Cap :26

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--no me habrías cogio el teléfono --dijo Fernando entre dientes.

--sueltame.

--no he vendido por que me lo haya pedido Tim.

--¡sueltame o llamaré a seguridad!

--¡quería verte, pero no sabía cómo! --confesó como si le estuviesen arrancado cada palabra.

Lucero, que hasta ahora había estado forcejeando del brazo, se quedó quieta de golpe. Tenía la Cabeza agachada, pero la levantó despacio buscando los ojos de Fernando.

--¿que clase de persona eres? ¿Qué pretendes conseguir con esto? Durante más de un año y medio he sido la novia y prometida de tu amigo y tu apenas podías soportar mirarme, y ¿ahora pretendes que crea que te preocupas por mi? No se, quizá esté truco te funciona con otras mujeres, por lo que yo sé eres capas de hacer cualquier cosa por echar un polvo, pero yo no soy esa clase de mujer.

Fernando pensó que iba a explotrale el pecho. El desprecio que sentía Lucero por el poseía vida propia y estaba a punto de decorarlo. Ella no iba a darle la menor oportunidad, ni ahora ni nunca.
Y tal vez él no se la mereciera. Y el dolor que esta posibilidad le causó lo revolvió por dentro y lo llevó a atacarla, a hacerle daño y durante un segundo se dejó llevar por el egoísmo y decidido que él no Iba a ser el único que saliese de allí sangrando. Iba a hacerle daño porque necesitaba que ella siéntese algo más que solo desprecio por él.

--¿un polvo conmigo? --se burló con crueldad --si tu fuiste incapaz de acostarte con tu prometido en una piscina.

En cuanto Fernando pronunció esa frase supo que había cometido un error.
Meses atrás, en una noche que salieron de la casa, Tim bebió más de la cuenta después de un partido y le confesó que Lucero era incapaz de tener relaciones sexuales fuera de la cama, y que en una ocasión fueron de fin de semana a un hotel cuyas habitaciones disponian de piscinas individuales y él le insinuó que quería hacerlo allí.
Ella lo miró y le dijo que no, que esa noche iba a llover y que lo mejor sería hacerlo en la cama.

--lo siento --balbuceo él justo antes de que ella lo abofetease con la mano libre.

Fernando le soltó la muñeca y se frotó la cara.
Lucero se acercó con fuerza a la puerta y la abrió de golpe sin importarle si alguien pudiera verlos u oírlos.

--vete de aquí Fernando, y está vez no vuelvas.

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