Cap 62

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El primer día de entrenamiento fue muy duro. Mike los hizo pagar a todos por las semanas de vacaciones y no paró de provocarlos durante las cuatro horas que estuvo torturandolos. Cuando se apiadó de ellos y les dijo que podían ir a ducharse, Fernando dio gracias a Dios de seguir vivo y cruzó el campo hacia el vestuario.
Varios de sus compañeros de equipo se reían y charlaban como si no hubiesen pasado las últimas horas corriendo, y Tim estaba quitándose las protecciones a toda velocidad para poder ducharse y salir de allí cuanto antes.
Estaba impaciente por ver a Amanda y a su hijo, se lo había confesado durante el entrenamiento varias veces y era más que evidente. Fernando envidiaba esa clase de felicidad ;ahora que la veía reflejada en el rostro de su amigo no tenía ninguna duda de que Tim jamás había sentido esa clase de anticipación, de necesidad, con Lucero.
Y él si.
Incluso la noche que perdieron la Super Bowl, Fernando pensó en Lucero antes de ir a la cena. Pensó en ella mientras se duchaba y se vestía. Y mientras conducía hacia el restaurante.
Que estúpido había sido.
No había vuelto a verla, pero no dejaba de pensar en ella. Ir al rancho y hablar con su hermano le había ayudado a comprender que no podía alejarse de ella sin intentar hablar una última vez. Sí, ella no lo había llamado, ni había ido a suplicarle que la perdone, pero él tampoco. Los dos habían reaccionado impulsivamente, por lo que decidió que era mejor darse un poco de tiempo, a ambos. Iba a esperar en la retaguardia igual que haría en un partido. La prensa ya había perdido cualquier interés en ella. Ahora, por desgracia para Tim y Amanda, estaban obsesionados con la historia de amor interrumpida de ellos.
Así que Fernando decidió esperar. No se había convertido en en el mejor capitán de la historia de los Patriots por ser un cabeza hueca, y Lucero le importaba mucho más que cualquier partido. Esperó hasta que no pudo más.
No fue demasiado, aunque teniendo en cuenta que habría ido a buscarla el primer día que volvió a Boston, podría afirmarse que había demostrado tener muchísima fuerza de voluntad.
Pero ya no podía más.
Iría a verla, la esperaría en la emisora y le pediría una cita. Esa vez lo haría bien. Aunque Fernando nunca negaría lo ocurrido en el pasado con ellos, esa ves seguiría las reglas y le demostraría que podía confiar en ellos y que su relación se merecía una oportunidad. Lo habían hecho todo completamente al revés ;habían empezado odiandose, y después se habían convertido en amantes, pero los sentimientos de ambos eran tan intensos y los tenían a flor de piel que no habían podido controlarlos.
Y se habían olvidado de hacerse amigos, de enamorarse despacio.
Él ya estaba completamente enamorado, así que iba a esperar a que ella lo alcanzase. La llevaría a cenar y al cine. A pasar un fin de semana al rancho de su abuelo. La cortejaría. Y ella no tendría más remedio que dejarlo entrar en su corazón. Y cuando lo logrará, se quedaría allí encerrado para siempre.
Ese era el día. Iba a volver a ver a Lucero y arreglarian las cosas. Empezó a desnudarse a toda prisa, impaciente por tocar a Lucero, y se olvidó de todo excepto de ella. Se duchó y vistió en cuestion de minutos y se dirigió hacia la salida, aunque antes se detuvo un segundo al lado de Tim.

--deséame suerte --le dijo a su amigo.

Tim le sonrió al adivinar a quien Iba a ver.

--suerte.

Fernando tardó media hora en llegar al canal y subió directamente a la planta de ella.
<<voy a ver a Lucero, voy a besarla >>
Salió del ascensor silbando y con las manos en los bolsillos.
Se quedó petrificado en medio del pasillo.
Ella estaba de pie a unos metros de distancia. Tenía la espalda apoyada en la pared y frente a ella estaba el imbécil que la acompañó a la opera. Parker. Estaba sonriendo y saludo a una chica que se acercó a mostrarle unos papeles. Le cayó un mechón de pelo en la frente y parker se lo apartó.
Lucero siguió hablando con la chica como si nada.
Ese hombre, parker, la había tocado de esa manera tan íntima allí delante de todos y a ella no le había importado.
Fernando murió un poco y se sintió como un imbécil por haberse pasado todos esos días pensando en ella, en cómo arreglar las cosas entre los dos.
Lucero ni siquiera había sido capaz de darle la mano delante de Quin y su esposa, pero no tenía ningún problema en que Parker la tocase delante de sus compañeros de trabajo.
¿Cuántas veces más tenía que pisoterale el corazón esa mujer para que él se diera por vencido? Se abrió el ascensor detrás de él y la campanilla captó la atención de Lucero.
Sus miradas se encontraron y él creyó que la de ella se llenaba de lágrimas. Fernando giró sobre sus talones y entró en el ascensor.

--¡fer espera! --gritó ella poniéndose a correr.
Las puertas de acero empezaron a cerrarse y Fernando aguantó la respiración. Justo un segundo antes de que los paneles encajaran uno con el otro, Lucero se lanzó dentro del ascensor y aterrizó encima del torso de él.
Y entonces se aflojó la banda de acero que le oprimía el pecho.
Ella le rodeo la cintura con fuerza y él tuvo que recordarse que acababa de verlo con otro hombre para obligarse a soltarla.

--te he echado de menos fer... --susurró ella

--nadie lo diría --dijo él furioso --parker parece tenerte muy ocupada.
Lucero retrocedió y lo miró a los ojos.

-¿parker?

--oh vamos, Lucero, Acabo de verte, no te preocupes, lo entiendo. Con parker su que pueden verte, él si que no va a dejarte ir ni va a convertirte en un hasmereir. Ah --levantó las manos --y él tampoco será perjudicial para tu carrera.

--entre Parker y yo no hay nada.

--pues cuando lo haya, ¿que vas a hacer? ¿Dejar que te eche un polvo en medio del pasillo? Porque ese tipo te acompañó a la opera cuando a mi ni siquiera te dignaste a darme la mano en un restaurante.

Vio que levantaba una mano para abofetearlo.

--oh, sí --la retó --pegame. Eso sí que no tienes ningún problema en hacerlo. --Lucero dobló los dedos --igual que no tienes problemas en desearme ¿no es así Lucero?

Se acercó a ella como un animal salvaje y la atrapó contra la pared del ascensor. Con la mano derecha bloqueó los botones para asegurarse de que nadie los interrumpiera.

--puedo oír como te late el corazón desde aquí--le dijo pegandose ella --y tienes las pupilas dilatadas. Y ahora mismo vas a humedecerte el labio inferior de las ganas que tienes por besarme. Pero ya estoy arto que me utilices.

Intentó apartarse, pero Lucero lo sujeto por el cuello y tiró de él para besarlo. Fernando se permitió sentir el aliento y el sabor de ella durante un segundo y después se apartó furioso.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora