Cap:49

944 74 13
                                    

Necesitaba entrar dentro de ella, volver a hacerle el amor, sentirla a su alrededor. Lucero temblaba y se movía debajo de él. Pero estaba sucediendo todo muy de prisa, y él prefería morir a hacer algo que ella no quisiese.

--¿es esto lo que quieres? --le preguntó con la voz ronca, deslizando la erección lentamente por encima de la entrepierna de ella.

La sorpresa de Lucero fue más que evidente.

--¡sí!. Eres un cretino arrogante --dijo, aunque la segunda parte de la frase la añadió para quitarle importancia a la primera.

Fernando asintió y apretó la mandíbula para recuperar cierto control y, cuando creyó tenerlo, buscó su miembro con una mano ;sin quitarse los vaqueros lo dirigió hacia la entrada del sexo de ella. Respiró hondo y los dos se quedaron quietos un instante, mirándose a los ojos.
Le soltó las muñecas, pero Lucero dejó los brazos donde estaban hasta que él colocó las manos encima de las de ella y entrelazó los dedos de ambos. Fernando gimió desde lo más profundo de su alma cuando empezó a moverse muy despacio. Entró y salió poco a poco, obligándola a notar cada centímetro de su cuerpo, a reconocer lo que estaba pasando entre los dos ;esa conexión que iba más allá del deseo o la atracción.
Ella se perdió en sus ojos y en un intento desesperado por ocultar lo confusa que estaba por los sentimientos que él le despertaba, se dejó llevar por el placer. De momento era lo único que se veía capaz de confesar lo que sentía por él... Tenerlo dentro era demasiado para sus emociones.
Llevaba un año negando que él era el único capaz de despertarlas.
Lucero apretó las manos de Fernando con las suyas y se rindió a esa adicción con un suspiro de desesperación.
Fernando apretó los dientes al deslizar su excitado miembro por los empapados labios del sexo de ella. Se pegó contra sus pecho y se esforzó por mantener la calma mientras el resto de su cuerpo estaba pendiente del enorme placer que sentía al estar dentro de Lucero. Los suspiros que salían de los labios de ella eran sin duda el sonido más erotico que había oído jamás. Fernando ardía de los pies a la cabeza, le quemaba incluso el pelo, y en cuanto se le secaba una capa de sudor sobre la piel volvía a quedar empapado.
Necesitaba tener todos y cada uno de los centímetros de su cuerpo pegado al de ella. Apoyó la frente en la de ella y movió la nariz para acariciar la suya, sus labios.

--Lucero--suspiró apartandole una pierna hacia un lado para poder penetrarla mas --solo soy capaz de sentir cuando me tocas.

Lucero giro las caderas de una forma que Fernando apenas pudo soportarlo.

--fer...

Oírla gemir así lo llevó a estremecerse con todas sus fuerzas.

--maldita sea, deja de moverte o perderé el poco control que me queda.

--¿a esto llamas control? --suspiró y levantó las caderas para provocarlo, ajena al infierno que el estaba pasando por dentro--¿que diablos haces cuando lo pierdes por completo?

Fernando sonrió por primera vez en semanas, le soltó las muñecas y la abrazó contra su cuerpo. La besó y empezó a mover las caderas con fuerza, con el único objetivo de llevarlos a ambos al clímax.
Le habría gustado estar completamente desnudo, poder sentir el tacto de los muslos de Lucero bajo los suyos, pero hacerle el amor con los vaqueros puestos era también muy sensual, la prenda le impedía moverse con total libertad y hacía que las embestidas fueran más contenidas, más lentas.
Lucero levantó las piernas y le rodeó la cintura ;él bebió los gemidos de ella, los suyos se perdieron dentro de su garganta. Notó el instante exacto en el que Lucero alcanzó el orgasmo, los labios de su sexo se cerraron alrededor de su miembro y le clavó los dedos en la espalda.
Fernando no pudo, y no quiso, hacer nada para seguir conteniendo su propio orgasmo y se entregó a él al mismo tiempo que ella.
Cuando los dos dejaron de temblar, Fernando se quedó encima de ella durante unos segundos, pero pronto temió estar aplastandola y la soltó para poder incorporarse un poco. Lo hizo despacio, con miedo de que volviera a mirarlo como la última vez. Lucero tenía la cabeza ladeada y la nuca y la frente cubiertas por una fina capa de sudor, sus labios estaban entreabiertos y se los humedecio al intentar recuperar el aliento.
Poco a poco, fue girando el rostro hacia Fernando.

--eres preciosa --farfulló él y ella le sonrió, le sonrió de verdad, pero entonces sonó una especie de campanilla y la expresión de Lucero cambió por completo.
Mierda.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Chicas!!!

Aquí tenemos a una nueva Lucero, una Lucero provocadora 😏😏.
Espero que les guste este capítulo 😘❤️

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora