Cap 6

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Lucero y Tim estaban en la limusina camino a la mansión familiar de él. Ninguno de los dos decía nada. Ella seguia esperando a que el hablase, y el seguía pensando y apretando el móvil entre los dedos.

Cuando Lucero se había alejado del pasillo, furiosa con sigo misma por haber cedido a la tentacion de ir a ver si colunga estaba bien, vio que Tim estaba mirando fijamente la pantalla de su teléfono.

--¿que pasa? --le había preguntado ella al llegar a su lado.

--tengo que irme.
Esa fue la única frase que salió de los labios de Tim. Aunque ella no dejó de preguntarle si sus padres estaban bien, o si le había sucedido algo a alguien de su familia. El no dijo nada, solo la miro y repitió que tenia que irse. Así que Lucero pidió que le llevasen sus abrigos y que le habisen al chófer, se despidió de todo el mundo mientras que Tim seguía como un autómata por el restaurante.
Lucero no tenía ni idea que era lo que había leído Tim en ese mensaje, pero fuera lo que fuese, era muy grave y la tenía muy preocupada. En cuanto entraron a la limusina, le dijo al conductor que los llevase al apartamento de Tim, pero su prometido la corrigió y le indicó que los llevase a la mansión familiar.

--¿ les ha sucedido algo a tus padres?

--no, a ellos no -- contestó Tim volviendo a dejar la mirada perdida.

Con una mano sostenía el móvil como si su vida dependiese de ello, mientras abría y cerraba la otra en un intento de conterer la tensión que corría por su cuerpo, igual que lo hacía en el campo de fútbol.
Lucero se quedó unos minutos en silencio. Los padres de Tim vivían en una mansión que llevaba varias generaciones en la familia, a una hora del centro de Boston. Ella había estado allí varias veces y siempre le había dado la impresión de que vivía en un museo. Los padres de Tim, el senador y su esposa, eran un matrimonio muy a la vieja usanza, un poco fríos y distantes, pero siempre habían sido muy amables con ella.

--¿quieres que te acompañe? --le preguntó a Tim --yo quiero acompañarte --añadió al ver que el no constestaba.
--pero si lo prefieres, puedo quedarme en casa, estamos cerca -- señaló mirando las calles por la que acababa de girar el coche.
Tim y ella habían decidido esperar a la boda para ir a vivir juntos, aunque el solía pasar al menos una noche a la semana en su apartamento, y ella otra en el de él. A los dos le gustaba mantener cierta independencia. O eso se decía Lucero a sí misma siempre que veía una película romántica y se fijaba las diferencias entre esas historias de amor y la que ella estaba viviendo. Tim y ella eran distintos, eran dos personas inteligentes que habían decidido compartir su vida. Se llevaban muy bien en la cama, el sexo era agradable y no tenía ninguna duda de que él le era fiel. A ella tampoco se le había pasado por la cabeza acostarse con otro.
¿Por qué estaba pensando eso ahora?
Era obvio que Tim estaba preocupado, y allí estaba ella pensando tonterías.

--¿Tim sucede algo? -- insistió. Y algo cambió en él.

--pare el coche, por favor. --ordenó de repente.

El conductor buscó un lugar donde aparcar y cuando lo encontró detuvo el vehículo.

--¿que pasa, Tim? Me estas asustando.
Tim apartó la mirada de la ventanilla, pero durante unos segundo sus ojos siguieron sin ver a Lucero.

--¿Tim?
La voz de Lucero lo hizo reaccionar, o le recordó donde y con quien estaba, y sacudió la cabeza levemente con los ojos cerrados. Cuando volvió a abrirlos, los fijo en los de Lucero y tomó aire antes de hablar.

--tenemos que anular la boda. --declaró con absoluta franqueza y le cogio la mano a Lucero, tocándola por primera vez desde que había recibido aquel mensaje. --no puedo casarme contigo.

--¿que? --balbuceó ella --¿por qué? -- entrelazó los dedos con los de él , y notó que estaban helados

-- no puedo casarme contigo --repitió y soltó lentamente el aire antes de seguir. --no puedo casarme contigo por que ya estoy casado.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora