Capítulo 41

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POV.CHRISTIAN

¿Hasta dónde he llegado por Anastasia? las cosas no se dieron como espere desde el principio, y ahora estoy envuelto completamente por ella. Siempre pienso en muchas cosas y una de esas es no puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar de donde estas y cambiar el final.

Hoy me reuniré con Anastasia, la llevare a Escala, mis ganas de tenerla cerca aumentan considerablemente con el pasar de las horas.

Ya han pasado tres semanas y en esas semanas he invitado a Anastasia a cenar en algunos restaurantes de Seattle, cenamos y conversamos de cosas triviales como, por ejemplo, como estuvo su día, de cómo se está adaptando a Seattle, también hablamos de pinturas, filosofía y otras cosas más. Luego de eso nos despedimos y cada uno a su casa.

Observo mi reloj y veo que ya es hora de retirarme y de ir a recoger a Ana, salgo de mi oficina y me dirijo al elevador cuando llego al subterráneo Taylor, ya me espera con la puerta del auto abierta.

-Buenas noches, señor Grey-me saluda cuando llega a su lado

Asiento.
-Buenas noches, Taylor- dije mientras me acomodaba en la parte de atrás del Audi

-¿Lo llevo a Escala? -escuche que pegunto

Sonreí.

-No, llévame a la empresa de la señorita Steele- murmure mientras lo miraba desde el espejo retrovisor.

Asintió.

Mientras nos dirigimos donde Anastasia, me puse a pensar en Elena, ella creyó que no me daría cuenta de que tenía gente siguiéndome. No tiene idea de lo que soy capaz de hacer, quien se cree ella. Al menos sé que con eso se mantendrá alejada de Anastasia y eso es bueno.

Me rasco la barbilla, debatiéndome entre hacerle creer que todo marcha de maravilla o solo dejar que las cosas sucedan y que su perro rastreador siga observando.

Suspiro.

La vida es el examen más difícil. La mayoría fracasa por intentar copiar a los demás, sin darse cuenta de que todo tenemos un examen diferente.

Al llegar a la empresa de Anastasia, me remuevo en el asiento trasero del coche, espero unos segundos y la veo a ella salir se ve hermosa, bajó del vehículo y me dirijo a ella y al verme me sonríe.

Su cercanía me da inmensa tranquilidad, me siento bien a su lado.

-Buenas noches, señorita Steele- la mire a sus ojos.

-Señor Grey ¿Cómo esta? -pregunta.

-Ahora mismo me encuentro muy bien -le digo con total franqueza

Parpadea.

-Es bueno saber eso -dice sonriendo.

¡Oh mi pequeño ángel!

Al llegar a mi pent-house le ofrezco una copa de vino. Intento un acercamiento diferente y decido que necesito beber para estabilizar mis nervios.

¡Diablos!

¿No entiendo porque estoy nervioso?

Es porque la deseas... dice mi subconsciente.

Además, la señorita Steele no ayuda mucho ella muerde su labio mierda es jodidamente excitante para un mortal como yo.

Respira Grey

-Anastasia deja de morderte el labio o te follare duro aquí en la sala y no me importara quien llegue -digo sin poder controlar las palabras.

-¿Que? -ignoro su pregunta

-Toma -le entrego su copa y ella inmediatamente toma un sorbo de vino se ha puesto roja por mi comentario, pero es verdad quiero poseerla adorar su cuerpo toda la noche si es posible.

No puedo resistirlo.

-¡Qué casa tan grande y bonita tienes! -exclama cambiando el tema de conversación con voz tímida.

Sonrio.

-Si, es grande más de diez mil pies cuadrados- ella me mira sorprendida.
-¿Tocas? -dirige su mirada a mi piano de cola.

Asiento.
-Si, desde los 6 años- respondo mientras bebo de mi copa.

-¿Hay algo que no puedas hacer bien? -inquiere mirándome con curiosidad, pensándolo bien si y soy muy malo para eso.
-Cocinar y contar chistes soy pésimo en eso-niego con la cabeza mientras esboza una pequeña sonrisa por mi comentario.

-Ya veo -dice burlona, pero somos interrumpidos por mi celular. ¡Diablos!

Suspiro resignado.

-Si me disculpas debo de responder estas en tu casa- le digo a ella y me voy a mi despacho.

Minutos después termino mi llamada y voy a buscarla, pero no está en la sala ni en la cocina.

Entonces mis nervios aumentan así que me dirijo por el pasillo y hacia arriba por las escaleras, y me detengo en la puerta de mi cuarto de juegos que está abierta, mi corazón está martillando en mi pecho.

¡Oh no!
Al entrar la veo a ella estudiando toda la habitación nunca en mi vida me había sentido tan expuesto y ahora la tengo a ella en el único lugar en el que podía ser yo mismo.

Ana está en silencio y eso prolonga mi agonía se encuentra observando los látigos los bastones, la cama y las esposas.

Ahora ya lo sabe todo. Este soy yo un monstro.
Ella se percata de mi presencia me mira fijamente a los ojos, mientras espero que me diga algo.

-¿Eres un sádico? -dice de lo más normal, acaso no le sorprende ver esto. ¿Acaso sabe de esta práctica?
-Anastasia soy un amo -respondo sin apartar la mirada de ella
-¿Qué significa eso? - Interroga
-Significa que me gusta azotar a mujeres castañas como tú -ella parpadea sorprendida por mi respuesta, pero debo de ser sincero.

Grey no eres sincero no le has dicho que ayudas a la posible responsable de la muerte de sus padres... susurra mi subconsciente

-¿Alguna vez pensaste en hacerme algo de eso? -pregunta llamando mi atención.

-No, nunca lo he hecho, puedes irte si lo deseas en cualquier momento- es lo mejor para ella no podría involucrarla en este mundo de mierda. No quiero lastimarla.

Ella es muy inocente y eso es lo que más me gusta.

-¿Quieres que lo haga? -pregunta incrédula en verdad quiero que se valla no creo seria lo último que le pediría a ella.

-Por supuesto que no -me sorprendo con mi afirmación mientras lo digo

¿No es eso lo que quieres, Grey que no se valla? me dice mi subconsciente, en eso miro que Anastasia nuevamente se está mordiendo el labio joder porque me hace esto mi niña traviesa, no ayuda mucho.

Acaso es un tics nervioso.
-Anastasia deja de morderte el labio por favor -digo y suelta su labio

-Lo siento -se disculpa con sus mejillas enrojecidas.

-No te disculpes es solo que yo también quiero morderlo -me está excitando su labio observo como su respiración se agita lentamente, así que me acerco a ella.
-Chris... Christian.
-Ven -la interrumpo y le ofrezco mi mano para salir de la habitación.
-¿Qué? -pregunta confundida.
-Quiero hacerte el amor Ana -le susurro ya no soporto más ni contando hasta cien me puedo controlarme.

Ella se sorprende.
-Creí que tu no hacías el amor, pensé que follabas duro- dice ella susurrando muy bajo con sus pupilas dilatadas.

¡Joder!

-Ya veré que podemos hacer- camino a la puerta junto con ella.

Ana es uno de esos pecados que ni yo mismo perdono. Lo prohibido siempre será lo más tentador.

Cree en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora