Cap:36

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Y el modo en que movía las caderas podría hacer pecar a cualquiera. Y cuando ella le mordió el labio un escalofrío le recorrió la espalda y abrió los ojos para mirarla.
Se dijo que sí le pedía que se apartase, se apartaría, que si veía rechazo en sus ojos, sabría entenderlo. Pero lo que vio fue un deseo y una pasión que no había visto nunca en una mujer. ¿Y él que la había tildado de fría? Durante una milésima de segundo su mente cometió la crueldad de recordarle que Lucero había sido la prometida de Tim, y algo debió de notar ella por que le soltó el labio que seguía reteniendo entre los dientes y volvió a besarlo.
Era el primer beso que empezaba ella y cuando Fernando notó su lengua recorriendole el interior de su boca como si le pertenesiese por derecho, se olvidó de todo lo demás y gimió desde lo más profundo de su garganta.
Lucero necesitaba tocarlo, necesitaba seguir descubriendo que le estaba pasando, y necesitaba hacerlo en ese preciso instante, antes de que creyece que estaba cometiendo un error. Volvió a intentar soltarse y él volvió a pegarle los brazos a la puerta.

--fer, por favor.

Él la soltó entonces y ella deslizó sus manos por debajo de la camiseta de él antes de que se arrepintiera. Lo notó temblar y le paso las uñas por sus abdominales para ver que otra clase de reacción conseguía arrancarle.
Fernando la Sujeto por la cintura unos segundos y después buscó el pecho con una mano. Lo tocó por encima del vestido y ella arqueo la espalda en busca de una caricia más intensa. Lucero no podía contener lo que estaba sintiendo y tampoco quería. Todo el cuerpo le quemaba, era como si Fernando se hubiese metido dentro de ella y aún así no le bastase.
Notaba su sabor en los labios, su piel bajó la suya, el olor a menta la envolvía y, sin embargo, quería más. Quizá una parte de su cerebro se negaba a comprender lo que eso Significaba, pero sus manos lo tenían muy claro y se metieron por dentro del pantalón del pijama de Fernando y no se detuvieron hasta encontrar sus nalgas y apretarlo contra ella.

Fernando iba a correrse allí mismo y a quedar en ridículo frente a Lucero. Tenía que dejar de besarla, y durante un instante lo consiguió, la miró a los ojos. Ella le mantuvo la mirada y se humedecio el labio inferior y lo acarició por encima del pantalón. Fernando también se humedecio los labios, tenía intención de decirle algo, como por ejemplo si estaba segura de lo que estaba haciendo, pero Lucero lo besó y lo mantuvo en silencio. Fernando le devolvió el beso y se rindió al deseo imparable que había despertado con sus caricias.

Lucero llevaba un vestido y Fernando empezó a levantarselo con la mano que hasta entonces había mantenido en su cintura. Después, la metió debajo y acarició la silueta de su ropa interior.
El poco control que ambos habían retenido hasta entonces se desvaneció en cuanto Fernando posó la palma de la mano en el sexo de Lucero. Ella tiró de los pantalones hasta debajo de sus nalgas y él le arrancó las braguitas con un único movimiento y la levantó en brazos. Lucero lo rodeó por el cuello con los suyos y Fernando la penetró empujandola contra la puerta que por suerte era de madera maciza.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora