Cap :56

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Ese fin de semana no solo fue el primero que pasaron juntos, sino que también marcó el funcionamiento de su relación. Sí, tenían una relación ;no sabían cómo llamarla, pero tenían una relación. Durante la semana se quedaban en el apartamento que Lucero tenía en la ciudad. El primer lunes, Fernando apareció sin avisar a la una de la madrugada y la resongó porque por su culpa ya no podía dormir en su casa si ella no estaba. Lucero sintió mariposas en el estómago y lo rodeó por el cuello con los brazos para besarlo y quitarle el malhumor.
Él interpretó el gesto como "hazme el amor encima de la mesa del comedor" y una hora más tarde los dos se quedaron dormidos en la cama.
Los fines de semana se quedaban en la casa de Fernando.
No salían nunca, de lunes a viernes Lucero salía  del programa demasiado tarde como para ir a cenar y él siempre la esperaba en el apartamento. Fernando de verdad sabía cocinar, y si no, cocinaba ella o pedían comida a domicilio. Él se pasaba los días completamente centrados en la fundación ;ahora que estaba con Lucero por fin podía consentrarse y las sujerencias que le hacía ella durante la cena o cuando desayunaban juntos le eran de mucha ayuda. Cada noche hacían el amor, a veces rápido e intenso, como esa primera vez contra su puerta(la cual Fernando estaba pensando en sacarla y hacer un monumento) ;otra veces lo hacían despacio y mirándose a los ojos mientras se entregaban el uno al otro. Fernando ni había vuelto a sacar el tema de Tim, pero cada vez que su amigo lo llamaba y le preguntaba por ella, tenía que morderse la lengua para no contarle lo que estaba pasando. Quizá no tuviera sentido, pero una parte de él seguía teniendo celos de Tim, a pesar de que una noche ella le había confesado que nunca había sentido por Tim lo que siente cuando está con él. Fernando quería exigirle a Tim que dejara de preocuparse por Lucero, que ahora ella le pertenecía y que estába decidido a cuidar de ella, pero se obligó a respetar su decisión y mantuvo silencio.
El sábado y el domingo no abandonaban la casa de Fernando porque apenas salían de la cama. Tanto él como ella tenían miedo de que aquello no fuese real ;habían pasado de odiarse a no poder quitarse las manos de encima. Y desde que se habían acostado no habían vuelto a discutir ni una sola vez. Sí, habían tenido sus pequeños roces, pero bastaba con que él le diera un beso, o ella lo tocase para que los dos se olvidarán del motivo que había ocasionado la riña.
En una palabra, eran felices. Y los dos, aunque ninguno se lo decía al otro, tenían miedo de que él mundo se entrometiese entre ellos y lo echase a perder todo.

Él mundo se entrometio unos días más tarde.
Era miércoles y fernando había pasado la tarde en la oficina de su agente deportivo repasando los detalles de su contrato para la siguiente temporada de fútbol. A lucero todavía no le había contado que, aunque los Patriots le habían ofrecido un contrato por varios años, él estaba decidido a retirarse después dela temporada entrante. Tenía treinta y cinco años y estaba en el mejor momento de su vida ;ya le había dedicado muchos años al fútbol, ahora quería dedicarselos a la mujer que amaba y a sí mismo. Se quedó petrificado en la silla de cuero de su agente. Amaba a Lucero, completa, definitiva e irremediablemente.
La espalda se le empapó de sudor.

--¿estas bien Fernando? --le preguntó su agente.

--si, por supuesto --contestó fingiendo leer otra hoja.
<<sólo que acabo de descubrir que estoy enamorado de la ex prometida de mi mejor amigo y no se si ella siente lo mismo por mi >>. Lucero tenía que sentir lo mismo, ella ya le había confesado que le gustaba, y también le había dicho que en la cama sentía lo que nunca había sentido con nadie más. Eso significaba que lo amaba ¿no?

Los entrenamientos comenzaban en dos semanas y Tim le había confirmado que volvía a tiempo, tanto si lo acompañaba Amanda y Jeremy como si no.

Tras despedirse de su agente, Fernando se fijo en la hora que era, y vio que Lucero estaba a punto de salir del trabajo. Él ya estaba en la calle, y uno de los restaurantes favoritos se encontraba a escasos metros de donde estaba. Fernando era un cliente habitual, y una celebridad, así que aunque se presentará sin reserva, seguro que les darían mesa. Sin dudarlo un segundo, sacó el móvil y la llamó.

--hola, soy yo --dijo cuando ella le contestó tras el primer timbre.

--hola tú ¿sucede algo? ¿Quieres que me pare a buscar algunas cosas antes de que me vaya a casa?

Fernando sintió un agradable calor en el pecho al oír la palabra "casa" y al comprobar que ella daba por hecho que él estaba incluido en esa definición.

--no, precisamente te llamaba para decirte que no estoy en casa. Acabo de salir de las oficinas de mi agente y he pensado que hoy podríamos cenar fuera.

--¿ah si?

Ella sonaba algo insegura, pero pensó que tal vez eran imaginaciones suyas.

--estoy a pocos metros de Peper Moon

--no tendrán mesa, hay que reservar con meses de antelación.

--lo sé, peor no sé si sepas que tu novio es el capitán de los Patriots

Lucero tardó unos segundos en responder y Fernando se negó a creer que era porque había utilizado la palabra "novio". A él personalmente le parecía un término muy infantil para definir la relación que tenía con Lucero, le gustaba mucho más la palabra "marido" o "pareja" pero había elegido esa palabra para no presionarla.
Y porque tenía miedo de que ella lo negase.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora