Cap 66

777 65 7
                                    

Pdv Fernando

Tendría que haberla llamado. Tendría que haberla llamado y así me habría ahorrado esta humillación... Y que volviese a paterame el corazón.
Es mejor así, así lo eh visto con mis propios ojos y mi cerebro no tendrá más remedio que hacerse a la idea de que Lucero esta con Parker.
Aprieto los dedos en el volante y piso el acelerador.
Ha habido un segundo, cuando Lucero me ha sujetado el rostro y me ha besado, que he vuelto a sentir.
Solo siento cuando ella me toca.
Mierda.
Tendré que acostumbrarme a no sentir. Tengo que hacerlo. Voy a hacerlo.
Odio que Lucero este tan pendiente del resto del mundo. Odio que no sea capaz de elegirme a mí por delante de los demás. Odio que haya utilizado mi cuerpo y se haya negado a darle una oportunidad al resto de mi persona.
Odio que este dispuesta a conformarse con un Parker o con un Tim cuando los dos juntos podríamos vivir una historia de amor de esas que hacen que la vida tenga sentido. Quien iba a decir que iba a ser yo quien terminará con él corazón roro.
Joder.
Quién iba a decir que yo tenía un corazón tan desesperado por amar que eligió a la peor mujer.
Me suena el móvil y salta el manos libres del coche.

--¿si?

--te has ido sin dejarme hablar

La voz de Lucero invade el interior de mí todoterreno. Mierda. Ahora voy a tener que deshacerme del coche también.
Le cuelgo.
El aparato vuelve a sonar y automáticamente salta el manos libre ¿como diablos se desconecta esta cosa?

--no quiero hablar contigo.

--pues escucha --me ordena --no estoy con Parker, no eh estado con Parker y jamas estaré con Parker.

--eso no es lo que he visto.

--ya hemos cometido una vez el error de juzgar al otro por las apariencias ¿no crees que no deberíamos volver a hacerlo?

Aprieto los dientes.

--no aprietes los dientes, te harás daño.

Odio que sea capaz de adivinar mis reacciones sin verme.

--necesito hablar contigo fer ¿puedo ir a tu casa?

--no

--te he echado mucho de menos, por favor, deja que te vea.

--no, ese día en el restaurante me dejaste ir sin mas. Lo único que tenías que hacer era cogerme de la mano y me dejaste ir.

--lo siento fer. Cometí un error, un estúpido error, pero me asusté.

--¿acaso crees que yo no teng...--me muero la lengua --tenía miedo?

--deja que vaya a tu casa --vuelve a pedirme --necesito verte y los dos merecemos tener esta conversación.

--una conversación Lucero --le digo --nada más. No puedo seguir haciendome esto.

--una conversación fer --accede.

--pero hoy no --añado de repente --tengo que preparar una reunión de la fundación --es mentira.

--¿cuando?

--dentro de dos días, después del primer partido de la temporada.

--¿dos días? --noto que no le ha gustado la idea y mi estúpido corazón se siente optimista.

--¿que tal dentro de una semana?
No puedo disfrutar torturandola, pero no puedo contenerme.

--dos días --acepta Lucero --iré a buscarte al estadio.

--no, no te preocupes. Alguien podría verte.

Le cuelgo porque no se si estoy preparado para la respuesta a esa última provocación.

Dos días más tarde, estadio de los patriots, primer partido de la temporada.

El campo se puso en pie para escuchar el himno nacional. Los jugadores ocuparon solemnes sus posiciones y esperaron a que sonarán las últimas notas.
Los aplausos eran ensordecedores.
Los capitanes se acercaron para saludarse formalmente y después volvieron con el resto de sus hombres.
Fernando Colunga, él capitán de los Patriots, daba las últimas instrucciones a los miembros de su equipo. Iba a ser un año muy importante para Huracán fer, el último de su carrera ;ya había anunciado que se retiraría después de la temporada y, a pesar de la insistencia de la directiva, abandonaría por completo el mundo del fútbol americano.
La grada reservada para la prensa estaba a rebosar, los periodistas deportivos ocupaban los mejores lugares, pero habían tenido que pelearse con los corresponsales y los fotógrafos de la prensa. Ese partidos era la primera ocasión que tenían de fotografiar a Tim con su esposa y su hijo secreto.
La historia de la pareja había generado mucha expectativa y varias cadenas de televisión habían intentado comprar la exclusiva. Le habían hecho ofertas incluso para escribir un libro. Ellos la habían rechazado todas.

En el palco reservado para familiares e invitados directos de los jugadores se encuentra Amanda con Jeremy, patricia, Margaret la esposa del entrenador, novias, amigos y hermanos de los demás jugadores.
Pero no había nadie de parte de Fernando.
Su hermano iba a ir, pero a último momento Fernando recibió un mensaje por parte de él diciendo que no podía asistir.
El estadio estaba lleno, no quedaba ni un asiento libre. Por eso mismo, Lucero estaba sentada en una garita reservada para los técnicos de imagen y sonido del campo. Su amiga Pam la había llevado hasta allí.
Era una garita que disponía de unas vistas privilegiadas del campo de juego.
Pam era la única que conocía la historia de Lucero y Fernando, aunque de eso sólo hacía unas horas. Sucedió cuando Lucero le pidió a su mejor amiga que la ayudase a entrar en el campo sin ser vista y está le preguntó si era por Fernando.
Bastó con eso.
Bastó con una sencilla pregunta con el nombre de Fernando en medio para que Lucero se se pusiera a llorar y le explicase a Pam que se había enamorado del hombre más maravilloso del mundo y lo Había echado de su lado.
Pam consoló a Lucero y la felicitó por entender por fin en que consistía el amor de verdad, y la ayudó a entrar en el estadio como si de una misión de james Bond se tratase.
Y allí era donde se encontraba Lucero en ese momento, con las manos apoyadas en el cristal y pendiente de todos y cada uno de los movimientos de Fernando.
Los Patriots eligieron la posición de ataque. Fernando se colocó detrás del centro para recibir el balón y poder hacer el pase. Empezó la primera jugada, que no era tan violenta como creería cualquiera que vea las manos de Lucero.
Esta flexionó los dedos y cerró los ojos al ver que varios jugadores se lanzaban sobre Fernando.
Fin de la jugada.
Fernando se puso de pie y Tim se le acercó para gritarle algo.
Los dos se quitaron el casco y Tim fue el primero en alejarse después de señalar a Fernando con el dedo.
El capitán estaba distraído, pero sacudió la cabeza y se colocó el casco. Los jugadores se reunieron para hablar de la siguiente jugada. A sintieron, y tras un grito de guerra, se colocaron de nuevo en posición.
El equipo contrario hizo lo mismo y los estaban esperando.
Fernando agarró el balón y lo pasó a uno de los corredores.
Iniciaron la carrera en el campo, una yadra, dos.
Fernando volvió a recibir el balón y echó el brazo derecho hacia atrás para lanzarlo con todas sus fuerzas.
Dos jugadores de los Cowboys lo golpearon a ambos lados.
Nadie oyó el grito de Lucero.
El casco de huracán fer cayó al suelo junto a su cuerpo inconsciente.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora