POV. ANASTASIA
El sonido de mi alarma me despierta indicando que debo abandonar la cama. Y siendo sincera, tengo muchas intenciones de seguir durmiendo, pero recuerdo que me debo preparar para viajar a Seattle. Esa idea hace que me sienta triste y angustiada, aún más tener que marcharme y abordar el maldito avión.
Suspiro con resignación y melancolía, y me levanto de mi cama para darme una ducha rápida.
—Mi cielo, no estés así, me pone mal verte triste— dice Lupita con voz afligida mientras sostiene mi mano con cariño.
—No sé qué hacer Lupita, no puedo estar bien, no tiene ni tres días de haber sepultado a mis padres y darme cuenta de que estoy sola— digo con profunda tristeza desbordando de mis ojos hinchados.
—Mi pequeña, eso no es cierto, me tienes a mí. Eres la hija que nunca tuve— sonríe mi nana con ternura, dándome ánimos. Ahora me siento peor por haber dicho que estaba sola. Tonta, me regaño internamente apenada. Es verdad, Lupita siempre ha estado a mi lado desde que me cuida. Y se lo agradezco mucho.
—Hay nana, me vas a hacer llorar, te quiero mucho— la abrazo rápidamente con afecto conteniendo las lágrimas.
—Y yo a ti mi cielo— me mira enternecida y sonríe con dulzura.
Me encuentro a bordo del avión privado junto con mi nana y el personal de seguridad quienes organizan todo antes de partir a Seattle. Estar en este avión ya es un primer paso para mí, solo tengo que intentar tomar las cosas con calma, pienso tragando el nudo en mi garganta.
—Señorita Steele— volteo y miro a Sawyer, el jefe de seguridad, con ojos hinchados y rostro apagado. —Ya está todo listo para viajar— me dice mientras revisa a los chicos que están sentados en sus puestos.
—Bien, muchas gracias, Sawyer— respondo con voz apagada por la tristeza. Él lleva 7 años trabajando para la familia, es una muy buena persona, nos llevamos bien como hermanos podría decirse, aunque a veces prefiere ser formal por ética. Yo no tengo problema con eso. Aunque a veces le he dicho que se dirija a mí por Anastasia y no por señorita.
Voy concentrada leyendo un libro, intentando evadirme, es increíble la forma en la que se narra cada palabra, a veces solo creo que el romanticismo solo existe en las historias que las personas escriben. Pues soy amante de los libros, he leído cientos que ya perdí la cuenta de todos ellos.
—Por favor colóquense el cinturón de seguridad, en pocos minutos aterrizaremos— interrumpe la azafata a mi lectura y los nervios por aterrizar se hacen presentes tensando mi cuerpo.
—¿Estás bien cariño? Te veo nerviosa— pregunta mi nana con preocupación frunciendo el ceño angustiado.
Sonrío forzadamente, intentando aparentar tranquilidad.
—Tranquila nana, no me pasa nada— respondo mintiendo, mientras tomo mi mochila apretándola con fuerza por los nervios. —Ahora vamos, quiero llegar pronto a la nueva casa— añado levantándome del asiento con determinación fingida.
Ella me mira y sonríe más calmada, aunque aún preocupada.
—Está bien, pero al menos ponte un abrigo, hace mucho frío— advierte poniéndose de pie con dificultad.
—De acuerdo, ya lo hago— digo negando con la cabeza sin ganas. Ella sonríe levemente, le gusta cuando la molesto un poco. Busco un abrigo y me lo pongo rápidamente sin ánimo. Listo, llega la hora de salir de este avión. Camino a la puerta y miro el cielo azul de Seattle. "Fija tu rumbo a una estrella y podrás navegar a través de cualquier tormenta", cito la frase de Leonardo Da Vinci, esperanzada, pero con el corazón encogido.
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Cree en mí
RomansaLa vida te enseña a seguir, adelante sin importar las circunstancias, Anastasia a pesar de ser, tan joven es dueña de una gran fortuna a ella no le interesa el amor es alguien que se dedica a su trabajo, pero el destino le tiene una sorpresa al enco...