Cap 13

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Fue por el móvil, que había dejado conectado en la entrada y, cuando vio el nombre que aparecía en la pantalla quedó perpleja : Fernando colunga, se quedó confusa durante unos segundos.

-- pero ¿qué diablos está haciendo? --se dijo en voz alta al comprender por qué la llamaba. Seguro que Tim había llamado a su mejor amigo para contarle que se iba a París y colunga llamaba para regodearse.
La llamada fue a dar al contestador y Lucero soltó el aliento que no sabía que estaba conteniendo.
Él muy terco volvió a llamar en cuestión de segundos. Lucero miro el móvil como si fuese una serpiente envenenada y ni siquiera lo tocó. El contestador volvió a entrar en acción y Lucero dio por concluida su agonía.
El muy estúpido volvió a llamar.

--no va a parar --farfulló, recordando lo terco que siempre había sido Fernando colunga, y descolgó -- no vuelvas a llamarme. Ya tienes lo que querías.
Y colgó.
Lucero suspiró aliviada y observó con detenimiento el móvil para asegurarse de que no había ningún mensaje de Tim escondido en alguna parte.
¿De verdad quería que Tim la llamase y le pidiese perdón?
¿Ahora que sabía que no estaba enamorado de ella?.
Oh, si, Tim había sido muy sencible y se había comportado como todo un caballero. En la limusina, cuando empezó a hablar, lo primero que le dijo fue que ella no tenía la culpa de nada. El típico " no eres tú , soy yo". El asumió toda la culpa, cierto, pero también le dejo claro que se iba y que ella no podía hacer ni decir nada para hacer que cambiará de opinión.
Porqué por ella no sentía una pasión irrefrenable. Eso no se lo había dicho, pero a ella le había resultado muy fácil deducirlo.
Pero ya nada de eso cambiará, Tim hecho a perder todo por la borda, quizá fueron los dos, aferrándose a una relación que no era para ellos.
La vida no era como en las películas. Ella era una mujer lista e inteligente que sabía lo que quería. Tenía un buen trabajo y pronto conseguiría su propio programa, y algún día conocería a un hombre sensato con quien compartí su vida y formar una familia. Y si nunca hacia el amor bajo la lluvia, mucho mejor, a ella no le gustaba pasar frío, y seguro que se resfriaría.
Tenía que ducharse, desayunar y preparar el programa de esa noche, pero antes tenía que llamar a sus padres. No sabía cuánto tardaría la prensa en enterarse de qué Tim y ella no iban a casarse y estaba segura de que no mucho más, y no quería que sus padres recibieran así la noticia.
Respiró hondo y marcó el número de su madre.

--hola, Lucero, cariño.

--hola mamá.

--¿que te pasa?

--¿solo he dicho "hola mamá" y ya sabes que me pasa algo? --le preguntó atónita.

-- normalmente me llamas Lisa.

A Lucero le dio un ligero vuelco en el estómago y se sintió culpable, como le sucedía siempre que algo le recordaba lo mal que le había hecho pasar a Lisa al principio.

--además, tu siempre llamas los domingos por la tarde y los miércoles de mañana. Hoy es sábado -- explicó Lisa sin más.

--¿y por eso crees que me pasa algo? Tal vez solo me apetezca hablar contigo.

--¿por eso me llamas, por que te apetece hablar conmigo? -- le dijo su madre ( esa mujer se había ganado el título a pulso) con una sonrisa que Lucero no podía ver, pero si oír.

-- no, bueno... Si.

--¿ por cual te decides Lucero?

El tono en el que le hablo Lisa, le recordó a cuando era una adolescente difícil e insistía en plantearle cara a la mujer que se había casado con su padre y había cometido la osadía de intentar ayudarla. Era un milagro que Lisa no sólo se haya quedado, sino que además se hubiese atrevido a darle dos hermanos.
Esa mujer era la viva imagen de la paciencia y la tranquilidad. Y tenía amor para dar a todos.
A veces Lucero incluso creía que su madre había elegido desde el cielo a esta mujer para terminar el trabajo que ella había inconcluso en la tierra.

--Tim y yo hemos anulado la boda --le dijo la frase que estaba convencida que iba a utilizar Tim en el comunicado de prensa. Sí, era evidente que no estaban enamorados, pero nadie podría negar que lo conocía muy bien. --¿Mamá?

--oh, cariño, lo siento. -- a pesar de los años, Lisa seguía emocionandose cuando oía esa palabra, y se le notaba en la voz. --¿ habeis discutido? Seguro que sólo son los nervios de la boda y pronto se arreglarán las cosas, ya lo veras.

--no, mamá. No se arreglarán. --Lucero suspiró. --Tim se ha ido a París a recuperar a la mujer con la que se casó hace nose cuántos años y al parecer se le olvidó comemtarmelo.

--oh, Dios mío.

--no puedes decírselo a nadie, Lisa. Se lo prometí a Tim -- y Lucero siempre cumplía sus promesas.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora