Necesitas Madurar

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NARRA CINDY

Ya habíamos cenado, fue una cena un tanto incómoda por las quejas de Gerda hacia Zarah. Dijo que la aventurera al enterarse de su historia de venganza prácticamente los obligó a invocar a la bestia, ahora los culpaba. Dijo que los había utilizado, no mencionaron ninguna venganza contra ella pero con lo molestos que estaban todos no me sorprendería saber que comenzarían a planear una.

Me di cuenta que Gerda era como la líder, era quién, no les decía que hacer, pero los iba manipulando de tal forma que ellos terminarían haciendo lo que ella esperaba en un principio.

Terminamos de cenar, ellos fueron a dormir mientras Skeleton ayudaba a Samara a recoger todo. Me quedé sentada recargando los codos sobre la mesa y mi cabeza sobre las palmas de mis manos.

¿Qué pensaría Mindy de todo esto? ¿Saber que Skellen ha sufrido mucho, ha sido engañada y lastimada la haría odiarla menos? ¿O quizá pensaría que todos los del tipo de ellos son malos y me pediría que me alejara de ellos?

Pensar en Mindy me hizo preguntarme, ¿ella de verdad me quiere o sólo me utiliza como Gerda a sus hermanos? ¿Ella también estaría pensando en mí en ese momento?

—No me digas que otra vez te sientes mal.

Dijo Skeleton saliendo de la cocina, Samara venía a sus espaldas. Ella rió levemente.

—No, estoy bien. No he comido nada preparado por “la chica cabello ridículo”, así que no he salido envenenada hoy.

Respondí mirándola de mala manera, ella me miró entre seria y confundida.

—Excelente, entonces morirás de hambre. Vamos a dormir.

Dijo Skeleton comenzando a caminar hacia las escaleras, Samara lo miró alejarse a la vez que soltaba un ridículo suspiro de enamorada.

—Si te mueres por él deberías comenzar cambiando tu ridícula apariencia.

Dije levantándome y caminando tras él, ella no respondió nada aunque tampoco me interesaba. Subimos hasta el último piso y nos dirigimos hacia la habitación al final del pasillo.

—Debes de dejar de hacer sentir mal a Samara, ya te lo he dicho. Ella ha sido muy amable en tenernos aquí.

Me dijo Skeleton al entrar a la habitación.

—Claro, cuidar de la chica sensible. Lo dice el chico que la rechazó.

Dije pero se supone que yo no sabía eso aunque ya era demasiado tarde. Me miró confundido.

—¿De qué hablas? ¿Has estado espiandonos?

Preguntó mirándome como si sospechara algo malo de mí.

—Claro que no, no tengo algún motivo para enterarme de sus ridículas vidas. Simplemente los escuché por accidente, no son tan discretos.

Respondí caminando hacia la cama. Me subí y comencé a saltar sobre ella.

—Aunque ahora que lo pienso no harían tan mala pareja, ambos son tan raros y les encanta comer ese asqueroso pastel.

Lo molesté sonriendo burlona mientras seguía saltando sobre la cama. Se acercó molesto.

—Deja de saltar, las camas no son para eso. Y ella y yo sólo somos amigos, ella está confundida.

Dijo intentando tomarme del brazo para detenerme pero me era muy fácil saltar hacia el otro extremo de la cama para esquivarlo.

Reía divertida mientras él hacía un ridículo esfuerzo por detenerme, cuando se cansó subió a la cama y me tomó por la cintura antes de que yo pudiera bajar y salir corriendo.

—Deja de actuar como una niña.

Me regañó mientras yo me intentaba zafar de su agarre.

—¿Acaso no siempre me dices que soy una niña?

Pregunté luchando para liberarme.

—¿Y no se supone que tú esperas que te veamos de otra manera?

Preguntó de regreso. No contesté ya que no estaba segura de que decir. No quería que me vieran como una niña porque nadie me toma enserio, pero crecer era tan aburrido que tampoco quería ser como ellos.

Como no respondí nada él aprovechó para sentarme sobre la cama, después se recostó en una orilla.

—Cuando sepas qué quieres de la vida me avisas.

Dijo con los ojos cerrados, todo lo que salía de su boca siempre era para molestar.

—Sé lo que quiero. Quiero ser libre, poder ser yo misma.

Respondí, él abrió un ojo para mirarme, luego rió leve.

—Oh, claro, todo este tiempo has sido Cindy, seguro que puedes ser alguien mejor que eso.

Respondió riendo, le di un golpe en el brazo.

—Oye, eso es grosero. Me refiero a que no me dejan hacer lo que yo quiero.

Respondí, él suspiró negando con la cabeza.

—Eso es rebeldía, seguir un sueño sería crecer, madurar. ¿Acaso tienes un sueño?

Preguntó, jamás me lo había planteado, no sabía que quería.

—Bueno, me gustaría… No sé, sólo quiero que Mindy no me límite a todo lo que hago.

Respondí, él rodó los ojos.

—Se preocupa por ti, te protege, eso no es limitarte. Además al parecer ni siquiera tienes una meta así es que muy claro que alguien debe cuidar de ti.

Respondió, crucé los brazos molesta.

—Claro, los que no tienen familia siempre dicen eso porque no tienen quien les diga que hacer o que no.

Respondí, él me miró sorprendido, se sentó en la cama para mirarme de frente.

—¿De qué estás hablando? Eso demuestra que no has madurado. Sólo quieres libertad y hacer todo lo que tú quieras sin limitaciones, pero, ¿acaso he has puesto a pensar qué pasaría si algún día Mindy… Te deja sola?

Preguntó, reí como si lo que hubiera dicho fuera un chiste.

—Mindy siempre va a estar ahí, molestándome y no dejándome vivir.

Respondí, él cruzó los brazos serios.

—¿Y dónde está ahora? ¿Por lo menos sabes que está a salvo?

Preguntó, sonreí con seguridad.

—Tú me lo has dicho, ella está bien.

Dije, él asintió con la cabeza.

—Claro, cuando llegué aquí, pero han pasado muchos días. Quizá esa cosa ya destruyó también la aldea. O quizá se cansó de esperar y preocupada salió a buscarte y algo le pasó.

Dijo, negué con la cabeza intentando mantener en mi mente la idea de que ella estaba bien, a salvo.

—Deberías agradecer que te cuida, quererla y demostrarselo antes de que sea demasiado tarde.

Aconsejó triste, lo miré con la intención de averiguar de qué hablaba pero él vio mis intenciones y volvió a recostarse en la cama cerrando los ojos.

—Suficiente por hoy, debemos descansar por si mañana tenemos oportunidad de irnos.

Dijo, miré hacia la entrada de la habitación.

—¿Vas a dormir? ¿Nadie va a cuidar que nadie entre?

Pregunté, esos chicos me daban desconfianza.

—No, dijiste que querías libertad y parte de eso es cuidarte sola.

Respondió, asentí con la cabeza aún cuando él no me veía. Me recosté sin dejar de mirar hacia la puerta mientras en mi mente se reproducían varios escenarios de esos locos entrando a la habitación para hacernos daño. Poco a poco me fue ganando el sueño hasta quedarme dormida.

Pixeles SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora