POV.CHRISTIAN
¡Dios!
Me siento tan bien teniendo a Anastasia aquí a mi lado, me fascina tocar su suave y delicada piel. Se que al hacerla mía estaré en el infierno en un lugar donde me consumiré lentamente por el fuego que este emana.
Maldita sea Grey cálmate he intenta concentrarte. Se positivo. No pienses en eso. Cierro los ojos e intento recuperar la calma, pero me enfrento a mi miedo más profundo y oscuro; no hay una posibilidad de salir ileso de este dilema en el que me he metido. No quiero que Anastasia descubra la verdad, no quiero que ella se entere de lo que estoy haciendo por protegerla sé que ella no me podrá comprender.
Y eso me duele y mucho. No me queda de otra, mas que solo aceptar.
¡No basta!
Abro los ojos y observo a Anastasia, sus mejillas rosadas por la excitación.
—¿Estás segura de hacer esto nena? —le pregunto, no quisiera que se arrepienta después.—Por favor, Christian —me ruega, sus ojos azules me observan directamente a la cara y me dejan desnudo y expuesto, como lo hicieron la primera vez que los mire.
Sonrio.
Emocionarme al ver cómo me sonrieron sus ojos y no poder negar que me tembló hasta el alma.
¡Joder!
—De acuerdo levanta las rodillas —le pido, apenas puedo contenerme estoy muy excitado. —voy a hacerte mía ahora señorita Steele —de una sola estocada estoy dentro de ella¡JODER! Se siente bien esta jodidamente apretada.
—AH... Christian— gime, me he adueñado de la virginidad de ella, me agrada ser el primero, el primero en hacerla sentir mujer, el primero en darle orgasmos.
—¿Estas bien? —pregunto mi voz es ronca y ansioso suspiro por su respuesta, solo asiente.
—Si...
Ella es como el cielo en la tierra, tan apretada a mi alrededor e incluso a pesar de que sus manos están en mis antebrazos me siento bien.
Deseo tanto de ella deseo que sea mía siempre, pero justo ahora... soy completamente suyo. Si soy suyo. Y me agrada.
—Voy a moverme nena — susurro
—De acuerdo —empujo una y otra vez dentro de ella. Gimotea.
Es una sensación exquisita su cuerpo acuna mi pene. Me detengo un momento y la observo entonces me introduzco más profundo y la beso reclamando su boca. Me detengo y la miro.
—Más —pregunto
—Si —ruega con la mirada y nuevamente me introduzco en su interior
Siento su cuerpo tensarse y sé que ya está cerca de su orgasmo. Joder ella empieza a encontrar mis arremetidas imitando mi ritmo. Ella y yo encajamos a la perfección. Somos un solo cuerpo que arde por el deseo.
—Córrete para mí, nena —le susurro, ella grita mientras se deja llevar por el orgasmo
—Ahh si... CHRISTIAN... —y yo también me corro en su interior perdiendo todo sentido y razón gritando su nombre, cuándo abro mis ojos estoy jadeando y sudando.
¡Estoy desecho...! Planto un beso en su frente me retiro de ella y se estremece.—¿Te hice daño? —pregunto mientras acaricio sus mejillas rojas.
Niega.
—No
—Que bueno— digo y la beso lentamente. Me separo me mira tímidamente.
—Me gustaría hacerlo otra vez —demanda ella, haciendo que me sorprenda por lo que ha dicho.
¿Que? ¿Otra vez? ¿Ya? Aún estoy recuperándome. Acoso estoy por crear un mostró.
Me asombro por su comentario no lo puedo creer.
—Está siendo muy exigente señorita no lo cree —le digo a ella ¿podría acostumbrarme a eso?
Me mira y me sonríe picara. Beso su boca constantemente.
—No lo creo— susurra bajito.
—Estamos para complacer– sonríe y ella me da una breve y dulce sonrisa
Paso mi mano por su vientre plano hasta llegar a sus piernas y las separo.
Su piel suave y cálida se derrite contra la mía. Nuevamente la hago mía deleitándome con sus gemidos y su cuerpo.
Observo a Anastasia quien se encuentra dormida en mi cama, su respiración es lenta y tranquila. Me acomodo a un costado de ella, cubro su cuerpo con las sabanas y lentamente me voy quedando profundamente dormido.
Un sonido molestoso me despierta y es un mensaje que acaba de llegar a mi celular.
Me doy cuenta de que tengo a Anastasia abrazada contra mi pecho. Valla acaso pensé que se podría ir, y por eso la tengo así, lo que más me sorprende es que me esté tocando y no me sienta mal. Es reconfortante.
Reparto besos por su cara y ella ríe su risa es música para mis oídos.
—Buenos días, señor Grey. —susurra ella adormilada aún.
—Buenos días, nena ¿Cómo estás? — pregunto mirándola y dedicándole una sonrisa.
—Bien, muy bien— dice ella, se retira las sabanas y se levanta haciendo una mueca de dolor.—Segura —le digo hasta que se da cuenta de que se encuentra desnuda y se tapa de nuevo con la sabana.
¡Oh nena ¡
—Bueno tal vez. —dice sonrojado evitándome.
—No creo que debas cubrirte no hay nada que ya no allá visto ya —le digo quitando las sabanas entonces la beso apasionadamente.—¡Christian...! — exclama.
Me levanto de la cama aun desnudo y ella se cubre la cara avergonzada.
Sonrió ante su acto
Se que esto es nuevo para ella, y bueno no está acostumbrada a ver hombres desnudos. Tampoco espero que este mirando a otros hombres ella solo tiene que mirarme a mí. Solo a mí.
—Tenía la intención de acerté mía otra vez —acaricio su mejilla
Y observo que se sorprende mucho. Y sonrio.
—¡Enserio!
Sonrio.
—Si, pero aun estas doloridas así que no aremos nada— murmuro y le planto un beso — recuerda que eres mía solo mía, no lo olvides— mascullo.
Ella asiente sorprendida.
Terminamos de desayunar y aún estamos con las batas de la ducha.
—Me tengo que ir —dice Anastasia y esa idea no me gusta del todo—Porque si quieres te consigo ropa y te quedas. —le propongo, pero en ese instante me sorprendo, desde cuando yo Christian Grey le ruega a una mujer. Pues desde que conoces a la señorita Steele dice mi subconsciente.
—Christian debo ir a casa no quiero que Lupita, se enoje ya le envié un mensaje. —dice ella, suspiro porque me siento decepcionado por lo que ha dicho. No me agrada para nada esto, pero debo aceptarlo. Es lo correcto.
—Está bien nena tu ganas, pero yo te llevo— le digo mientras acaricio su mejilla.

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Cree en mí
RomanceLa vida te enseña a seguir, adelante sin importar las circunstancias, Anastasia a pesar de ser, tan joven es dueña de una gran fortuna a ella no le interesa el amor es alguien que se dedica a su trabajo, pero el destino le tiene una sorpresa al enco...