Cap 69

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Fernando abrió los ojos muy despacio y notó dos cosas :la primera, que tenía un impresionante dolor de cabeza ; y la segunda, que Lucero estaba dormida a su lado hecha un ovillo.
Parpadeo dos veces e intentó moverse, y un horrible dolor le cruzó la parte posterior del cráneo y le llegó hasta el brazo derecho, que tenía inmovilizado.
Intentó contener la reacción de su cuerpo,pero no lo consiguió y ella se despertó y se apartó de su lado como si se estuviese quemando.
Fernando enrrecerró los ojos y apretó los dientes para ver si así aminoraba el dolor y cuando volvió a abrirlos vio que Lucero estaba sentada en una silla que había al lado de la cama, completamente sonrojada.

--¿donde estoy?-- Farfulló

--en el hospital --contestó ella mirándolo preocupada y mordiéndose el labio inferior, como hacia siempre que estaba nerviosa --¿quieres que llame a un médico?

--no, de momento no --dijo él apoyando la cabeza en la almohada y cerrando los ojos de nuevo.

Fernando tomó aire y notó que ella le acariciaba el pelo. El gesto tan cariñoso lo llevó a mirarla y la emoción que vio reflejada en el rostro de Lucero le cerró la garganta. Ella lo vio tragar y le ofreció agua.

--sí, gracias. --aceptó Fernando, y lo lamentó al instante porque Lucero se apartó para ir a buscarle un vaso.

Por suerte cuando regresó lo ayudó a incorporarse y volvió a tocarlo.
Fernando suspiró, y le dolió porque recordó la angustia de nk estar a su lado.

--ahora lo entiendo --le dijo Lucero adivinando milagrosamente lo que Significaba el suspiro de Fernando. --tu también eres el único que me hace sentir --le resbaló una lagrima por la mejilla y se la secó sin hacerle caso --incluso antes de... Cuando estaba con Tim, siempre que me tocaba me quedaba grabado en la memoria, en la piel ;me rozaste la mano al pasar por mi lado en la boda de Quin, me tocaste la espalda para apartarme en uno de los pasillos del estadio en el quinto partido de la temporada pasada, tu pierna izquierda estuvo al lado de mi muslo derecho cuando le entregaron a Tim el premio al mejor jugador de la liga.

Fernando carraspeo. El dolor de cabeza había ido cediendo espacio a los recuerdos de lo que había sucedido la última vez que se vieron.
Ella estaba allí ahora, y era más que evidente que estaba preocupada por él, pero Fernando no se veía con fuerza Para volver a oír como ella le decía que él acabaría dejándola.

--¿cómo acabó el partido?

--lo anularon hace dos días.

--¿ dos días?

Lucero se sentó en la cama y le agarro la mano para entrelazar los dedos con los suyos. Parecía fascinarle ver sus manos entrelazadas. Tenía la mirada fija en sus dedos, en cómo encajaban los unos con los otros, los de él fuerte y magullados, los de ella delicados y menudos.
Entonces Fernando se dio cuenta.
Ella nunca lo había agarrado de la mano antes.
Dios mio. Había besado a esa  mujer hasta quedarse sin aliento. Le había hecho el amor como un loco de pie contra la puerta de su casa. La había desnudado en la cocina y la había poseído durante horas. Y ella había hecho exactamente lo mismo con él...
Y aunque jamás olvidaría ninguno de esos momentos, de esas caricias, o de esos besos, ninguno le había significado tanto ni le había hecho tanto daño como que ahora le diese la mano.

--no deberías hacer esto --dijo Fernando rompiéndole el corazón --puede entrar una enfermera en cualquier momento y seguro que se lo contará a alguien. Por no  hablar de los periodistas que...

Lucero levantó las manos entrelazadas y Fernando se quedó en silencio al ver que ella le besaba los nudillos y después apoyaba la mejilla en el torso de la mano.
Dios, no podía respirar, menos mal que ya estaba en un hospital.
Lucero lo miró y sin decirle nada inclinó la cabeza hacia él y lo besó suavemente en los labios. Después, se puso en pie y le soltó la mano. Fernando se dijo que no importaba, que ya sabía que lo suyo iba a terminar así. Él mismo le había dicho en el ascensor que tenían que seguir cada uno su camino, y si se iba ahora al menos tendría ese recuerdo para siempre.
Cogio aire y se obligó a ser fuerte y no decir nada más.
Lucero no se fue. Se acercó a una mesa que había en una esquina y Cogio un montón de periódicos y revistas que había encima. Se los llevó a la cama y los dejó con cuidado encima del regazo de Fernando.
Él tardó unos segundos en reaccionar, en comprender que era lo que tenía que hacer, hasta que agarró el primero y se lo acercó a los ojos para leer.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora