Capítulo 79

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POV.CHRISTIAN

—¿Estas muy enamorado de Anastasia cierto? — pregunta mi madre.

—No sabes cuánto madre, no sabes cuánto— respondo viéndola a los ojos.

—Me alegra escuchar eso— la veo sonreír.

—Yo después la busque para pedirle perdón, pero se negaba a escucharme estaba muy enojada y supongo que decepcionada de mí. Un día por coincidencia la vi en un restaurante con un tipo, al parecer era un almuerzo de negocios.
sentí como los celos me consumían yo no dejaba de mirarla como un acosador.

La observe cuando se estaba por marchar, pero el tipo la tomo por el brazo muy fuerte, no lo pensé y me fui contra él le di un golpe y lo mandé al piso.

—Por lo que estoy escuchando has hecho muchas cosas que pensé que no arias, has sido muy impulsivo— comenta me madre.

—Si, tienes razón madre. Ni yo lo puedo creer.

—Bueno y ¿Qué paso después de que le pegaste al tipo este? —me mira con interés mi padre.
—Me aseguraba de que Ana, no tuviera ningún rasguño y luego la saque del restaurante, me la lleve a mi departamento para poder conversar y así lograr resolver las cosas. Aunque ella estaba muy molesta y se quería marchar entonces no tuve más remedio que montarla en mi hombro. Bueno y para la noche todo se había solucionado le pedí perdón por todo. Y volvimos a estar junto nuevamente.

—Y cuando tenías planeado decirme que voy a hacer abuelo — murmura mi padre.

Ya que he hablado no puedo mentirle más tengo que decirles que me porte mal con Anastasia.

—Papá, mamá, ella y yo ahora estamos distanciados. —agacho mi cabeza. Tengo tanta vergüenza de mirarlos a la cara.

—¿A qué te estas refiriendo? — me pregunta mi madre enfadada.

—¿Qué hiciste? —pregunta ahora mi padre con expresión seria.

Niego y paso mis manos con desesperación por mi cara.

—Mamá... yo —la voz se me quiebra

—¡Christian! ¿Qué hiciste dilo ya? —espeta mi padre con enojo

—Yo cuando me entere de su embarazo me disguste demasiado —las lágrimas ruedan por mis mejillas ya no las pude seguir conteniendo — me comporte muy mal le grite cosas que no debía —digo arrodillándome en el suelo y llorando. Soy la persona más despreciable que puede existir.

—Christian hijo— dice mi madre triste.

—No puedo creer que hayas echo eso— mi padre se levanta muy enojado dirigiéndose a la ventana.

—Se que es mi culpa que ella este postrada en esa cama, yo debí de estar a su lado, pero no lo hice, yo... yo la abandone mamá... yo la abandone cuando me entere del embarazo...y lastime a Ana con mis duras palabras —me ahogo en mi miserable sufrimiento. Siempre todo será mi culpa. No soy bueno. No lo soy

—Siempre lastimamos a los que amamos, querido. Tendrás que disculparte por tu comportamiento y decirle que lo sientes. Y darle tiempo a ella. —mi madre acaricia mis mejillas.

—Tu madre tiene razón, más te vale que lo arregles —dice mi padre tocando mi hombro.

—Debe de estar enfadada y odiándome, me lo merezco, posiblemente ya no me quiera ver— mi voz se hace baja.

—Pues si no lo intentas no lo sabrás —murmura mi padre.

—Hijo, siempre piensas lo peor de todos, incluyéndote. Siempre lo hiciste. Ella te debe de amarte mucho. Y es obvio que tú también cariño —mi madre me levanta del suelo y yo me tiro a sus brazos sollozando. Mi pecho duele y el nudo en mi garganta me asfixia.

—Oh mamá ¿Por qué no despierta? quiero volver a ver sus preciosos ojos azules. —siento que la estoy perdiendo.

—Tranquilo ten fe, ella lo ara pronto hijo. Sabes estoy feliz de poder sostenerte en mis brazos así— mi madre besa mi frente.

—Lo se mamá me alegro de que hayamos hablado. Me siento mejor gracias, papá a ti también por haberme escuchado.

—Siempre estoy aquí hijo— mi padre sonríe

—Yo también cariño. ¡Aun no puedo creer que vaya a ser Abuela! —habla feliz mi madre.

No me he despegado de Anastasia, se la ve tranquila con sus ojos cerrados. Hoy estuve hablando con el doctor y le pregunte si es posible realizar un ultrasonido a Anastasia, me dijo que enviaría a la Dra. Greene, para que lo realice. Estoy nervioso.

Tocan la puerta me he quedado dormido sin darme cuenta, rápidamente me recompongo.

—Adelante —susurro observo a una señora que parece tener la misma edad que mi madre. Ella con una enfermera ingresan con una maquina a la habitación.

—Señor Grey, soy la Dra. Greene, vengo a realizar el ultrasonido que solicito a la señorita Steele.

—Muchas gracias, Dra. Greene— susurro

—Perfecto, empecemos —dice la doctora. Tengo nervios. Observo que empuja la máquina de ultrasonido, se acomoda en la silla y posiciona la pantalla para que pueda ver. Lentamente observo que coloca un gel mueve un aparato por el vientre de Ana, y en la pantalla todo es blanco y negro más bien es sepia frunzo el ceño no entiendo y tampoco veo nada.

—Dra. Greene ¿Dónde está mi hijo no lo veo? —pregunto curioso mientras sigo observando la pantalla.

—Allí —murmura. Presiona un botón congelando la imagen en la pantalla y me señala en la tormenta sepia— los gemelos se encuentran muy bien —sonríe ¿Qué? ¿Acaso a dicho gemelos?

Niego confundido.

—¿De qué está hablando doctora? creo que escuche mal— pregunto.

—Señor Grey, usted y la señorita van a tener gemelos la señorita Steele, ya lo sabía ella vino, a salir de dudas de su embarazo y hay nos dimos cuenta, acaso usted no lo sabía —murmura.

Caigo al suelo mis piernas me tiemblan, sostengo la mano de Anastasia, aun no lo puedo creer, son dos bebes, me siento aturdido indefenso y paralizado.

¿Qué he hecho? Estoy desequilibrado, tambaleándome en el borde de un precipicio. ¿Por qué no me lo dijo? Grey dime acaso tú la dejaste hablar, como te iba a explicar. Eres un tonto cabezota. Me grita mi subconsciente. Tienes razón no la deje hablar solo le reclame las cosas y la trate mal.

—Anastasia... — susurro.

—Señor Grey está bien se ha puesto muy pálido —dice la doctora, pero estoy perdido en una montaña rusa de emociones. Que no presto atención. —enfermera traiga un vaso con agua, pero ya— dice la doctora. Cierro mis ojos y los recuerdos vienen a mí con una torrente de imágenes yo gritándole a Anastasia ¿Me crees estúpido? Dime acaso me quieres amarrar con tu embarazo... como fui capaz de decirle eso. 
Siento mis lagrimas bajar por mis mejillas no me importa que la doctora me mire. Soy un maldito hijo de puta. Ana, perdóname, sé que no cambiare nada con una simple disculpa.

—Tenga señor Grey —dice la doctora entregándome el vaso con agua.

—Gracias doctora, me podría dejar solo— susurro

La veo asentir.

—Claro nosotras ya nos retiramos—dice. Observó cómo recogen todo y se marchan, cierro la puerta. Me hundo en el suelo e inclino mi cabeza contra la pared, con los brazos sobre mis rodillas dobladas. Cierro los ojos una vez más y contemplo el rostro triste y angustiado de Ana, cuando me dijo del embarazo. Dirijo la mirada a la cama donde yace Anastasia dormida.

—No me odies, no lo hagas —susurro con mi voz quebrada y las lágrimas resbalando por mis mejillas.

Aun sigo anhelando que estemos juntos. Mis lagrimas que caen por ti me lastiman al recordar cuantos has sufrido por mi causa.

En verdad lamento ser tan difícil, esa es la única palabra que encuentro para definirme, difícil en cuanto a mi forma de ser, mi manera de pensar, soy difícil de tratar, de querer de soportar, créeme que sé lo que soy. 

Cree en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora