Cap 24

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Pasaron varios segundos así, Fernando creyó poder escuchar la respiración de ella, ¿o era la suya? No podían quedarse allí sin hacer nada con esa tensión flotando en el aire, uno de los dos tendría que ser el primero en reaccionar.
Fernando se dio vuelta y encontró a Lucero apoyada en la pared, mirándolo más confusa que antes.

--te dejaré aquí los bombones --dijo Fernando cuando consiguió tragar saliva. Miró a ambos lados y optó por dejar la caja con su lazo naranja encima de una mesa repleta de papeles desordenados.
¿Lucero desordenada?
¿Acaso ella no era adicta al orden?
Maldita sea, que equivocado estaba, y que loco lo estaba volviendo está mujer.

--¿por qué me has comprado bombones? --le preguntó ella ajena a lo que pasaba en la mente de él.

Fernando se encogió de hombros, no era que no quisiera contarle, era que no sabía cómo.

--¿y por qué has venido a verme? -- Lucero se apartó un poco de la puerta y fue hacia él. Ahora estaban tan cerca que Fernando no podía dejar de mirar esa peca que últimamente lo tenía tan fascinado. -- en el año y medio que nos conocemos nunca has venido a verme, Quin a venido a verme un día que salió de la entrevista, pero tu nunca has mostrado un mínimo interés por mi trabajo.

Esa última frase sonó a reproche.

-- eso no es verdad.

A Fernando le dio la necesidad de defenderse. A él siempre le parecía que Lucero tenía un don para explicar los enredos de la economía.

--ah bueno, si tienes razón, ahora que me acuerdo en una fiesta me dijiste que mi sección era peor que no mirar nada en el televisor. Ah!! Y hubo también una ocasión en la que me dijiste por que tenía que salir a diario. Tus palabras exactas fueron, si no me falla la memoria, que las noticias económicas tenían que ser como ir al dentista, que con una vez al año es suficiente.

Lucero entonces se apartó de él y se dirigió hacia la mesa donde Fernando había dejado la caja de bombones. Tiro de la tarjeta de la pastelería que había debajo del lazo naranja : Chocolat Factory.
Su chocolate favorito.
Mientras Lucero observaba absorta la tarjeta que tenía en mano, Fernando no podía dejar de pensar en todo lo que ella le había echado en cara. Sí, el había dicho todas esas cosas, la primera fue en un baile que organizó la familia de Tim donde ella apareció radiante y se negó a mirarlo toda la noche.
La segunda se la dijo en una barbacoa organizada por otro jugador de los Patriots en la cual ella le preguntó si su acompañante tenía edad suficiente para enfrentar en un casino.
Mierda.
Ahora sabía que se lo había dicho porque en aquel preciso instante había tenido que morderse la lengua para no afirmar que hasta que ella no se fijará en él, saldría con todas las animadoras del estadio.
Que estúpido había sido, no sólo había dejado que su mejor amigo saliese con la única mujer que al parecer le importaba, sino que se las había ingeniado para quedar como un cretino delante de ella durante todo un año.
Era lógico que Lucero lo odiase se lo había ganado a pulso.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora