Manipulación

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NARRA ALIX

Miraba alrededor como todos los días, intentando hallar una salida que parecía inexistente. El cansancio, las heridas y golpes y la falta de alimentos comenzaban a hacer que viera todo nublado y que mis párpados pensaran tanto.

Mis muñecas sangraban de tanto forcejeo que no había dado resultados. Si no moría de hambre, si no me mataban ellos o no moría de frío seguro moriría por una infección en mis heridas causado por el ambiente tan desagradable de la habitación.

Escuchaba voces lejanas pero llevaba tantos días encerrada y sin comer que ya no distinguía si de verdad estaban tan lejos o sólo era mi debilidad jugando con mis sentidos. Mis párpados pesaban tanto que decidí que ya no importaba nada, cedería al descanso aún si eso significaba la muerte, de todas maneras ya había perdido la esperanza de salir de aquí.

Estaba a punto de entrar en un sueño profundo cuando la puerta metálica se abrió de golpe produciendo un desagradable y ruidoso sonido que me puso alerta de inmediato. Por inercia mi cuerpo comenzó a temblar, creí que era ella, la mayor de todos, la más mala, pero volví a tranquilizarme cuando la menor prendió una antorcha y la colocó en la pared para alumbrar la habitación.

—Tranquila, no voy a hacerte daño. Mis hermanos han salido aunque no sé cuánto tiempo tengamos. Te llevaré afuera para conseguir comida.

Explicó, asentí con la cabeza, quería agradecerle pero no tenía energía para hablar, sólo sentía las cálidas gotas cayendo por mis mejillas.

—Recuerda no hacer nada para escapar, no puedes gritar, correr o algo así. Sabes que ambas saldríamos afectadas.

Pidió, asentí con la cabeza. Sonrió cálidamente y comenzó a desatar la soga de mis manos, me ayudó a ponerme de pie pero yo estaba muy débil, por poco ambas caemos al suelo.

—Esto será muy complicado. ¿Cuánto llevas aquí sin comer? ¿Dos días? ¿Tres?

Preguntó esperando que yo pudiera aclarar su duda, pero si alguien estaba más desubicada en el tiempo era yo. En aquella habitación ni siquiera una pequeña luz de sol o de luna asomaba.

—Bien, no importa. Tienes que hacer tu mayor esfuerzo, ¿está bien? Debes ayudarme, no soy tan fuerte como para llevarte yo sola.

Pidió, asentí esforzándome lo más que podía pero parecía inútil, prácticamente ella me llevaba arrastrando.

—¡Nilsa! ¿Dónde estás? No vas a creer lo que... ¿Qué estás haciendo?

Preguntó la mayor buscando a su hermana, era como si hubieran aparecido de la nada. Todos sus hermanos nos miraron confundidos, sólo uno de los chicos parecía asustado.

—Gerda, regresaron. Yo... Tuve una idea, estaba pensando en Alix podía volver a atacar pero esta vez de día, ya sabes, Skellen no tendría oportunidad alguna.

Dijo nerviosa, pero era más que obvio al ver mi estado que mentía. Gerda parecía extrañada.

—¿Alix? ¿Skellen? Linda, te he dicho que si las llamas por sus nombres creas un lazo, no debes hacerlo. Tu sabes que ella es una asesina que nos dejó huérfanos y está otra de no ser por que es patética ya nos hubiera matado. Ambas son monstruos.

Le dijo la hermana mayor a la pequeña con una sonrisa como si la estuviera protegiendo. Siempre actúa así con ellos pero con todo lo demás es un monstruo.

—Por otro lado, eres la menor de todos nosotros, pero eso no te hace tan... Ingenua. Todos podemos ver que ella es inútil, sólo mírala, no puede ni mantenerse de pie.

Pixeles SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora