Lucero pantalones de acero llevaba la espalda completamente al descubierto y un precioso y eterno collar de perlas le resbalaban por la piel.
Al parecer mientras el bebía la copa ella se había dado media vuelta y ahora Fernando lo único que veía era su larga e interminable columna vertebral. Desnuda. Con perlas rosadas que le acariciaban las pecas y parecian desprender calor. Llevaba el pelo recogido como de costumbre, pero en la nuca se le había soltado un mechón que le acariciaba los hombros. Tenía una peca justo alado de la sexta vértebra y el vestido era tan escotado que incluso se insinuaba el nacimiento de las nalgas.
Fer trago saliva y apretó los dientes. No podía respirar. ¿ Qué diablos le estaba pasando? Esa era Lucero, la mujer más odiosa sobre la faz de la tierra, y la prometida de su mejor amigo. ¿ Qué hacía vestida de esa manera? Se giro de nuevo hacia la barra, al menos así no la vería, y notó que estaba excitado. Ah, no, eso sí que no. Eso era una reacción tardía a la rubia o al whisky. O a cualquier otra cosa.
-- sírvame otro whisky -- le pidió al camarero. Y entonces vio que este caminaba hacia Lucero con una chaqueta de mujer en la mano.-- lo siento mucho, señorita Hogaza -- dijo nervioso el chico entregándole la prenda de ropa. -- nose que me ha pasado, nunca se me había caído así una copa. Lo lamento muchísimo, la mancha casi ha desaparecido del todo, pero insisto en que me mande la factura de la tintorería.
Fer observó la escena con atención, convencido de que pantalones de acero exigiría hablar con el superior del camarero y que, cuando este apareciese, le pediría la cabeza del joven en bandeja de plata.
-- no diga tonterías. -- fue lo que le dijo Lucero sonriendo al camarero para intentar tranquilizarlo. Y dejando a Fernando completamente atónito. -- podría haberle sucedido a cualquiera. No se preocupe lo más mínimo, de verdad. -- le sonrió otra vez.
Fernando tardó varios segundos en darse cuenta de que por fin podía volver a respirar y cuando el aire le lleno los pulmones dedujo que se debía a que Lucero que había cubierto la espalda y volvía a parecer la de siempre. Ahora las perlas colgaban por delante, encima del vestido, y no en la piel desnuda, convirtiéndola la mujer más sensual que había visto nunca.
Menos mal.-- ¿podría servirme el whisky si ya se cansó de mirar a la señorita?.
La pregunta le sonó mal incluso a él, pero esa noche se estaba volviendo más rara cada segundo que pasaba y tenía que hacer algo para recuperar la cierta sensación de normalidad.--por supuesto, señor colunga -- el joven asintió avergonzado y se apresuró a servirle la copa.
-- no hacía falta que fueses tan maleducado-- le respondió Lucero cuando el camarero se alejó unos metros. -- a este chico ya le ha tocado suficiente esta noche.
Fernando suspiró y no tuvo más remedio que ceder un poco. Levantó la mano que tenía apoyada en la barra y se frotó la frente unos segundos con los dedos.
-- yo tampoco he tenido una buena noche que digamos-- se defendió en voz baja.
--pero tu te iras a dormir a tu lujosa cabaña y mañana saldrás con esa rubia de antes y te gastará más de lo que ese chico ganará en un mes.
-- ¿y eso es culpa mía?
No sabía que Lucero tenía tan mal concepto de él y le molestó confirmar que era así.-- tampoco es culpa de ese chico-- insistió Lucero-- haber nacido en una familia rica y ser jugador de fútbol no te da derecho a tratar al resto como si fuesen tus sirvientes.
-- yo no hago eso, además aquí es tu prometido el que tiene mucho más dinero que yo, así que no me vengas con juicios morales señorita bolso de tres mil dolares -- El sabía perfectamente que Lucero no estaba con Tim por su dinero, y que se había ganado su buena reputación como periodista, pero estaba dolido. Y harto.
Y furioso, tanto que, sin darse cuenta, se levantó del taburete y se acerco a Lucero.--mi bolso no vale tres mil dólares-- sentenció ella entre dientes.
Se miraron a los ojos, y a Fernando le pareció que los de ella estaban distintos, que brillaban de un modo especial, ¿ que había puesto allí ese brillo?, ¿ Tim? Noto una horrible presión en el pecho y cerró el puño que mantenía encima de la barra. ¿Lucero siempre había tenido esa peca en la cara?
<<deja de mirarla, fer >>
¿ Por qué la miraba de esa manera? Sí, ellos dos siempre habían discutido, pero en el fondo fer siempre creía que su relación tenía cierta gracia, ¿ relación? Sacudió la cabeza.-- fer, me alegro de que hayas llegado-- los interrumpió Tim dándole una palmada en la espalda. -- estamos sentados en la misma mesa-- anunció ajeno a la tensión que vibraba entre su amigo y su prometida.-- ¿ me permites que te acompañe, cariño? -- le tendió el brazo a Lucero, que aceptó gustosa.
Tim no se dio cuenta de que fer no le había dicho ni una sola palabra, ni de que en realidad era incapaz de hablar, y se alejo de allí con Lucero.
Fernando esperó a que la pareja hubiese entrado en el salón del restaurante para apartarse de la barra y respirar profundamente.
Esa noche sin duda iba de mal en peor.
Vacío el whisky, se quedó allí hasta que ya no pudo seguir retrasandolo y se dirigió resignado hacia la mesa.
Deseo con todas sus fuerzas que Lucero le quedase lo más lejos posible ;todavía le dolía respirar y no quería plantearse el porque.
Y alguien respondió a sus plegarias. Gracias a Dios. Fer paso el resto de la velada sentado entre la esposa de Quin, una chica de lo más agradable y la rubia de antes, que no lo era en lo más mimimo, y que no se llamaba ni tiffany, ni Jennifer, sino kelly. Al menos había acertado en algo.
La comida fue deliciosa y poco a poco se fue dejando llevar y noto que su cuerpo y su mente iban relajandose, gracias al alcohol y la conversación completamente insulsa de la rubia. Por suerte Lucero volvía a parecerle la estirada de siempre y el efecto que le había causado antes había desaparecido por completo.
La cena llegó a su final y la mano de kelly apareció repetinamete en su muslo por debajo del mantel. El tardo unos segundos en asimilar las intenciones de su compañera de mesa y cuando lo hizo comprobó, que su cuerpo se negaba en reaccionar, joder, estaba más cansado de lo que creía, y si kelly seguía subiendo la mano al interior de su muslo, lo notaria y eso era una humillación que ni estaba dispuesto a soportarlo esta noche.
-- un brindis-- dijo cogiendo la copa mientras se ponía de pie.-- por los Gigants, los jodidos cretinos que nos han robado la super Bowl.
Tim lo miro y enarcó una ceja, fer se limitó a encogerse de hombros y mirar de reojo a kelly-- por los Gigants, unos jodidos cretinos. --lo siguió Tim, y acto seguido el resto de los ocupantes de su mesa, y del salón, igual que kelly, que ni tuvo más remedio que apartar la mano de la entrepierna de fer.
Suspiró aliviado, aunque la tranquilidad le duró poco, por que notó que pantalones de acero lo fulminaba con la mirada. ¿ Porque?, ¿ y por qué diablos no podía respirar de repente?. Maldita fuera. Lucero y toda esa gente podían irse al infierno. Literalmente.Fernando se fue al baño para refrescarse un poco. Esa noche realmente estaba poniendo a prueba su paciencia. Y si molly, perdón kelly, lo seguía no se haría responsable de lo que le pudiera decirle.
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Las reglas del juego #LC
RomanceLucero Hogaza tiene la vida perfectamente planeada y está a punto de conseguir lo que quiere : va a tener su propio programa de noticias económicas y en dos meses va a casarse con un hombre maravilloso. Pero una noche Tim cancela la boda y la abando...