Cap :55

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Fernando y Lucero se despertaron a la mañana siguiente. Ella se quedó dormida enseguida y él, después de ir al baño para asearse, volvió a la cama y se tumbó a su lado. Cuando Fernando abrió los ojos y la descubrió mirándolo, durante un segundo sintió una opresión en el pecho, pero esta se desvaneció cuando Lucero le sornio y se acercó a darle un beso.
Volvieron a hacer el amor y cuando terminaron, él le pidió que se duchasen juntos. Era la opción más ecológica y Fernando se preocupaba mucho por el medioambiente. Lucero rechazó la invitación y cuando le dijo, sonrojada de los pies a la cabeza, que necesitaba un poco de tiempo para recuperarse, Fernando dejó que se duchase sola... Después de llenarle el cuerpo de besos.
Y decretó que lo de la ducha debían intentarlo más adelante.
Ninguno de los dos mencionó la intensidad con la que habían hecho el amor toda la noche, era como si hubieran decidido dar una tregua a sus sentimientos.
Fernando se duchó y fue a la cocina a preparar el desayuno, y allí fue donde lo encontró Lucero media hora más tarde, colocando los platos en la mesa de la cocina y cantando una canción sin afinar ninguna nota. Nunca lo había visto tan feliz, tan relajado y sintió una pizca de satisfacción al pensar que probablemente ella tenía algo que ver con ello.

--te he cogido prestada una camiseta --le dijo al entrar en la cocina --espero no te importe.

Él se dio media vuelta y quedó embobado mirándola. A Lucero le gustaban mucho las reacciones de Fernando, para nada estudiadas ni falsas. Tim nunca la había mirado con tanta sinceridad, claro que estaba segura de que ella tampoco lo había mirado como miraba a Fernando. Pasará lo que pasase con él, Lucero sabía que había tenido suerte de no casarse con Tim.

--no, por supuesto que no --contestó él tras unos segundos. Colocó unas cuantas tostadas en un plato y dejó una bandeja de cerámica con la mantequilla al lado --¿esta noche tienes que trabajar?

--no --contestó Lucero acercándose a él --tengo el fin de semana libre --se atrevió a añadir.

--perfecto --Fernando sonrió de oreja a oreja --¿que te parece si te quedas aquí? Podemos ir a tu casa a buscar lo que te haga falta, aunque si prefieres ir desnuda o utilizar mis camisetas no me opondré. --le dijo guiñandole un ojo.

--gracias, que detalle --le devolvió la sonrisa.

--esta noche podría cocinar algo...

--¿tu cocinas? --le preguntó levantando ambas cejas.

--Claro, mi madre es de Texas --contestó como si eso lo explicase todo.

--me rindo, no tengo ni idea de quien eres Fernando Colunga --señaló, pero al mismo tiempo se puso de puntillas para darle un beso en los labios --pero me gustas mucho.

--tú a mi también, Lucero Hogaza.

Tras esa pequeña confesión, que distaba mucho de lo que ambos sentían realmente, pero al menos era un principio, desayunaron y siguieron con esa conversación.

--anoche --dijo ella sonrojandose, aunque bebió un poco de café para disimularlo --no vine a verte para... --movió las manos sin saber que decir --para esto.

--Lu --se rio él con cariño --no me importa el motivo de tu visita, lo importante es que viniste y te has quedado.

--ya, bueno --carraspeo haciéndose la ofendida por la risa de él, pero Fernando se acercó para darle un beso y ella se olvidó de todo --¿que estaba diciendo? Ah sí--siguió --vine a verte porque averigüe que eres el fundador de la mejor jugada.

Fernando se atragantó con el café y Lucero se levantó para darle unos golpes en la espalda.

--¿estas bien?

--la próxima vez avisa, ¿cómo te has enterado?

--trabajo en un programa de noticias. No soy periodista, pero eh aprendido algo durante estos años. ¿Por qué no me lo habías dicho?

--¿cuando?

--antes --tenía que aprender a contener esos sonrojos. --ni yo misma me recuerdo la cantidad de veces que te acusé de ser un playboy egoísta y sin cerebro, o de pensar solo en ti. Podrías habérmelo dicho y tendría que haberme tragado mis palabras.

--sí, y probablemente no habrías vuelto a hablarme jamás --Fernando bebió un poco más de café antes de continuar --en cierta manera, nuestras discusiones, nuestros insultos, eran nuestra manera de tirarnos los tejos.

--¿de verdad lo crees?
Fernando se encogió de hombros.

--prefiero creer eso a pesar que soy tan idiota que no me había dado cuenta del que el motivo por el que no podía soportarte era por que te deseaba.

--ah bueno si es por eso... --una parte de ella se sintió muy halagada porque Fernando le hubiese confesado sin más que la deseaba o, mejor dicho, que llevaba tiempo deseandola, pero la otra pasé preguntó si eso era lo único que sentía por ella. El modo en que le había hecho el amor toda la noche hablaba de algo más, aunque tal vez fuesen imaginaciones suyas. Si fuese una mujer más valiente quizá sería capaz de preguntárselo, pero no lo era y siguió con el tema de antes... --¿por qué insistes en mantener el anonimato en la fundación?

--porque no lo hago por la fama o para que la gente crea que soy buena persona. Lo único que me importa son los niños de esos barrios a los que ayudamos, ellos saben quien soy y saben que pueden contar conmigo y con los recursos de la Fundación. Los demás pueden pensar de mi lo que quieran.

Lucero se quedó mirándolo un largo rato, hasta que dejó la tostada que tenía en la mano en el plato, se levantó y se acercó a él para besarlo. Al terminar el beso se apartó y le dijo :

--eres un hombre excelente, Fernando y te pido perdón por haber pasado lo contrario.

A él le costó encontrar la voz.

--gracias, pero no lo soy tanto. Más de la mitad de los insultos que me has lanzado son verdad, Lucero. Y me porté como un cretino contigo. Además de llamarte todas esas cosas, le dije a tim que no se casase contigo ¿que clase de persona hace eso? --le preguntó preocupado de verdad --antes creía que lo hacía porque era muy buen amigo y porque no quería que Tim cometiese un error, pero ahora creo que lo estaba haciendo por mi.

--Tim y yo habríamos cometido un error al casarnos.

--lo sé, pero no sé si yo lo decía por eso, o porque en mi subconsciente te quería para mi.

Lucero comprendía perfectamente lo que Fernando estaba intentando decirle y respetó su sinceridad.

--eso ya no importa ¿no crees?

Él entrelazó los dedos de una mano con los de ella.

--quiero contarle a Tim que estamos juntos--le dijo mirándola a los ojos --quiero que lo sepa todo el mundo, Lucero.

Lucero tomó aire y apretó los dedos de Fernando antes de hablar.

--de acuerdo, se lo contaremos cuando vuelva --accedió ella, ansiosa por dar el tema por terminado.

--Tim me llama de vez en cuando --insistió él --no sé cuando volverá.

--¿no crees que deberíamos decírselo en persona?

Fernando la miró e, igual que la noche anterior, la encontró nerviosa. <<tienes que ser paciente >>le recordó una voz en su interior. Tim y ella iban a casarse, era normal que no quisiera decírselo por teléfono.

--de acuerdo --aceptó resignado --se lo diremos cuando vuelva.
Le soltó la mano y terminaron de desayunar.

Iba a encontrar el modo de quedarse para siempre con esa mujer.

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Aquí les dejo un nuevo capítulo.
¿Que creen que opine tim al enterarse de esta relación?

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora