Cap :59

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Lucero abrió los ojos y se le escapó el aliento antes de contestar.

--no digas tonterías. Tu no quieres casarte conmigo.

Fernando no se lo había planteado hasta ese momento, cierto, pero que ella lo negase con tanta rotundidad le revolvió el estómago.
Lucero estaba teniendo una aventura con él. Estaba cometiendo la típica locura que comete alguien cuando se divorcia, o cuando la abandonan semanas antes de casarse. Pará ella eso eran unas vacaciones de su vida.
Y él, el muy idiota, se había enamorado.
Pará él eso, ella, era su vida.
Fernando volvió a girarse y cogio de nuevo el vaso de whisky.
Miró el líquido ambarino y respiró despacio. Tarde o temprano el dolor terminaría por desaparecer. O lo mataría.
Fuera lo que fuese, el resultado final dependía de Lucero.
Ella en ningún momento le había dicho que quería dejarlo, pero necesitaba estar seguro.

--¿qué quieres de mi, Lucero?

--¿no podemos seguir como hasta ahora?

Una parte de él quiso decir que si. Podía conformarse con eso y seguro que si se acostaba cada noche con ella terminaría por convencerla de que le diese una oportunidad. No, no tardarían en discutir. En unas semanas iba a celebrarse la cena de presentación del equipo para la nueva temporada y él iba a pedirle que lo acompañase. Ahora sabía que ella le habría dicho que no. Discutirian y Lucero volvería a odiarlo.

--no--dijo casi para sí mismo --no podemos. --vacío la copa y se puso de pie. Dejó un billete de cincuenta dólares junto al vaso y se permitió mirarla por última vez. --diles a Quin y a patricia que me ha surgido un imprevisto. Tu quedate a cenar por favor. Yo mientras iré a tu apartamento a recoger mis cosas.

--fer, yo... --balbuceo --no lo entiendo.

--ya lo sé --afirmó el acercándose para darle un beso en la mejilla --dejaré la llave dentro.

Se atragantó con la última frase. En ese momento le resultaba muy doloroso pensar que unos días atrás Lucero le había dado una llave de su casa. Y, sin embargo esa noche había sido incapaz de cogerle la mano delante de Quin y su mujer.
Salió del restaurante sin mirar atrás. Ella no corrió tras él para detenerlo.

Al día siguiente, Fernando hizo una maleta y se fue al rancho que su abuelo tenía en Texas.
Fernando compró el primer billete que encontró y se marchó esa misma noche. No quería quedarse en su casa y pasarse el rato mirando la puerta.
Y tampoco quería cometer la estupidez de coger las llaves del coche y plantarse en casa de Lucero para decirle que aceptaba "seguir como hasta ahora". Si accedía a conformarse con eso, terminaría odiandola. Y si le suplicaba que le diese una oportunidad a su relación y ella accedía por lástima, sería ella la que terminaría odiandolo a él.
Lucero y él jamás existiría.
Ella lo había afectado tanto que en ese mismo momento estaba sentado en un avión rumbo a Texas en ves de seguir en Boston ocupándose de sus cosas y buscando la manera de olvidarla. Estaba furioso y la rabia fue aumentando durante el viaje.
¿Por qué diablos no habia discutido con ella? Antes discutían por las cosas más insignificantes, desde el nombre de un color hasta el deshielo de los polos, y la noche anterior había sido incapaz de decirle nada.
No, no había sido incapaz, no había querido decirle nada.
¿De qué servía que intentará convencerla? Si ella no sentía la misma necesidad que él de estar juntos, lo mejor sería que la olvidase cuanto antes.
Pero ¿de verdad no la sentía? ¿Iba a darle esos mismo besos y esa pasión a su próximo amantes? ¿A parker?
El avión aterrizó y cuando Fernando apareció por la puerta de llegadas encontró su hermano esperándolo.

--no hacía falta que vinieras Harry --le dijo Fernando abrasandolo.

--no digas tonterías fer, vamos, el abuelo está esperándonos.

Cuando Lucero entró en su apartamento después de que Fernando la dejara cenando en el Paper Moom con Quin y su esposa, se dijo que no notaría que él no estaba. Al fin y al cabo, Tim y ella habían estado juntos casi un año y cuando él se fue todas sus pertenencias entraron en una caja de cartón que seguía en el suelo de su armario.
Fernando no iba a tener una caja.
Cuando abrió la puerta tuvo que apoyarse contra ella para no caer al suelo. No podía respirar. Era como si Fernando se hubiese llevado todo el oxígeno con él. Miró hacia el comedor y tuvo que cerrar los ojos al recordar que él le había hecho el amor encima de la mesa. La cocina era todavía peor, allí él le había contado como empezó en el fútbol, y también estaban allí el día que él se fue después de oírla hablar con Pam por teléfono.
La primera vez que ella negó su existencia.
No sé sintió capaz de entrar en el dormitorio ni al baño. Le dolía mirar cualquier mueble, cualquier pared. Todo le recordaba a él.
Cuando Tim la dejó y anuló la boda, Lucero se preguntó por qué no se quedó destrozada y por qué no notó un horrible vacío cuando su prometido desapareció de su vida.
Ahora lo sabía. Tim no había entrado en su vida, y jamás había estado lo bastante dentro de ella como para destrozar nada.
Oh Dios, le fallaron las rodillas y se deslizó hasta el suelo. ¿Que había hecho?
Se llevó una mano al pecho para contener los latidos del corazón. Si sentía esa horrible agonía cuando Fernando y ella sólo llevaban un mes juntos, ¿que habría sucedido cuando él la dejase más adelante? No, había hecho lo correcto. Tarde o temprano, Fernando la habría dejado y ella jamás lo habría superado.
No, Fernando no tenía una caja, Fernando tenía un piso entero.
<<podrías ser la chica que salió con uno de los jugadores de los Pattiots y se casó con otro. O podrías dejarme tú a mi, tal y como estás haciendo ahora >>.
Rompió a llorar desconsolada.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora