Cap 64

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Fernando salió del ascensor y la miró.
Una parte de él quería decirle que él también quería que existiera, quería incluso decirle que podían volver a estar juntos como antes, pero no podía dejar de verla apoyada en la maldita pared sonriendole a Parker mientras este le apartaba el pelo de la cara.
¿Que habría sucedido si él no hubiese llegado en aquel preciso instante? ¿Habría pasado lo mismo que con Tim?
Al parecer, para Lucero existían dos clases de hombres, los que salían con ella oficialmente y podían darle la mano en público, y él, que  no podía tocarla fuera de la cama a pesar de que era más que evidente que ella quería volver a meterse en una con él.
Estaba harto de ser el único que ocupaba la segunda categoría. No le bastaba con eso.
Sacudió la cabeza.
Si el destino estaba empeñado en demostrarle que Lucero no era para él, tal vez hubiera llegado el momento de hacerle caso.

--no --dijo casi para sí mismo --adiós, Lucero.

Lucero quería ir tras él, por supuesto que quería ir tras él, Pero no podía correr el riesgo de que el hombre que había accedido a reunirse con ella en su despacho en dos minutos saliese huyendo.
Le había costado mucho convencer a Leonard Tapestry y sabía que sí no se presentaba a esa cita jamás encontraría las pruebas necesarias para recuperar el predio de Fernando.
Así que, aunque lo que más quería (y necesitaba) era correr detrás de él y besarlo, se obligó a apretar el botón del ascensor que la llevaría de nuevo a su planta.
El día que Martha la llamó para contarle que creía haber descubierto algo que podía ayudar a la fundación la mejor jugada a conseguir el predio que había sido adjudicado a la constructora, Lucero pensó que ese era el modo que tenía el destino de decirle que había sido una estúpida dejando esperar a Fernando.
En realidad no hacía falta que ni el destino ni nadie se lo dijesen, Lucero lo sabía perfectamente, pero ahora, gracias a Leonard y a Martha, tenía la posibilidad de hacer algo por él. Decidida le dijo a Martha que no hablase con nadie más y empezó a reunir pruebas necesarias para mostrarle a la adjudicación del predio que la subasta había sido fraudentada y por lo tanto debía ser anulada.
Lo tenía pensado, reuniría las pruebas y las presentaría. Fernando recuperaría el predio y quedaría tan embobado por el gesto de ella que la perdonaría.
Y serían felices para siempre.
Pero Fernando ni siquiera la había escuchado.
Lucero quería estar furiosa con él por haberla juzgado y condenado por lo de Parker (que en realidad era una tontería) pero no podía. Dios, había sido una estúpidez ocultarle lo de Leonard y el ayuntamiento. Ella lo había hecho porque creía que así sería todo más dramático, más romántico, como en las películas. Se había imaginado a sí misma trasmitiendo la noticia en el programa de la noche y a Fernando entrando en la cadena para darle las gracias y confesarle que la amaba delante de todo el mundo.
Pero Fernando ni quería eso, no quería grande gestos... Lo único que quería él era que lo agarrase de la mano por la calle y besarla en un restaurante.
Estúpida.

Se abrió a puerta del ascensor y Lucero se encontró con el rostro de Karen, una de sus compañeras de trabajo.

--hay un señor esperandote en el despacho --le dijo

--lo sé, gracias

--¿es por la historia del ayuntamiento? ¿Crees que podrás emitirla esta noche?

--si, pero no creo que esté lista para hoy.

--oh, de acuerdo, avisame si necesitas ayuda con la redacción.

--claro, gracias. --aceptó despidiéndose.

La reunión fue breve y consisa.
El contador le proporcionó todas las pruebas necesarias para presentar que la constructora había chantajeado todo.
Lucero después de darle las gracias a Leonard y a Martha por su colaboración, se reunió con Parker y este le aseguró que era imposible que la fundación no consiguiera el predio.
Esa noche Lucero no habló de eso en su sección de noticias. Y tampoco lo haría la noche siguiente.
Le mandaría los documentos al abogado de Fernando y este seguro se encargaría del resto. Lucero iba a demostrarle que lo amaba de la manera que él quería, confesandole sus sentimientos sin artificios ni aspavientos, pero con sinceridad.
Le diría que lo amaba, que nunca había sentido por nadie lo que sentía por él. Que nunca había creído que existiesen ese tipo de sentimientos hasta que él se los enseñó y que por eso se había asustado y se había comportado como una idiota.
Pero antes Fernando tenía que escucharla.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora