En la entrada del restaurante tuvieron que lidiar con otra manada de periodistas, en otras ocasiones se habrían detenido a responder, pero esta noche no lo harían, continuaron su camino hasta la entrada de L'Escalier. Los dos suspiraron aliviados cuando la puerta se cerró a sus espaldas. Y se relajaron aún más con el recibimiento de el amistoso rostro de Mike, el entrenador de los patriots.
-- Tim ya pensaba que tendría que ir a buscarte -- le dijo el entrenador.
-- aunque viendo a la belleza que te acompaña, no me asombra que te hayas retrasado. Es un placer volver a verte, Lucero ¿ cuando entrarás en razón y vendras conmigo?Lucero sonrió y le dio un beso en la mejilla
-- no creo que eso pase, además a Margaret no creo que le haga mucha gracia, y tu no puedes vivir sin ellaMike se rio por lo bajo
-- tienes razón, no se que haría sin ella.-- ¿sin quien?
-- sin ti Maggie -- dijo el entrenador a la interrupción de su esposa que vino a recibir a los recién llegados.
-- ha eso ya lo se -- respondió Margaret dándole un beso en la mejilla a su marido. --buenas noches --saludo a los invitados.
--¿ donde está Fernando? -- preguntó Mike mirando a ambos lados.
-- vendrá enseguida, lo he dejado duchándose.
-- el muy terco no ha querido que lo cosieran la ceja -- frafulló Mike recordando una de las discusiones que había mantenido con el capitán del equipo durante el partido. -- seguro que aprovechará la excusa para no presentarse.
--vendrá, ya lo veras -- afirmó Tim.
-- bueno mejor pasemos al salón --propuso Margaret, y todos estuvieron de acuerdo.
Fernando fue el último en abandonar el estadio, aparte del personal de seguridad. La herida de la ceja había dejado de sangrarle, pero estaba seguro que tendría otra cicatriz que añadir a la colección. Y el enorme dolor de cabeza que tenía entre sien y sien no le dejaba pensar.
Por no mencionar las dos cosillas que le oprimían el pecho por culpa de la embestida de uno de los jugadores contrarios.
Tenía tantos motivos para no asistir a esa maldita cena y ninguna ganas, pero se vistió de todos modos, se puso el traje, camisa y corbata, el uniforme completo. Mucho más incomodo que la protección que llevada durante el partido, o eso le pareció a él.
Antes de salir del vestidor se acercó una última vez al espejo y fingió que no se daba cuenta de lo cansado que estaba, y mayor. Suspiró. Se pasó las manos por el pelo y apretó la mandíbula con la misma determinación que lo hacía antes de iniciar cada partido. De nada servía posponer lo inevitable.
Salió del vestuario y fue directo al garaje de los jugadores, y de una vez arrancó el auto, mentiría si no dijese que estuvo tentado de irse a casa, pero condujo hacia el L'Escalier.
Los semáforos le jugaron en contra, los encontró todos en verde, parecía que las calles de Boston no sintiera compasión por el. Y antes de poder arrepentirse vio a la ola de periodistas que ya lo habían visto llegar, dio las llaves del coche a un empleado del restaurante para que lo estacionara y se dispuso a entrar.-- ¡Fernando, Fernando! -- gritó un reportero. -- ¿estas pensando en retirarte?
<<bastado >>
--¿ has firmado ya la renovación con los Patriots? Se rumorea que no van a renovarte y que incluso ya tienen a tu sustituto.
Maldita sea, el también había oído esos rumores, pero creía que era el único.
No contestó a ninguna pregunta, hacía años que había aprendido la lección debido al gran problema de hace años.
Apartir de ese momento solo responde a las preguntas durante las ruedas de prensa.
ESTÁS LEYENDO
Las reglas del juego #LC
RomanceLucero Hogaza tiene la vida perfectamente planeada y está a punto de conseguir lo que quiere : va a tener su propio programa de noticias económicas y en dos meses va a casarse con un hombre maravilloso. Pero una noche Tim cancela la boda y la abando...