Capítulo 89: Me da igual lo que me ocurra.

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—Espera, ¿por qué está llorando? —inquirió Denki extrañado.

—N-No es nada —dijo rápidamente el de cabello verde, recuperándose—. ¡Pasad! Me alegra veros por aquí... 

Y, tras los saludos, conforme iban pasando hubo algo de lo que Izuku se acababa de percatar. 

Tsuyu estaba cargando a Uraraka. 

[...]

Midoriya tenía muchas cosas en mente. No sabía por qué Uraraka estaba allí si la última vez que la vio había sido con aquella joven rubia. Tampoco podía dejar de pensar en las palabras de Katsuki, y lo de que todos los schiavus serían asesinados al día siguiente le preocupaba demasiado. 

Sin embargo, en ese momento no estaba solo. Tenía amigos con los que hablar de ello y decirles lo que debía hacer esa misma noche; y eso hizo. 

Primero Kirishima y los demás le sacaron de dudas respecto a lo de Ochako, y después hablaron sobre la muerte de todos los schiavus y el plan que Iida le había encomendado en la carta. 

Todos se encontraban en el salón hablando del tema. Ochako era la única que se mantenía alejada. Por más que le habían insistido, ella permanecía en el suelo, apoyada en una de las estanterías de Izuku y pensando en una única cosa; volver a ver a Himiko. 

—¿Esta noche...? —dudó Eijirou sin comprender cómo iban a liberar a miles de personas. 

—Sí, pero preferiría ir solo —comentó Izuku—. No quiero perjudicaros. Y, además, si algo sale mal, me gustaría que hubiera alguien capaz de cuidar a Kacchan. 

Midoriya también les había comentado lo de Katsuki. Intentó que pareciera que sus heridas no eran graves y dijo que había sido solo un pequeño conflicto, pero en el fondo lo hizo para no preocupar más a Tsuyu y Kaminari. La noticia recibida, saber que iban a ser ejecutados en menos de 24 horas... ya era suficiente. 

—¡¿Podemos verle?! —exclamó Denki, encontrando el momento oportuno para hacer la pregunta que había querido decir mucho antes. 

—Sí, claro —aceptó Izuku, con una leve sonrisa que en el fondo ocultaba cierta tristeza; porque también le habría gustado ser alguien importante para Katsuki. 

Sin embargo, cuando Asui y Kaminari se dispusieron a dirigirse rápidamente hacia el cuarto, Midoriya les detuvo con una última pregunta. 

—Cuánto... ¿Cuánto tiempo fue necesario para que Kacchan confiara en vosotros? 

La joven de cabello verde y el rubio intercambiaron miradas con ciertas dudas tratando de recordarlo, hasta que Denki optó por dar una respuesta. 

—No sé... Diría que unos tres meses. 

—Ya veo... —murmuró Izuku, sintiéndose mucho peor al oír aquello. 

"Conque tres meses..."

Más de tres meses habían pasado y la actitud de Bakugou hacia Midoriya no había mejorado. Y, si aquel joven tenía que ser sincero, juraría que incluso había empeorado.

[...]

Decidieron que lo mejor era permanecer juntos hasta que anocheciera y organizar un plan por si las cosas no salían como estaban previstas. 

Izuku iría solo a intentar liberar a todos los schiavus. Si en una hora no regresaba a casa, todos deberían abandonar el hogar e huir hacia el bosque. Tenían solamente una noche para intentar alejarse del reino y no había ninguna otra posibilidad. Solo podían huir y esconderse aprovechando que Kirishima conocía bastante bien el bosque. 

También se llevarían a Katsuki con ellos. 
A Midoriya no le importaba quedarse; en el fondo, confiaba en que no le iba a ocurrir nada. Porque los reyes querían eliminar a los schiavus, no a jóvenes de clase media. 

Desconocían las consecuencias de liberar a todos los schiavus. No sabían cómo iban a reaccionar. Lo normal sería luchar por sus derechos, por lo que merecían. Sin embargo, también estaba la posibilidad de que no hicieran nada. 

Antes de que los encargados de la venta de schiavus del mercado se fueran a casa, Izuku le pidió un favor al señor que le vendió a Katsuki hace meses; quedar a las doce de la noche en la plaza central del pueblo. 

Gran Torino, sin saber el verdadero motivo, pero deduciendo que era algo relacionado con la noticia de eliminación de schiavus, aceptó. No podía negarse a aquel joven tan decidido; le agradaba bastante su actitud. 

Y, así, con el paso de las horas, se hizo de noche. 

[...]

POV Midoriya Izuku

—Cuidad de Kacchan, por favor —finalicé, despidiéndome con una leve sonrisa y saliendo de casa. 

Tenía la esperanza de que podría salir bien. Que Gran Torino me iba a ayudar. Sentía que ese señor era una buena persona y que, tras oír la noticia, estaría en contra. 

Me dirigí lo más rápido que pude hacia la plaza central del pueblo; las doce de la noche era la hora indicada para quedar. No había ni una sola persona por ahí. Todos solían volver a casa antes de las once. 

—¿Y bien? —pude escuchar una voz cercana—. ¿A qué se debe todo esto?

—Buenas noches, Gran Torino... —saludé, algo nervioso y tratando de encontrar las palabras adecuadas. 

—De buenas no tienen nada, chico —respondió con cierta gracia—. ¿Qué necesitas de mí? 

—Yo... Quiero pedirte un favor. Uno muy grande —opté por decir directamente—. Me gustaría liberar a todos los schiavus —sentencié en voz baja. 

Hubo unos segundos de silencio, hasta que su risa me desconcertó por completo. 

—¡¿Pero qué tonterías dices?! ¿Liberar a todos los schiavus? ¡Chico, cuánta imaginación!

—¡Voy en serio! Y baje la voz, por favor... —agregué, temiendo a que pudiéramos despertar a alguien y que se enterase de todo. 

—De acuerdo, de acuerdo. Pero... lamento decirte que no puedo hacer eso. 

Tras oír esas palabras, la mínima esperanza de lograrlo parecía haber desaparecido. Me podía haber rendido. Podía haber dejado de insistir. Simplemente, podía haberme ido. 

Pero no. No en esta situación. No me iba a rendir. No cuando la vida de Kacchan pendía de un hilo. 

—Usted me vendió un schiavu bastante... especial —comencé, sincerándome por completo y dirigiendo mi mirada hacia el cielo nocturno—. Mi vida se ha convertido en un caos desde entonces. Me trata mal. Parece que no le importo. Probablemente ni me quiere a su lado y seguro que preferiría irse con cualquier otro. También se porta fatal. Es testarudo e insulta con frecuencia —contaba, recordando todos los momentos que habíamos vivido y lo difíciles que habían sido para mí—. Sin embargo, quiero salvarle. Quiero salvarle porque le quiero. Es importante para mí. Es mi familia, y no quiero que nada malo vuelva a ocurrirle. Verle sufrir es mil veces peor que mi propio sufrimiento. No soportaría verle morir. No quiero eso. Quiero salvar a Kacchan —proseguía, notando cómo mi mirada se nublaba y mi voz se quebraba—. Él es... Él es una persona muy especial para mí, y...

—¿Puedo decirte una cosa? —interrumpió, llamando mi atención.

—¿S-Sí...? —inquirí, reaccionando para mirarle a los ojos.

—¿Eres consciente de las posibles consecuencias? ¿Sabes lo que puede ocurrir si liberas a miles de personas que han sido reprimidas, maltratadas y condenadas de por vida? 

—No —suspiré con sinceridad—. No sé qué puede pasar. Pero, si algo sé, es que es lo único que puedo hacer. Me da igual lo que me ocurra... solo quiero proteger a Kacchan. 

—No sé qué tendrás, pero es algo que, de alguna manera, siempre me acaba convenciendo —respondió con una sonrisa—. Entonces, que así sea.

[...]

Schiavus [Boku no Hero Academia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora