Cap 34

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El trabajo era lo único que me hacía sobrellevar su ausencia, trabajo, papeles, entrevistas, mítines para a lo mejor no servir para nada.

No dejaba de mirar el móvil, no me iba a llamar, dos días desde que me marche furiosa de su casa, en unas horas se marchaba a Europa y ninguna de las dos daba un paso al frente, por que podíamos ser tan orgullosas.

Volví a mirar el móvil y si la llamaba, no y que le digo, un mensaje para desearle suerte, muy frío, el dolor de cabeza volvía, estaba hecha un lio, lo más seguro es que nada valiera la pena, Alberto quería hundirme y se iba a llevar lo que fuera por delante.

Jugaba con el boli, sentada en mi despacho, Irene delante de mi hablaba y hablaba pero yo no la escuchaba desde hacía rato por mi mente pasaban recuerdos de cuando empezamos, de cuado tenía el mismo miedo que ahora.

Tiempo atrás.



Hacia una semana de mi primera vez con ella aún sentía su olor, sus besos recorriendo mi cuerpo, sus manos dándome un placer infinito, haciéndome sentir cosas insistentes para mí hasta entonces, fue dulce conmigo, atenta y yo una cobarde desde ese día.

Tenía miedo a lo que sentía, miedo a que se enteraran, miedo a Alberto, pero sobre todo miedo a enamorarme de una mujer, era nuevo para mí, aunque dentro de mi sabia mi condición no queria aceptarla.

Eran las dos de la madrugada, no podía dormir, Alberto dormia a mi lado, lo miraba y cada vez me daba más asco.

Me levante sin hacer ruido para no despertarlo, me vestí con lo primero que pille a toda prisa, cogí mi bolso las llaves del coche y salí de ese apartamento que cada vez me ahogaba más.

No me pare a pensarlo por que si no no lo hubiera hecho, me plante en su casa casi a las tres de la madrugada, todo estaba en silencio, oscuro, tampoco sabía si estaría en casa, debía estar no estaba de gira.

Me arme de valor y llamé una vez y luego otra, escuche a  sus perras ladrar y una luz se encendió, no debía haber venido, era una locura y más a estas horas, se habrá asustado, será mejor que me largue, pero no podía se me había olvidado caminar.

La puerta se abrió, dejando su silueta tras ella, llevaba una camiseta larga, solo le tapaba un poco, el pelo alborotado y una cara de dormida pero así y todo estaba preciosa.

-Inés! Que... Que haces aqui? Has visto que hora es?

-Lo siento..... No debi haber venido....

-Ha pasado algo?

-Tenía ganas de verte...

-Ganas de verme, llevas una semana evitandome, no contestas a mis llamadas dejas mis mensajes en visto y dices que me hechas de menos, no se si creerte.

-Lo siento... Soy una imbécil.... Estoy cagada de miedo....

-Inés miedo! Esa misma Inés que sube al hemiciclo y aplasta a sus contrincantes!

-No te burles Malú.

-De que tienes miedo?

-A todo, a esto que siento que me oprime el pecho.

-Yo también tengo miedo Inés, me gustas mucho, se que estás casada pero quiero lanzarme al vacío.

-Ayúdame a perder este miedo.

-Hoy has dado un gran paso viniendo hasta aquí, ven entra.

Me agarro de la camiseta, cerrando la puerta con mi cuerpo y aprisionandome con su cuerpo y la puerta empezó a comerme la boca con sus manos enredandose en mi pelo, las mías acariciaban su espalda por debajo de la camiseta, dejó mi boca para morder y lamer mi cuello, ya no había marcha atrás tampoco la quería, solo sentir su cuerpo en el mio.

 Primera DamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora