Lucero
--no puedo casarme contigo porque ya estoy casado.
No era una frase difícil. Es una frase sencilla en realidad.
Y muy complicada al mismo tiempo.--¿que has dicho?
Tim desliza el pulgar por encima de los nudillos de la mano que me sujeta y yo me suelto de repente.
Mi cerebro no ha asimilado muy bien lo que acaba de decirme, pero mi cuerpo sabe que no quiero que siga tocandome.
Cierro los dedos y lo miro directamente a los ojos.--ya estoy casado, Lucero, lo siento.
Tendría que abofetearlo, se que tendría que hacerlo. Es lo que se merece. Pero no quiero hacerlo y cuando comprendo que él acaba de decirme que estaba casado con otra mujer y que a mi no me molesta lo suficiente como para pegarle, se me rompe el corazón.
Iba a casarme con él.
Me resbala una lagrima por la mejilla y veo que Tim levanta una mano para secarmela, pero se detiene antes de tocarme y se aparta.--Lo siento, Lucero. -- repite.
--¿cuando? ¿Por qué? --le pregunto. Sé que tiene que haber una explicación.
--hace muchos años. Porque la amaba.
Esa segunda frase me quita el aliento. A mi Tim nunca me ha dicho que me ama, solo dice que me quiere. Tal vez sea una distinción semántica, pero dentro de este coche parado en una calle de Boston de noche tiene todo el sentido del mundo.
--tú me pediste que me casara contigo. -- le recuerdo furiosa de repente. Sí, no me ha roro el corazón, pero me siento como una estúpida, como una boba, como un segundo plato.
Y me ha mentido. Me ha engañado, no solo me ha ocultado que ya está casado, sino también que es capaz de amar, que no es el hombre práctico que decía querer una vida tranquila a mi lado.--sí. -- suspira y se pasa las manos por el pelo. Y en ese gesto veo más emoción de la que ha impregnado en muchos besos, patético.--no sabía que Amanda y yo seguíamos casados.
Amanda. Ella se llama Amanda.
La mujer capaz de hacer que Tim se despeine se llama Amanda.--¿como lo has sabido?
Tim me mira y me doy cuenta de que no deja de mover nervioso una rodilla.-- al pedir los papeles para casarme contigo --me contesta sincero --yo creía que estábamos divorciados.
--y no lo estais --añado entre dientes.
-- no, no lo estamos.
Lo miro y me sigue pareciendo muy guapo, pero por primera vez me doy cuenta de que me da rabia que no se despeine por mi.
Qué no mueva nervioso una rodilla de las ganas que tiene por estar conmigo.--y crees que eso significa algo. -- adivino. En ningún momento me ha dicho que quiere divorciarse de esa Amanda, ni que retrasemos la boda hasta entonces. -- y quieres ir a buscarla -- digo casi para mí misma.
--sí.
Un rato después, el coche, que ha reanudado la marcha, aminora la velocidad y deduzco que estamos llegando a nuestro destino.
Miro por la ventanilla y reconozco la silueta de mi edificio.
Me reconforta ; acabo de descubrir que iba a casarme con un hombre al que no amo, y que no me ama a mí... Y quiero estar sola.--tendré que irme del país durante unos días. --me dice de repente. --yo me ocuparé de comunicárselo a la prensa.
No puedo seguir en ese vehículo ni un segundo más.
No puedo respirar.--haz lo que quieras.
Noto el vacío que crece en mi interior, carcomiendome.
¿Que diablos me pasa? ¿Como es posible que haya estado más de un año con un hombre tan maravilloso y que al mismo tiempo me importe tan poco? ¿Acaso soy incapaz de sentir, de enamorarme? ¿Y él? ¿ Por qué iba a conformarse conmigo?
El nudo que me oprime el pecho se estrecha al comprender algo mucho peor :¿por qué Tim no se ha enamorado de mí ?
Agarro la manija del coche y empiezo a abrir la puerta, pero Tim me sujeta del antebrazo.--¿Lucero?
Me giro despacio, pero mantengo silencio.
No quiero ponerme a llorar delante de él. Seguro que me consolaría y entonces todo sería mucho más humillante.--lo siento. -- me acaricia el brazo despacio. -- habría intentado hacerte feliz.
-- no estés tan seguro-- le contestó furiosa, y veo que él me mira sorprendido. -- no me has pedido que te acompañe ni que pospongamos la boda. --se me escapa una risa amarga. --lo habría hecho, ¿sabes? Soy así de idiota.
--tu no eres idiota, Lucero.
-- llamalo como quieras, Tim, pero cuando has visto ese mensaje no has tardado ni media hora en romper conmigo y anular la boda. -- sujeto la manija con fuerza. --así que no estés tan seguro de que hubieras intentado hacerme feliz. Yo no lo estoy.
--te mereces a alguien que lo intente.
Eso no, eso sí que no. No voy a tolerar que me tenga lástima.
Lo abofeteo. Me siento mejor.
No espero a que me diga nada más, abro la puerta y salgo corriendo.
A pesar de lo que le he dicho y de la bofetada, sé que Tim habría intentado que nuestro matrimonio funcionase y, probablemente, lo habría logrado durante un tiempo, pero ¿me habría bastado con eso?
¿Me habría dado cuenta algún día que no estábamos enamorados de verdad?
ESTÁS LEYENDO
Las reglas del juego #LC
RomanceLucero Hogaza tiene la vida perfectamente planeada y está a punto de conseguir lo que quiere : va a tener su propio programa de noticias económicas y en dos meses va a casarse con un hombre maravilloso. Pero una noche Tim cancela la boda y la abando...