Cap :25

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--tal vez estuviese equivocado -- reconoció tras tragar saliva nuevamente para aflojar el nudo que se le formó en la garganta.

--¿tal vez? --suspiró exasperada--¿a que viene ahora esto, colunga? -- fijo los ojos a los de él, y Fernando fue incapaz de comprender como era posible que no se hubiese fijado antes que eran hermosos y que desprendían fuego.

--no lo sé -- dijo confuso pasándose las manos por el pelo, no podía respirar.

--¿no lo sabes? ¿Acaso no te has reído de mi lo suficiente?  Te dije que no quería volver a verte, y a juzgar por tus comentarios durante el último año, habría jurado que te alegraría no volver a verme. --dejó la tarjeta en la caja de bombones --yo quiero olvidarme de todo esto -- movió las manos para enseñarlo --quiero seguir con mi vida, así que ¿por qué no sigues ignorandome como hasta ahora?.

El nunca la había ignorado. Lucero siempre lo desquisiaba, lo enfurecia, lo exsasperaba, pero ella jamás lo había dejado indiferente.
Ahora se daba cuenta, pero seguía sin entender por qué.  Ninguna de las novias, esposas o amigas de los otros jugadores le había generado  nunca una reacción así. Probablemente se debía a que Fernando odiaba a los farsantes y estaba seguro de que Lucero lo era.
Pero ¿por qué era distinto con ella?

--bien, me alegra saber que has recuperado tus malos modales y que sigues ignorando mis preguntas. --dijo Lucero malinterpretando El silencio de Fernando.

--Tim me llamó anoche --soltó de repente.

Ella se calló un segundo y se humedesio los labios antes de hablar, gesto que lo  hipnotizó por completo.

--¿cómo le va por París?

--dijo que te llamaría --dijo y suspiró -- y me pidió que viniera a verte.

Lucero se tensó al oír la primera parte de la explicación, pero al oír la segunda se sintió tan humillada como aquel día en el coche de Tim y la rabia que había contenido desde entonces volvió a desbordarla. Y la sobrepasó.

--¿pero quien se creen que son? Tim ha perdido el derecho de preocuparse por mi y tu --dijo señalandolo con el dedo --tu eres un ser despreciable, solo has venido a verme por que tu amigo te lo pidió, y probablemente para satisfacer tu morbo.

--eso no es verdad, yo también estoy preocupado por ti.

--¿ah sí? --le clavo el dedo en el torso --será pro eso por lo que me has llamado tantas veces --dijo sarcástica.

Fernando la agarro de la muñeca para apartar su mano y al hacerlo se dio cuenta de que hacía mucho no la tocaba.
¿Cuando había dejado de darle un beso para saludarla?
Ella le había puesto la mano en la frente aquella vez en el restaurante cuando pensó que estaba enfermo y aveces sigue teniendo la sensación de que la piel le quema.
No debía haberla tocado. Ahora ya no podría olvidarse de su tacto.
A Lucero se le aceleró el pulso y empezó a latirle el corazón desbocado, ¿o era que Fernando se había descontrolado?.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora