Cap 23

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A la mañana siguiente y con un poco de resaca decidió que comenzaba su nueva vida.
Los siguientes días tuvo que aguantar miradas de condolencias de sus compañeros de trabajo, pero todo volvió a la normalidad.
Todo había vuelto a su cause hasta que Fernando colunga se plantó en su trabajo.

Cómo Fernando sabía que llamarla no serviría de nada ni siquiera lo hizo. Igual que tampoco pasó por su apartamento, lo más seguro era que después de la última visita de él a su casa ella habría autorizado al portero que no lo deje entrar. Así que la única opción que le quedó fue plantarse en su trabajo.
De seguro nadie del programa se atrevería a no dejarlo pasar.
Sí, Lucero no tendría más remedio que atenderlo y hablar con él.
Fernando es un hombre metódico, le gusta planear hasta el más pequeño detalle de todo.
Dado que Lucero solo parecía en las noticias de noche. Fernando llegó a la conclusión de que ella llegaba al canal a media tarde, por lo tanto lo mejor sería llegar en medio del programa, cuando ya esté en el plató, con cámaras grabandola no se atrevería a hecharlo de allí sin escucharlo.
Sí, era un buen plan, hasta que ella lo vio.
En cuanto Fernando entró en el plato, después de saludar a muchos colegas, notó el precio instante en el que los ojos de Lucero se posaron en él, porque se puso a sudar de repente. Lo disimulo, evidentemente y esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

Lucero apretó el bolígrafo que tenía en mano y este terminó en el suelo. Fernando le guiñó un ojo y ella tuvo que repetir una frase por que perdió el hilo.
Fernando sabía que en cuanto terminase el programa era hombre muerto, y que lo mejor sería que dejara de provocarla, pero no pudo evitarlo;se quedó allí, de pie, y siguió mirándola como si fuesen dos grandes amigos y su visita no tuviera nada de especial.
Tampoco puedo evitar pensar que era precisa.
Sonó la bocina anunciando el final del programa y Lucero, junto con el resto de los presentadores se pusieron de pie y se apartó de la mesa. Él la siguió con la mirada y vio que ella largaba chispas, literalmente.

--buenas noches, Lucero --la saludo cuando estuvo cerca.

--¿que estás haciendo aquí? --le preguntó ella furiosa, pero en voz baja.

--he venido a traerte esto --sacó una caja de bombones de chocolate rellenos de menta que hasta ahora había mantenido detrás de la espalda.

Lucero se quedó atónita y sin habla.

-- son bombones de chocolate negro y menta --le explicó al ver que ella no decía ni hacía nada. El se había quedado sujetando la caja en el aire.

-- ven a mi despacho -- farfulló y se puso a andar sin esperarlo.

A Fernando no le quedó más remedio que seguirla hasta el final de un pasillo. Lucero se paró frente a una puerta, la abrió y sujeto para que Fernando pasara. Después lo hizo ella y cerró de un portazo.
Una vez a solas, guardaron silencio.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora