Cap 71

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Thomás nació el día que ganamos la Super Bowl. Diría que fue el día más feliz de mi vida, pero mentiría. Este último año eh tenido tantos que me resulta imposible elegir uno. También los ha habido difíciles. Lucero y yo tardamos un tiempo en perdonarnos de verdad todo lo que había sucedido, pero cuando decidimos darle una verdadera oportunidad a lo nuestro los dos supimos que íbamos a salir adelante.
Hoy Thomás cumple cuatro meses. Elegimos ese nombre porque Lucero está segura de que a su madre le habría gustado y lo cierto es que le queda perfecto. Tiene los ojos de Lucero y cuando sonríe puede hacer conmigo lo que sea.
Oigo el motor de un coche por el camino de grava y sonrió. Y se me acelera el corazón. Lucero ha vuelto al trabajo, en la emisora, le dijeron que podía tomarse el tiempo que quisiera pero ella ha insistido en volver, aunque ha negociado un cambio de horario y dentro de una semana empezará su propio programa semanal y dejará de aparecer en las noticias en la noche. Podrá trabajar desde casa, o desde donde quiera, y tendrá que acudir a la emisora para realizar el programa o por entrevistas.
Es una gran noticia y debería suponer una mejora en los horarios de Lucero, pero ella está tan nerviosa que de momento es incapaz de verlo. Solo se tranquiliza cuando está con Thomás.
La llave entra en el cerrojo y gira el pestillo, Lucero entra hablando como si hubiéramos estando manteniendo una conversación durante horas y yo supiera perfectamente a que viene su siguiente frase.

--no puedo hacerlo, fer. No puedo...

No la dejo terminar, agacho la cabeza, le sujeto el rostro entre mis manos y la beso.
Mis labios se posan con firmeza en los de ella y los detengo un instante para que nuestros alientos se encuentren. Los de Lucero tiemblan levemente y se separan. Y deslizó la lengua por ellos.
Un suspiro.
El ruido de las llaves cayendo al suelo, los dedos de Lucero alrededor de mis muñecas.
El beso lento, sensual, recordándonos a los dos qué sentimos cuando nos tocamos.
No dejó de besarla, ni lo intentó, dejo que mis labios recorran los de ella con la precision y la intencidad que necesito.
Durante unos segundos el beso es tierno y romántico, pero no tardamos en necesitar más y mis pies avanzan hacia ella.
Sí, por fin nuestros cuerpos se tocan y la ropa que nos separa me molesta. Suelto despacio el rostro de Lucero sin dejar de besarla y bajo las manos hasta su cintura. Las detengo allí, y subo la tela de la falda capturandola entre los dedos.
Ella aparta los labios y busca mi mirada. Tiene la respiración entrecortada y un brillo especial en los ojos.

--hola --susurro sonriéndole.

--hola.

Vuelvo a besarla con suavidad y cuando mis dedos tocan las medias que cubren sus muslos, tiembla.

--fer... -- me interrumpe con los ojos cerrados --fer--respira profundamente, se humedece los labios y me mira --¿y Thomás?

Se que ve el deseo en mi rostro, ve el amor que no puedo ni quiero contener, y también que la necesito mucho más de lo que jamás podré expresarle con palabras. Inclino la cabeza para besarle el cuello y contesto pegado a su piel.

--con mis padres.

Lucero se estremece y la agarro en brazos para levantarla del suelo. Camino decidido hacia nuestro dormitorio, ella me rodea el cuello y descansa su cabeza encima de mi corazón. Notará que está acelerado.

--hemos quedado en juntarnos con ellos dentro de tres horas.-- le explico mientras la tumbo en la cama --y llamarán si sucede algo --añado antes de que pueda interrumpirme y le doy otro beso.

Me tiemblan las manos, probablemente es ridículo que siga pasandome, pero no me importa. Se que Lucero seguirá afectandome de esta manera hasta el día que me muera.
Ella levanta las manos y desliza los dedos por mi pelo, devolviéndome el beso con un suspiro. Después las baja por mi torso y se dispone a tirar de mi camiseta. Le agarro las muñecas y la aparto.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora