Capítulo 92: Solo una historia más.

2.8K 300 193
                                    

Mientras seguían hablando, Kaminari llevaba un rato intentando cargar a Kirishima. Ocultando su rostro y las lágrimas que caían por él, haciendo el intento lamentable de levantarle entre sus brazos.

—¿Kaminari...? —murmuró el pelirrojo, abriendo los ojos y sonriendo levemente al verle—. ¿Qué haces?

—¿Tú qué crees? —respondió con la voz rota—. Llevarte a un sitio seguro... para que luego te pongas bien... y vuelvas a prepararme esas deliciosas hamburguesas —finalizó, dejando ver su rostro y sus ojos llenos de lágrimas junto a una triste sonrisa.

[...]

POV Narradora

—Vámonos —se pudo oír la voz del joven que había herido a Kirishima—. Ya no tenemos nada que hacer aquí —finalizó, mirando por última vez al grupo de schiavus y dando media vuelta para largarse junto al otro.

Segundos después, el silencio momentáneo se vio envuelto por el llanto de Kaminari, por palabras y lamentos sin sentido.

—Kirishima, ¿qué es lo que debemos hacer...? —inquirió Tsuyu, mirándole con dolor y siendo consciente de que el único que podía ayudarle era él mismo.

Solo él mismo sabía cómo tratar con esa herida.

—Necesito presionarla —comenzó, tratando de incorporarse con ayuda de Kaminari, el cual, al oír aquello, no dudó ni un segundo en quitarse la camiseta para dársela al pelirrojo—. Y, luego, salir de aquí...

En la casa de Midoriya no había absolutamente nada. Nada que pudiera ayudarle. La única solución era o ir al hospital, o volver al bosque. Y, viendo cómo estaba la situación en el exterior, la única alternativa era regresar a la cabaña donde disponía de lo necesario para salvarse a sí mismo.

—Ochako —llamó Asui, provocando reacción en la joven que había estado desentendiéndose de toda la situación—. Ayúdanos con esto, por favor —le rogó, con lágrimas en los ojos y entablando contacto visual con ella.

A Kaminari no le gustaba. No le estaba agradando en absoluto la actitud de la joven de cabello castaño.

—Uraraka —inició Denki, tras incorporarse del todo con Eijirou, el cual ya había utilizado la ropa para apretar todo lo que pudo la herida—. ¿De verdad vas a quedarte otra vez ahí, sin mirar y sin hacer nada? ¡¿Kirishima no es tu amigo?! ¡¿Sabes que le acaban de apuñalar y no vas a hacer nada?! ¡¿Esa tal Himiko te ha lavado el cerebro o qué?! —sentenció, provocando que la joven abriera los ojos y recordase la promesa que había hecho con todos; con todos sus amigos.

Los únicos amigos que había tenido y a los que, ahora, estaba dando la espalda. A los que había dado la espalda, negándose a todo y encerrándose en su propio mundo. Pensando que solamente podía ser feliz gracias a la persona que la ayudó. Creyendo que, si no era con Himiko, no iba a poder seguir viviendo.

—No sé qué me pasa —murmuró con la voz rota, poniéndose de pie y tratando de secarse las lágrimas con el brazo—. Iré a por Bakugou —finalizó, tomando un decisión por sí misma para que pudieran salir de ahí cuanto antes.

[...]

Midoriya llevaba bastante rato liberando a los schiavus del calabozo. Sabía que, cuando volviera, probablemente aún no seguirían en casa. Había tardado más de lo que pensaba y todavía faltaba mucho para terminar. Demasiado.

Toda la ciudad estaba conectada por el subsuelo y era imposible encargarse de todo él solo.

"Debo regresar...''

Desesperado por encontrar a alguien que pudiera continuar liberando al resto, un niño pequeño llamó su atención. Tenía el pelo negro y parecía perdido, sin saber qué hacer o a dónde ir.

—¡Disculpa! —exclamó, acercándose a él lo más rápido de pudo—. ¿Cuál es tu nombre...?

El pequeño se limitó a mirarle un poco mal, sin interés alguno en él.

—¿Por qué debería decirle mi nombre a un extraño?

—Tienes razón... —suspiró el de cabello verde—. Pero necesito tu ayuda. Yo me llamo Izuku Midoriya, y me estaba preguntando si podrías continuar con una misión muy importante —prosiguió, haciendo énfasis en lo de la misión y logrando captar el interés del menor—. Consiste en seguir abriendo todas las celdas de aquí en adelante con esta llave. Si te cansas, encomiéndale la misión a otra persona. ¿Crees que podrías hacerlo...?

—¿Solamente eso? Qué fácil —respondió, recibiendo las llaves y con cierto entusiasmo que evitaba mostrar.

—Bueno, tengo que irme —aplicó Izuku bastante feliz y dispuesto a alejarse—. ¡Muchas gracias...! Eh... —intentó agradecer, pero dudó al no saber el nombre del niño.

—Kouta Izumi —se limitó a decir el pequeño.

—¡Muchas gracias, Kouta! —completó Midoriya, alejándose y despidiéndose con una mano.

Mientras corría hacia la misma dirección que el resto, lo único en lo que podía pensar era en regresar. En volver y que, con suerte, aún estuvieran esperándole. Probablemente no sería así, pero, al menos, quería saber que estaban bien. Que todos estaban en buenas condiciones, que Katsuki estaba a salvo.

[...]

La habitación de Yaoyorozu se caracterizaba por la tranquilidad que desbordaba. Nunca había ruido y normalmente solo se podía escuchar las voces de ella y Jirou cuando pasaban el tiempo juntas.

Y, esa noche, no era diferente al resto.

—Deberíamos irnos a dormir —murmuraba Momo, dedicándole una leve sonrisa llena de dulzura a Kyouka, la cual parecía querer seguir despierta.

—Solo una historia más —pidió la joven schiavu, acurrucada en el hombro de la noble y expectante a escucharla.

Se habían acostumbrados a que, todas las noches, arropadas en la cama y juntas, Momo le contara historias que había leído de pequeña en libros.

Todas las noches, cerraban las ventanas y las cortinas de la habitación. No querían ser interrumpidas, así que también se aseguraban de que no pudiera entrar nadie por la puerta. Les gustaba la tranquilidad del momento, disfrutarlo juntas, sentir que, en aquellos momentos, eran las únicas que existían en ese lugar. Sin nadie más. Teniéndose la una a la otra e, inevitablemente, haciendo más fuerte el sentimiento de amor que estaba presente en cada una.

Antes de comenzar con el último cuento, Momo tosió un poco al sentir su garganta algo seca, hecho que no pasó desapercibido por Kyouka.

—Espera, iré a por un vaso de agua —aplicó Jirou al instante, incorporándose para ir a la cocina.

—Gracias —murmuró Momo, sonriéndole levemente.

Yaoyorozu hubiera preferido ir con ella, pero sabía que Kyouka se iba a negar rotundamente e iba a insistir en que se quedase ahí.

Para hacer más amena la espera, optó por levantarse de la cama y abrir las cortinas de la ventana más cercana. El cielo era precioso, y, en ocasiones, le gustaría salir una noche con Jirou para, simplemente, observar el cielo nocturno.

Sin embargo, el sentimiento de felicidad desapareció en pocos segundos cuando dirigió su mirada hacia el jardín, la zona en la que los guardias nocturnos cumplían con su labor. No los distinguía bien, pero su vista era lo suficientemente buena como para saber que lo que les rodeaba era sangre. Que estaban todos en el suelo, rodeados por charcos de sangre.

Y que, efectivamente, alguien había entrado.

[...]

Schiavus [Boku no Hero Academia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora