Negociando

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NARRA GERDA

Desde nuestro escondite escuchamos a ese montón de tontos celebrar, habían derrotado al primer wither. Miré a mis hermanos, todos tenían un rostro de preocupación que me hizo pensar que no podían ser tan incompetentes como parecían.

—¿Saben qué significa eso?

Pregunté, Ivar asintió con la cabeza.

—Han matado al wither, ¿no? Después de todos estos días.

Dijo un poco burlón, asentí con la cabeza.

—Eso significa que no podrán con más, ¿cierto?

Preguntó Gunilda, sonreí pensando que sí tenían potencial.

—¿Y si tomamos un descanso? Hemos estado aquí por días.

Dijo Nilsa, Gerd la miró de mala manera.

—¿Estás cansada, pequeña? ¿Pero de qué? Sólo hemos estado aquí sin hacer nada, sólo esperando que esos tontos demostrarán si eran fuertes o no.

Dijo, asentí con la cabeza.

—Además eso también les daría oportunidad de descansar y reponer fuerzas, ¿no esperas que eso pase, verdad?

Pregunté mirándola fijamente, ella negó con una sonrisa nerviosa.

—No, claro que no.

Dijo. Siempre ha sido la más débil de todos, pero tengo la esperanza que algún día crezca y muestre su verdadera fortaleza.

—Entonces ya saben que hacer, ¿cierto?

Pregunté, todos asintieron.

—Lo has dicho miles de veces; Gunilda, tú y yo vamos a "negociar" con esos tontos y si no aceptan Nilsa, Gerd e Ivar activarán a esas tres cosas.

Explicó Einar señalando las tres siluetas de arena esperando cobrar vida. Asentí mirando a los tres que se iban a quedar para cumplir tal tarea.

—Estén atentos a la señal, cuando esas cosas estén activadas nos alcanzarán. Y no olvides llevar a tu mascotita, Nilsa, ya que le has ayudado a recuperarse puede sernos de ayuda.

Dije señalando a la humana que estaba sentada sobre un tronco escuchando todo, de alguna manera nuestra hermana menor influía en sus acciones y comportamientos.

Sin esperar respuesta comenzamos a caminar hacia la zona de donde provenían los gritos, risas y demás bullicio. Desde lo alto de una pequeña colina vimos las murallas que habían hecho para pelear contra el primer wither, habían sido ingeniosos pero no les serviría de mucho.

Estando en esa pequeña colina alguien debió notarnos porque poco a poco comenzaron a callar y mirar hacia nosotros, sonreí, todo iba de acuerdo al plan.

—Me encantan los momentos de felicidad, unión y celebración. Todos son tan buenos amigos, como una familia, lástima que tienen entre ustedes a una maldición; una asesina.

Dije en voz alta, todos se miraron entre ellos, la mayoría parecía no comprender. Probablemente ese grupo de tontos no sabían sobre nuestra primera aparición en su hogar.

—¿Qué es lo que quieren?

Preguntó el repulsivo ser que arruinó a nuestra familia, sonreí pero antes de responder Gunilda ganó la palabra, y se merecía la ocasión, tenían asuntos pendientes más personales.

—¿En serio preguntas? Estoy mucho mejor después de que me atravesaras la pierna con una de tus flechas, gracias por preguntar. Sin embargo no te perdonaremos que hayas matado a nuestros padres, nuestra familia.

Pixeles SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora