Schiavus [Boku no Hero Academia]

Capítulo 22: No perteneces a esta familia.

POV Narradora

Todoroki estuvo soportando toda la presión que le estaba causando la madre de Tenya. Aquella mujer no dejaba de maldecir en voz baja y se negó a dejarle salir hasta que Iida regresase.

—Quizás lo mejor sea hablar con el rey Endeavor... —suspiró la señora con frustración.

La idea de ver a su padre le afectaba demasiado. Shouto no estaba preparado y se negaría ante todo si fuese necesario; el rencor que le guardaba al rey aún no desaparecía.

—No —aplicó aquel schiavu después de haber estado en silencio todo el rato—. No pienso ver a mi padre.

—¡Eres su hijo y no perteneces a esta familia! —gritó la mujer con rabia mientras miraba a Todoroki con desprecio—. ¡Nadie te quiere aquí! No sé por qué Tenya te compró sabiendo perfectamente lo que le dije... ¡Maldita sea!

POV Todoroki Shouto

Mis dudas al respecto aumentaban cada vez que aquella mujer hablaba. No comprendí absolutamente nada; lo único que deseaba era que Iida llegase de una vez para no tener que escuchar más a su madre.

"Tampoco es como si quisiera estar aquí."

Perdí a mi familia desde que mi padre se hizo rey, pero al parecer no tardé en hallar a otras personas a las que consideraría como tal. El calabozo, a pesar de sus problemas, había sido mi verdadero hogar.

[...]

El tiempo parecía pasar cada vez más lento cuando estaba con esa mujer. Me parecía realmente insoportable, pero por suerte Iida no tardó más de dos horas en llegar.

—Todoroki, mira lo que te he traí... —dijo mientras abría la puerta con un libro en mano, pero se detuvo al ver a su madre a mi lado con una expresión no muy agradable.

—Tenya, ¿puedes explicarme esto? —preguntó aquella señora señalándome.

—Es un amigo que vino a pasar la... —trató de decir pero supo en seguida que nada iba bien; además, los nervios lo delataban.

—Tenya —volvió su madre a interrumpirle—. ¿Por qué compraste un maldito schiavu? Te dije que todos tus ahorros eran para tu futuro, no para gastarlos en el hijo del rey.

"Quiero regresar al calabozo... al menos podría estar con Bakugou."

—Madre, tengo mis razones —intentó Iida decir algo, pero al parecer esa mujer no aceptaba excusas.

—Vamos a ir ahora mismo al palacio —sentenció mientras salía de la habitación y se giraba para decir una última cosa—. Es una orden.

Nos quedamos en silencio hasta que Iida me miró con cierta serenidad en sus ojos y optó por decirme algo.

—Tranquilo —aplicó con una sonrisa mientras se ajustaba sus gafas—. Esto no va a arruinar el plan que tengo en mente —continuó dispuesto a prepararse para que fuésemos al palacio.

"Me sigo preguntando... ¿por qué piensa que todo saldrá bien? No lo comprendo."

—Perdón —murmuré—. No tuve que haberle dicho mi nombre.

—¡No te culpes, Todoroki! —me regañó mientras hacía una extraña posición con su mano que sacudía en línea recta.

"Qué extraño es este tipo."

—Pero es que fue mi culpa —respondí sin mostrar expresión alguna de arrepentimiento.

Nunca se me había dado bien expresar emociones.

[...]

La madre de Iida nos llamó, y una vez que estuvimos listos, nos llevaron en carroza hacia el dicho palacio que tan pocas ganas tenía de ver. Un detalle que me llamó la atención, pero que no pregunté, fue que antes de salir vi a Iida rellenando a gran velocidad un documento que luego guardó en uno de sus bolsillos. No sabía de qué era, pero poco me importaba.

"No quiero ver a mi padre."

Pero tampoco podía negarme ante el mandato de aquella mujer. Además, por razones que desconocía, Iida me hacía sentir menos incómodo y más tranquilo. Era como si su presencia fuese suficiente como para que yo pudiera olvidar el odio que sentía su madre hacia mí en estos momentos. Era reconfortante y tenía su gracia.

"Su personalidad... es extraña."

Cuando llegamos, aquella señora comunicó algo a los guardias para que nos dejasen entrar con facilidad a la inmensidad del lugar.

"... Estar aquí sigue sintiéndose asqueroso."

Atravesamos un reluciente y largo pasillo hasta llegar a la sala principal en la que se hallaba aquel señor al que tanto rencor le guardaba.

—¿Cuál es su motivo de visita? —preguntó uno de los muchos guardias que vigilaban la entrada.

—Necesito hablar urgentemente con el rey Endeavor —comunicó la señora mientras se identificaba al mostrar unos documentos a aquel señor.

Nos dejaron pasar y lo primero que vi al alzar mi rostro fue la cara que más aborrecía en el mundo.

"Mi maldito padre..."

—¡Shouto! —exclamó sorprendido y con un tono que me producía un desagrado indescriptible—. ¡Has venido a mí! —finalizó con ambos brazos abiertos en señal de recibimiento.

"Ah... quiero irme de aquí."

[...]