Cap :51

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Fernando volvía a estar en la calle caminando sin rumbo fijo para ver si así conseguía entender que demonios era lo que estaba sintiendo. Los minutos que había pasado tumbado en la cama de Lucero esperándola a que volviese de la cocina habían sido probablemente uno los más felices de su vida. Acababa de hacerle el amor a una mujer que lo fascinaba, que lo intrigaba, y lo exitaba a partes iguales y que era increíble en la cama. Ella le había dicho que iba a volver y él había dado por hecho que dormirían un rato y que después volverían a hacer el amor. Se dormirían de nuevo, esa vez abrazados y cuando despertasen ya planearian como pasar el resto del día.
Entonces sonó el maldito móvil.
¿Por qué estaba tan enfadado y dolido? ¿Acaso quería que Lucero proclamase a los cuatro vientos que estaban juntos? Él todavía no sabía si lo estaban, así que no era lógico que pretendiera que ella lo supiera. No, pero tampoco hacía falta que fuese tan rotunda al asegurar que no estaba con nadie y que no quiero a estarlo. Habría podido inventarse cualquier excusa y decirle a la persona que la había llamado, que Fernando estaba seguro que era pam, que no estaba sola, o podría haberle dicho que no quería que fuesen a verla. Si hubiesen estado en su casa, y lo hubieran llamado a él, se habría inventado cualquier cosa con tal de que nadie los interrumpiera. Habría dicho que tenía la peste si era necesario. Pero a Lucero no le importó mentir, no le importó decir que no había nadie. Y Fernando dedujo que eso significaba que quería que se fuera. Si ella hubiera querido que se quedara, habría desechado la llamada, o no la habría contestado.
Por eso estaba dolido, por que el estaba planeando pasar un día romántico juntos y ella prefirió pasarlo sola. Probablemente ni siquiera habría tenido intensión de volver al cuarto.

--asumelo, Fernando, solo ha sido un polvo.
Retomó el camino al garage donde había aparcado su coche para ir esta mañana a lo de su abogado, y una vez que llegó a él, condujo hasta su casa.

Un par de semanas más tarde Lucero estaba redactando cuando se topó con la noticia de que el ayuntamiento había subastado un predio de la ciudad al mejor postor y que al final se lo habían adjudicado a una constructora, una de las mayores de Boston. Al parecer había una fundación que se oponía a dicho proyecto, y para apoyar su reclamación, había presentado varias pruebas de sobornos por parte de cierta constructora, y preferencias inexplicables en el proceso de subasta por parte del ayuntamiento.
La fundación era "La mejor jugada". La misma que Lucero llevaba tiempo siguiendo de cerca porque creía que tenía un proyecto muy claro y que estaba muy comprometida con la ciudad. Lucero no sólo respetaba esa dicha fundación, sino que admiraba mucho sus proyectos. La noticia en sí no era muy sorprendente, en todas las ciudades habían subastas que se adjudicaban así nomas, y en una tan grande como Boston no era de extrañar. Además la constructora había depositado una importante suma como fianza, de eso no había la menor duda, así que tal vez no se hubiera cometido ninguna ilegalidad en el proceso. De todos modos a Lucero le pareció una noticia interesante, al fin tenía una excusa para investigar a fondo sobre esa fundación misteriosa. Era una noticia económica y social al mismo tiempo, y podría incluirla en su sección sin ningún problema. A ella le gustaba informar sobre la economía del país y también a nivel mundial, pero también creía que era de vital importancia destacar de un modo especial las noticias locales. Y esa lo era. Ilusionada por el reto, descolgó el teléfono y llamó a su contacto del ayuntamiento.
Media hora más tarde y después de prometerle a Martha seis entradas para uno de los programas con más audiencia de la cadena, un reality show de niños, había averiguado la identidad del fundador de la mejor jugada.
Fernando colunga.
¿Es que acaso todos los caminos la llevaban hacia él?
Martha, una de las secretarías del alcalde, le contó que a pesar de que el señor colunga apenas apareciera en algún papel y que había dado instrucciones muy estrictas a su abogado para seguir en anonimato, el día en que la constructora ganó la subasta no tuvo más remedio que firmar él mismo los documentos que presentaron contra la decisión del ayuntamiento.
El mismo día que fue él fue a verla a su apartamento. Lucero comprobó las fechas unas venite veces, hasta que no le quedó más remedio que reconocer que era la misma. Por eso estaba tan alterado cuando fue a su casa. ¿Habría ido a verla para contárselo? ¿Porque necesitaba desahogarse con alguien? ¿O sencillamente no tenía nada que ver?.
Después de que Fernando se fue de su apartamento tras mirarla de esa manera, Lucero lloró en la ducha de lo confusa que estaba. Con Tim y con si único otro novio de la universidad las cosas habían sido mucho más sencillas;se habían conocido y tras unas cuantas citas habían empezado a acostarse juntos. Al final había roto con los dos, y sin traumas, aunque sin duda el caso e Tim había sido doloroso. Pero con Fernando... No sabía dónde tenía la cabeza, o el corazón, o el resto del cuerpo.
Había pasado de odiarlo, a querer arrancarle la ropa en cuanto lo veía, de no soportarlo a besarlo como si lo necesitará para respirar.
Una parte de ella sabía que esa mañana en su apartamento le había hecho daño, tal vez no comprendía el por qué o el cómo, pero del modo que la habia mirado antes de irse, no le dejaba ninguna duda al respecto. Lucero había tenido que contenerse para no salir corriendo tras él y para no llamarlo, pero tras la ducha se dijo que tampoco sabía que decirle.
Fernando era el mejor amigo de Tim, pero eso era solo la punta del iceberg de todos los problemas a los que tendría que enfrentarse en el caso que tuviesen una relación. La imagen que ella se había formado de Fernando colunga a lo largo del tiempo que lo conocía, encajaba cada vez menos con la realidad y tenía miedo de equivocarse de nuevo. No se podría decir que tenía un buen ojo con los hombres.
Esa noche cuando hizo su sección de economía en las noticias, estaba más nerviosa que lo habitual. No podía quitarse de la cabeza que Fernando le había dicho que se torturaba mirándola. Se tropezó con tres frases y el presentador del programa tuvo que recordarle por donde iba. Nadie le dio ninguna importancia, todo el mundo tenia un mal día de vez en cuando, pero Lucero tenía la sensación de que era más que evidente lo alterada que estaba. No podía seguir así, terminarían despidiendola. Por ese motivo y no por cualquier otro, cuando terminó el programa no se fue a casa, sino que paró un taxi y le dio al conductor la dirección de Fernando.

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⚠️Atención chicas ⚠️
Lu va a la casa de fer y esta vez completamente sobria 🎊🎊😏😏😏😏

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