.

Llegué como una hora antes de que el sol comenzara a caer. Todo estaba muy desierto, pero sabía que así estaba cuando era de día. De noche también lucía así pero era porque se escondían entre los arbustos para cazar.

Sólo se dedican a dos cosas en este lugar, cazar todo lo que pasa cerca o crear y arreglar los arcos y flechas. Es por eso que se me hace muy aburrido vivir aquí.

Me acerqué a la casa donde siempre suelo llegar. La casa de Samira, una chica bastante linda pero muy infantil y empalagosa.

Llamé sin muchos ánimos, pero sabía que aquí podrían darme respuestas o al menos decirme donde buscarlas.

—¿Sí?

Abrió la chica, al verme se lanzó hacia mí rodeando mi cuello con sus brazos.

—No puedo creer que estés aquí. Sueles venir con poca frecuencia, ¿o es que me extrañabas?

Preguntó sin separarse, intente quitarla de encima.

—Samara, estas toda mojada.

Me quejé luchando contra ella para quitármela de encima.

—Lo siento, tengo algunos problemas.

Se disculpó apenada alejándose por fin.

—¿Mentales? No lo dudo. No vine a verte, vine a reparar mi arco y por flechas, al parecer necesitaré muchas.

Dije, ella rió coqueta.

—¿Te has vuelto a meter en problemas?

Preguntó tocando la punta de mi nariz con su dedo índice. ¿Qué tiene todos con mi nariz?

—No es mi culpa. ¿Sabes algo sobre…? Espera, ¿por qué estoy hablando aquí como si fuera un extraño? ¿Por qué no me has invitado a pasar? ¿Sabes todo lo que he caminado desde anoche?

Comencé a quejarme, ella sonrió apenada.

—Lo siento, pero…

Dijo mirando de reojo hacia el interior de su casa.

Pixeles SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora