Llega La Ayuda

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NARRA SKELLEN

Desperté con las energías repuestas, al no ver a Marcus frente a mí creí que ya se había levantado pero al querer moverme sentí sus brazos alrededor de mi cintura.

Lo observé profundamente dormido abrazado a mí, su rostro escondido en mi espalda, más pegado a mi no podría estar. Aún para dormir era demasiado cursi.

Lo observé tan profundamente dormido, pero no parecía relajado, su rostro era de preocupación. Además me inquietaba que estaba segura que él estaba del otro lado de la cama cuando me quedé dormida, ¿en qué momento se había pasado del otro lado?

Intenté levantarme y dejarlo dormir pero apenas sintió que me moví se abrazó con más fuerza a mí.

—No me dejes.

Murmuró, quizá si hablaba dormido también entendía.

—Sólo quiero caminar un poco alrededor del cuarto.

Dije, no me soltó ni aflojó su agarre. Volví a moverme y volvió a aumentar la fuerza.

—Marcus, vas a terminar partiéndome en dos.

Me quejé, me soltó un poco pero aún no me dejaba levantarme.

—No quiero perderte, no quiero que te vayas.

Murmuró, no entendía de qué estaba hablando. Quizá estaba soñando.

—Siempre ha hablado dormido, a veces incluso caminaba. Efectos secundarios por no dormir bien, supongo. Siempre cuido de…

Dijo Mika entrando a la habitación, pero no pudo terminar su comentario. Me sonrió con tristeza en su mirada.

—Les traje el desayuno.

Dijo dejando la bandeja con comida en una mesita que había en la habitación.

—Yo puedo levantarme e ir a comer.

Dije, ella asintió.

—Sí, pero ayer caminaste mucho, deberías descansar por hoy. A veces el descanso ayuda mucho a recuperarse.

Respondió, la miré molesta pero más que pelear con ella quería averiguar más sobre ella y Marcus.

—¿Por qué no lo defendiste? Sabes que él no hizo tal cosa con lo mucho que los quería.

Dije, ella asintió.

—Lo sé, pero… No es fácil, si no hacía que se fuera lo terminarían matando aquí.

Respondió, rodé los ojos, ¿esperaba que creyera aquello?

—Claro, y por eso lo echaste a su suerte, solo contra el mundo. Y tú bien protegida en tu pueblo, con los tuyos.

Le reclamé, lágrimas comenzaron a escurrir por sus mejillas.

—Muchas veces tomar la decisión más dolorosa es la mejor, no entenderías aunque te lo explicará. Además, las cosas no cambiarían, ¿cierto? Ellos ya no están y Marcus… Yo ya no tengo hijos.

Respondió, apreté mis puños con fuerza, ¿cómo podía hablar de tal manera? ¿Acaso no lo quería? ¿No se arrepiente del daño que le hizo?

No podía levantarme porque Marcus aún abrazaba mi cintura, tampoco pude decirle nada porque justo en ese momento alguien llamó a la puerta.

—Dudo que algún día llegues a entenderlo, pero por el momento descansa, lo necesitas.

Dijo antes de salir de la habitación, bufé molesta por su actitud. Comencé a mover a Marcus para despertarlo, ya no quería permanecer en este lugar ni un día más.

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