POV. CHRISTIAN
El sudor pega la camiseta a mi cuerpo mientras recorre mi espalda y mi abdomen. Mi respiración es agitada y busco la forma de cómo zafarme de la llave que me ha colocado Bastille. Tiene mis brazos hacia atrás y le hace una fuerte presión, mientras su pierna izquierda mantiene las mías abiertas. Sé que con un solo movimiento puedo soltarme, pero debo pensarlo bien antes de hacerlo y no terminar más adolorido.
¡Joder!
La frustración me invade al sentirme atrapado.
—Grey, creo que ya es hora de que te rindas —murmura en mi oído y jala mis brazos más atrás. Eso hace que la adrenalina de mi cuerpo aumente. Cierro los ojos y cuento mentalmente, listo para dar el siguiente movimiento con determinación.
Echo mi cabeza hacia atrás y lo golpeo, haciendo que suavice su agarre. Aprovecho para salir de él, luego con un movimiento de mis piernas lo tiro al colchón. Le doy la vuelta rápidamente y pongo su cara contra el colchón. Mi rodilla descansa sobre su espalda mientras agarro sus manos hacia atrás, haciendo presión con satisfacción.
—Creo que, quien se va a rendir vas a ser tú, Bastille —digo con voz dura mientras lo sostengo firme— ¿O no? —lo reto y hago más fuerte el agarre, esperando a que se rinda.
—Me rindo —murmura con voz entrecortada y agitado. Suelto sus manos y retiro mi rodilla de su espalda. Me pongo de pie y lo ayudo a levantarse con un brillo triunfal en los ojos.
—Buena pelea, Grey —dice, mientras recoge sus cosas— A la próxima pueda que yo tenga suerte —añade cuando está de pie en el umbral de mi gimnasio.
—Ya lo veremos —murmuro con confianza mientras me retiro la camiseta empapada.
Llego a mi habitación y me meto a la ducha. Abro el agua caliente y dejo que relaje mi cuerpo tenso. Después me arreglo para salir a casa de mi familia. Taylor estaciona el auto fuera de la casa de mis padres. Miro que está lloviendo, es increíble, a veces creo que el clima sabe de mi estado de ánimo melancólico. Bajo del carro y me dirijo a la puerta de la casa con pasos pesados. Al llegar, toco el timbre y en segundos aparece la mujer a quien siempre le estaré agradecido por quererme, cuidarme y estar siempre a mi lado a pesar de todo.
—Hola hijo, qué alegría verte —dice mi madre con una gran sonrisa en su rostro radiante. Ella me da un abrazo teniendo cuidado de no tocar mi pecho y espalda.
—Hola madre, estás muy bella —la alago con voz suave y ella sonríe complacida.
—Siempre con tu formalidad, hijo. Gracias por el halago —murmura mientras me mira con un brillo en sus ojos. Al ingresar a la sala, me encuentro con mi padre, mis hermanos y una chica que está junto a Elliot. Un sentimiento de curiosidad me invade.
—Hey bro, ¿cómo estás? Tiempo sin verte —dice Elliot algo sorprendido— He.... te presento a esta hermosa chica, mi novia Katherine Kavanagh —sonríe nervioso al presentarme a su ¿novia? Esto es algo nuevo en él, lo que me deja perplejo.
—Buenas noches, señorita Kavanagh —saludo educadamente, recordando que ella es hija del señor Kavanagh. Pienso, ¿será que al fin Elliot dejará de ser ese calenturiento que se dedicaba a follar a cuanta mujer podía? ¿Podrá esta vez asentar cabeza? Es algo que tendré que ver para creer, con escepticismo.
—Buenas noches, señor Grey —saluda algo incómoda. Acaso me tiene miedo por mi reputación.
—Hermano, ¿no piensas saludarme a mí? —la voz de Mia me hace voltear a verla. Ella me sonríe acercándoseme hasta que me abraza con efusividad.
—Claro hermanita, buenas noches —la saludo mientras ella me miraba con una gran sonrisa en su bello rostro. Al parecer ella y mamá me han estado esperando con mucha ilusión, lo que me hace sentir culpable. Es una verdadera lástima que se preocupen por mí, por alguien que no suele demostrar mucho afecto.
—La cena ya está servida, pueden pasar al comedor por favor —dice mi madre entrando a la sala con una mirada cálida hacia mí. Dejo aun lado mis pensamientos sombríos, para intentar pasarla bien con mi madre y hermana, aunque sea difícil para mí.
Después de haber cenado entre conversaciones y los chistes de Elliot, me despido de mi familia para retirarme a mi departamento con alivio. Intentaré descansar o hasta donde me lo permitan mis malditas pesadillas que me atormentan.
Es agobiante y triste esta realidad de soledad y oscuridad. Las paredes que he construido a mi alrededor son para mantener mi tristeza y dolor dentro de mí, y para así impedir que entre la alegría que tanto anhelo en el fondo.
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Cree en mí
RomansaLa vida te enseña a seguir, adelante sin importar las circunstancias, Anastasia a pesar de ser, tan joven es dueña de una gran fortuna a ella no le interesa el amor es alguien que se dedica a su trabajo, pero el destino le tiene una sorpresa al enco...