cap 15

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Más serena después de la ducha, Lucero razonó el incidente (el llanto descontrolado bajo el agua) diciendo que últimamente había estado sometida a mucha presión y que el hecho de que necesitase desahogarse era lo más normal del mundo. No volvería a pasar. Ahora ya era la de siempre, afirmó en su mente con convicción tras mirarse en el espejo del baño por última vez antes de ir en albornoz hasta el dormitorio. Allí terminó de secarse y se vistió con unos pantalones de algodón negro para estar más cómoda, una camiseta con unos diseños estampados, se dejo el pelo suelto y se preparo un café y unas tostadas con mantequilla.

Iba a enderezar su día y su vida entera, y comer algo dulce era un buen principio. Empezó a hacer planes y justo cuando iba a darle un mordisco a la segunda tostada alguien llamó a la puerta.
¿Quién podía ser? Ella vivía en el séptimo piso de un elegante bloque de apartamentos con vista a los jardines de Boston y casi recibía visitas.

Cuando se mudo a la ciudad le costó mucho encontrar un lugar que le gustara, pero le bastó con entrar a ese apartamento para saber que iba a quedarse allí. Muy poca gente sabía donde vivía, per no mencionar que el portero del edificio no dejaría pasar a ningún desconocido sin llamarla antes por teléfono. Por lo tanto eso significaba que solo podia ser pamela o Tim, aunque Tim tenía llave <<no, se corrigió mentalmente. Me la devolvió en el coche.>>. Tal vez hubiera sucedido algo en la emisora. Se puso de pie y se dirigió hacia la puerta y cometió el error de abrir sin mirar antes por la miradilla.
Si lo hubiese hecho, se habría ahorrado un disgusto.
Y él no habría tenido tiempo de levantar el brazo y bloquear la puerta ;ella se la habría cerrado en las narices.

--¿que diablos estas haciendo aquí? --le preguntó furiosa, estrangulandolo con la mirada.

--se lo de Tim --le dijo Fernando colunga sujetando la puerta con una sola mano.

--¡por supuesto que lo sabes! --exclamó Lucero con una risa burlona -- y has venido a regodearte.

--no.

--¿no?

--no --dijo mirándola a los ojos serio. --no he venido a regodearme, Lucero.

A Lucero se le llenaron los ojos de lágrimas. Sí el cretino de Fernando Colunga estaba dispuesto a no discutir, era señal de que tenía peor aspecto del que creía.

--vete de aquí --farfulló intentando cerrar de nuevo la puerta. --al menos ya no tendremos que vernos más, tu amigo ha escapado de mis garras. --añadió sarcástica mientras se secaba la lagrima solitaria que le resbalaba por la mejilla.
El siguió el recorrido de la gota con la mirada. De hecho parecía tan confuso que en otras circunstancias Lucero se habría reído.

--Lucero --susurró Fernando casi sin darse cuenta.

--¿que pasa? --le retó ella. De entre todas las personas del mundo que no quería que la viesen llorar, Fernando colunga ocupaba el primer lugar en la lista. --¿acaso creías que era tan Frigída que ni siquiera podía fabricar lágrimas?.

Jamás se había olvidado de aquella conversación que oyó por accidente. Jamás se había olvidado de que Fernando la llamó así.

Fernando se quedó mirándola como si la estuviese viendo por primera vez en la vida. Y tal vez fue eso lo que en realidad vio.

Lucero llevaba el pelo suelto y lo tenía un poco mojado, y tenía una mancha de mantequilla en el rostro, junto a la comisura del labio. A juzgar por el hinchazón de los ojos era evidente que había estado llorando. E iba vestida con pantalones negros y una camiseta estampada negra. Estaba hecha un desastre, no se parecía en absoluto a la Lucero que el solía ver en televisión (aunque siempre lo negaba él todos los días miraba su sección), o en los actos sociales que asistía con Tim.
La Lucero que tenía delante era la misma que lo había esperado en el baño de L'Escalier. Era una mujer real, una mujer de carne y hueso que acababan de romperle el corazón y que se estaba aferrando a su orgullo para no derrumbarse delante de él.
Fernando se quedó perplejo al darse cuenta que en aquel preciso instante y con aquel único gesto, Lucero acababa de ganarse su respeto. El impacto logró incluso sacudirlo físicamente y apartó ligeramente la mano de la puerta. No sabía que hacer.

--¿y bien? --le dijo ella. --ya me has visto llorar, misión cumplida. Pantalones de acero, la reina del hielo, la mujer más Frigída del mundo, o como quieras que me hayas llamado últimamente, ya no se casará con tu mejor amigo. No tendremos que volver a vernos nunca más,fernando. Espero que algún día alguien te haga sentir la humillación que siento yo ahora. Hasta entonces, disfruta del momento y... --trago saliva y apretó los dedos alrededor del pestillo. --y cuida de Tim.

Fernando por fin reaccionó y volvió a levantar la mano. Le estaba temblando y la dirigió despacio hacia el rostro de ella. Habría podido tocarle la mejilla y capturar unas lágrimas, pero acercó el pulgar al labio de Lucero y le limpió los restos de mantequilla.

Ella se quedó sin aliento;y el notó el instante exacto en que ella volvió a respirar porque sintió el aire acariciandole la yema de los dedos. Pero a excepción de ese gesto Lucero se mantuvo completamente inmóvil.

--tu quieres a Tim verdad. --afirmó sorprendido, como si nunca antes se le hubiese ocurrido plantearse esa opción. Tal vez creyera que no hacían buena pareja o que Tim no estaba enamorado de ella como lo había estado de Amanda,pero jamás se le había pasado por la cabeza preguntarse que sentía Lucero.
Hasta aquel instante.
¿Estaba muy enamorada de Tim? ¿Le había roto el corazón de un modo irreparable?
La horrible presión que le cerraba el pecho se intensificó y apartó la mano con la que le había tocado la comisura del labio. Tenía la sensación de que la piel le quemaba y cerró los dedos para retenerla un poco más.
Jamás había sentido nada similar.

--por supuesto que lo quiero, iba a casarme con él. --trago saliva y vio que Fernando seguía en silencio. --Aunque no te preocupes, no voy a ir tras él.

--lo siento, Lucero. --la miró a los ojos y retiróla mano de la puerta <<iba a casarse con él, no iba a ir tras él.>>
No lograba encontrarle sentido a ningúno de los pensamiento que se le cruzaban por la mente.
Seguía costandole respirar y no podía dejar de mirarla a los ojos.

Las reglas del juego #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora