Capítulo 72: Escoria.

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Ese mismo día en el que Midoriya y los demás tratarían de recuperar a Ochako, Shigaraki estaba dando comienzo a la inauguración del anfiteatro donde los schiavus que compraba la gente, tendrían que tratar de sobrevivir matándose entre ellos.

[...]

POV Narradora

Sin tiempo que perder y después de haber juntado todo el dinero que tenían, Kirishima y Midoriya, junto a sus schiavus, fueron llevados hacia el mercado principal.

Dieron las gracias al señor que los trajo y rápidamente se dirigieron hacia el hombre de uno de los puestos en los que, con anterioridad, les habían dicho que Ochako estaba siendo vendida.

—¡Por fin podrás verla! —comentó Kaminari al ver la felicidad en los ojos de Tsuyu conforme se iban acercando.

La joven de cabello verde, con una cálida sonrisa, asintió con los ojos cerrados y un leve rubor en sus mejillas; sentía que todo el tiempo que había pasado, había valido la pena.

—¡D-Disculpe! —exclamó Izuku, ya frente al vendedor, mientras recuperaba el aire por haber corrido lo más rápido que pudo.

—¡Venimos a comprar un schiavu! —se unió Kirishima, tirando de un carrito de carga en el que se encontraba las bolsas de todo el dinero cubierto por una tela.

Segundos después, llegaron Asui y Denki por detrás y, con ilusión por haberlo conseguido, se situaron al lado del pelirrojo mientras miraban a aquel señor.

—¿Alguno en específico? —inquirió el hombre, ofreciéndoles a cada uno una especie de cuaderno de listas con diversos nombres de schiavus, catalogados según el precio y el aspecto físico.

Los cuatro, detenidamente y pasando las páginas tratando de encontrar la foto de Ochako, se mantuvieron en silencio durante un buen rato hasta que Izuku, al darse cuenta de que estaban perdiendo el tiempo, optó por preguntarlo directamente.

—En realidad... venimos a por Ochako Uraraka... —comentó cerrando el listado y con una sonrisa nerviosa—. ¿No puede ir a por ella?

—Podías haberlo dicho antes —suspiró el hombre, quitándoles de la mano a cada uno los listados y yendo a por uno de los libros que tenía dentro de su puesto.

Al estar impacientes por recibir la respuesta, ninguno se percató de todo el escándalo que se estaba formando cerca de ellos; la gente gritaba emocionada y muchos se dirigían en una misma dirección mientras hablaban sobre la inauguración de cierto anfiteatro.

Los niños eran llevados de la mano por sus padres, algunos compradores obligaban a sus schiavus a participar y el resto de personas acudían por diversión y para hacer apuestas.

—Ochako Uraraka... ¿no? —dudó el señor, regresando y mirando a los cuatro jóvenes que parecían emocionados.

Suspiró nuevamente al deducir la expresión de aquellos chicos cuando escuchasen la respuesta, y optó por dar la noticia.

—Ochako Uraraka ya ha sido comprada —informó con tranquilidad; en realidad no le importaba en absoluto la situación de aquellos jóvenes respecto a la schiavu—. Se la llevaron antes de tiempo ya que la construcción del anfiteatro fue rápida y terminó unos días antes de lo previsto. Desconozco el resto de detalles y el porqué, pero la condición de la chica era pésima. Dudo que siga viva a menos que haya sido tratada en aquel mismo instante.

La información no duró ni siquiera un minuto, pero aquellos segundos fueron suficientes para borrar cualquier esperanza y felicidad del rostro de los chicos.

—¿Hemos llegado tarde...? —murmuró Eijirou, bajando el rostro y entrecerrando los ojos con impotencia.

—Pero... se supone que... —trató de decir Izuku, cada vez más desesperado pero sin poder absolutamente nada.

Por detrás, Kaminari, en silencio, abrazaba a Tsuyu, la cual no había podido evitar dejar salir las lágrimas dándose cuenta de que todo había sido inútil y que, probablemente, nunca más volvería a ver a Ochako.

[...]

El revuelto por las calles y el ruido notorio estaba sacando de quicio a Katsuki, el cual se encontraba en la casa de Izuku desayunando con el ceño fruncido y cada vez más enfadado.

"¡¿Pero qué mierda pasa ahí fuera?!"

Harto del escándalo innecesario de la gente, optó por salir, olvidándose por completo de la petición de Midoriya sobre que no fuera por ahí solo, y siguió a la multitud de gente que iba en una sola dirección.

—¡Ya va a comenzar, rápido!

—¡¿Quieres apostar?!

—¿Participamos con nuestros schiavus?

Katsuki no entendía absolutamente nada, pero era imposible que todo eso no despertara su curiosidad, así que continuó caminando enfadado siguiendo a la gente.

Cuando vio a lo lejos cómo las personas entraban en el inmenso anfiteatro que habían estado construyendo hace unos tres meses, supo que se trataría de un cutre espectáculo aburrido y sin sentido.

—Vaya mierda... —habló para sí mismo, cerrando los ojos con el ceño fruncido y dando media vuelta, chocando sin querer con otra persona.

—Mira a tu alrededor —riñió cierto hombre de cabello negro mientras observaba a Katsuki por encima del hombro—. Escoria.

En cuestión de segundos aquella palabra había provocado tal rabia en Bakugou que, sin pensárselo dos veces, le miró con odio y dirigió su mano hacia él para jalarlo de la camiseta con fuerza... O, al menos, esa era su intención.

Con tan solo hacer el primer gesto ofensivo cierto joven de cabello morado se había colocado al frente del hombre y había interceptado a Katsuki, sujetando su brazo fuertemente y manteniendo una serena compostura.

—Parece que aquí tenemos a un schiavu sin dueño y bastante irrespetuoso —comentó con una leve sonrisa el de cabello negro—. ¿Qué debería hacer contigo...? —inquirió acercándose más al rubio y mirándole a los ojos, pudiendo ver claramente el odio en aquellos iris rojos—. Shinsou, déjalo —ordenó, haciendo que el sujeto de cabello morado soltase el agarre del brazo y retrocediera un paso—. ¿Cuál es tu nombre? —preguntó con tranquilidad, permaneciendo en contacto con la mirada de Katsuki.

—¿Por qué debería presentarme ante un bastardo asqueroso como tú? —espetó con ira, manteniendo una posición defensiva y siendo consciente de que eran dos contra uno y estaban rodeados de gente.

—¿Eres consciente de la posición en la que te encuentras? Los schiavus sin dueño son como animales. Cualquiera puede hacer lo que quiera con ellos —prosiguió el hombre comenzando a enfadarse por aquella actitud—. Pero, por lo visto, tendré que presentarme yo primero, aunque, antes... —continuó, girándose levemente para mirar al de cabello morado a los ojos—. Shinsou, inmobilízalo.

Cualquier orden dada por aquel hombre, el cual al principio no veía interés alguno en los schiavus, tenía que ser cumplida.

Hitoshi Shinsou, desde que se convirtió en su schiavu, había estado obligado a obedecerle porque, de lo contrario, la tortura era lo único que le esperaría.

Siendo entrenado para cualquier situación y enseñado para proteger a su dueño pasara lo que pasara, no tuvo problema en arremeter contra Katsuki a gran velocidad y dejarle sin poder moverse y ni siquiera reaccionar a tiempo.

—Ah, cierto —comentó el hombre dirigiéndose lentamente hacia el rubio que no podía hacer absolutamente para soltarse—. Me llamo Dabi.

[...]

Schiavus [Boku no Hero Academia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora