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Era el 12 de mayo del año 116, las dos de la mañana en mitad de la noche, en el campo de X, una ciudad del imperio.

Siete vehículos negro azabache circulaban a toda velocidad por la carretera del país, dos al frente, dos en la parte trasera y dos más flanqueando un sedán en el medio del convoy. El vehículo fue construido según especificaciones militares; su motor de alta potencia emitía un zumbido suave y constante.

Estaba cubierto con una aleación de alto rendimiento. Si se miraba de cerca, se podían ver patrones en espiral en el parabrisas que lo hacían a prueba de balas. Este vehículo no tenía matrícula ni insignia militar. Este convoy inevitablemente causó sospecha. ¿Cómo demonios surgió este convoy de la ciudad altamente segura?

Tras una hora, el convoy entró en un ordinario edificio amarillo en algún lugar del campo de la ciudad. Cuatro soldados con uniformes de camuflaje iban delante, indicando al convoy que iban a pasar por controles de seguridad. Cuando las puertas del coche en la avanazada se abrieron, un joven de traje negro salió y entregó al soldado una tarjeta rojo oscuro. Después de que el soldado inspeccionase la tarjeta por un rato, dijo suavemente:

-Necesito la aprobación de mis superiores.

El hombre de traje negro frunció el ceño y lució un poco molesto, mientras murmuraba:

-La firma del General Jin está en la tarjeta, ¿de quién necesitas aprobación?

El soldado no mostró signos de emoción alguna cuando respondió:

-Comandante, los superiores dieron sus órdenes justo ahora. A menos que el líder de estado venga en persona, a nadie se le permite la entrada en esta instalación militar a menos que tengan el permiso tanto del

General Jin como del Señor Zhang, Jefe de Personal.

-Tú...

-Li Yang.

Una profunda voz de repente emergió del vehículo tras él. Uno de los coches negros avanzó lentamente. El conductor bajó las ventanillas y tras ellas estaba una anciana y arrugada cara. El soldado quedó atónito. Se puso inmediatamente de pie mientras ofrecía un saludo.

-¡General, Señor!

El General Jin asintió inconscientemente y preguntó:

-¿Podemos entrar ahora?

El soldado hizo una pausa y dijo:

-Señor, el Jefe Zhang ha ordenado que no hay movimiento de vehículos en el campamento, solo se puede ir a pie.

El General Jin frunció el ceño, mientras palmeaba la pierna y preguntaba:

-¿Incluso yo tengo que caminar?

Pareciendo cada vez más incómodo con la situación, el soldado miró dentro del automóvil para echar un vistazo a la pierna lesionada del General. Aun así, dijo emocionalmente:

-Lo siento señor, son órdenes de los superiores. ¡Nadie puede ir en vehículos, solo se permite ir a pie!

Li Yang estaba furioso, con su cara encarnada.

El General Jin gentilmente apartó al soldado y se giró hacia Li Yang.

-Li Yang, ve por tu cuenta. Trae mis documentos, y al Agente 005 sano y salvo. No podemos soportar sufrir una pérdida con la que tuvimos con el Agente 003. Esos agentes son todos tesoros del imperio.

-Instruyó.

Li Yang se congeló, mirando a este exhausto y envejecido superior. Respetuosamente hizo un saludo.

La Leyenda de Chu Qiao (Extendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora