En el estrecho y oscuro cuarto, los gritos alarmantes de la joven despertaron a Liang Shaoqing. El joven se arrastró hasta el lado de Chu Qiao, preguntando nerviosamente con preocupación:
—¿Estás despierta? ¿Estás bien?
Chu Qiao frunció el ceño, abriendo los ojos con gran fuerza de voluntad. Su trance duró menos
de un segundo, antes de que ella soltara un chasquido:
—Estúpido ratón de biblioteca. Estas presionando en mi hombro.
—¡Ah! —Liang Shaoqing se sorprendió. Saltó hacia atrás en un movimiento exagerado. Había reabierto su herida, que comenzó a sangrar de nuevo—. ¡Lo siento! ¿Estás bien? ¿Morirás?
Chu Qiao se lo quedó mirando impacientemente, frunciendo el ceño con fuerza. Trató de resistir la oleada de dolor que venía de su costilla izquierda. Había atravesado las vicisitudes de la vida pero había fallado en el obstáculo que menos esperaba. Estaba indudablemente frustrada. Afortunadamente, las heridas en su costilla izquierda y hombro no eran tan profundas como para ser fatales. Sin embargo, si ella se quedaba en este lugar sucio de esclavos sin recibir tratamiento, estaría en problemas serios. Miró alrededor de la estrecha celda, donde un humano no podría ponerse siquiera de pie. Un haz de luz estrecho brillaba desde la parte superior. Chu Qiao sabía que los dos habían sido encerrados en una prisión subterránea, habiéndose considerado personas peligrosas.
En este momento, se oyeron cerraduras abriéndose. Dos hombres vestidos de marrón entraron con pequeños pasos. Llevaban látigos tan anchos como un pulgar. Con voz ronca, dijeron:
—¡Inútiles criaturas! ¡Levantaros!
Liang Shaoqing estaba asustado, sus manos y piernas temblando. El erudito que había vivido en lujos todos estos años, había decidido dejar su tierra natal e ir a Tang Jing por pasión. Sin embargo, había acabado en este estado. En el pasado, nunca habría comprendido las inimaginables maldades de este mundo. A pesar de esto, el tímido gusano de biblioteca ante Chu Qiao, desafiante, dijo:
—¿Qué-Qué estáis tratando de hacer? Cuando salga, os reportaré a los oficiales por forzarnos a ser esclavos, por asalto de nobles, por no respetar el estatus, por rudeza, por…
Con un swoosh, un látigo aterrizó en el brazo de Liang Shaoqing. El erudito tenía algo de agallas. Con un gruñido, mantuvo su mirada desafiante, sin moverse una pulgada.
—¡Inútil criatura! ¿Aun tratas de resistirte incluso aunque estás aquí? Si continuas soltando estupideces, te llenaré la boca de mierda, ¡y veremos si aun quieres hablar! ¡Joder!
El hombre continuó golpeando, pero sus frustraciones no desaparecieron. Hizo chasquear su látigo de nuevo, pero antes de que golpeara a Liang Shaoqing, Chu Qiao reaccionó para interceptar el movimiento del látigo agarrándolo por el mango. El hombre se enfureció, tratando de golpearla dos veces, pero fue en vano.
Alimentado por la rabia, trató de quitarle el látigo de las manos. Sin embargo, Chu Qiao soltó el látigo. El hombre cayó hacia atrás, golpeando con fuerza su cabeza contra la pared de ladrillo.
—Cada persona tiene sus altibajos. Es mejor tener una ruta de escape cuando te encargas de algo. —
La cara de Chu Qiao estaba pálida, pero mantuvo su tono frío.El hombre, que había aterrizado patéticamente en el suelo, se puso de nuevo en pie y se lanzó hacia Chu Qiao con un grito de guerra. Apenas había dado dos pasos antes de detenerse. Aunque Chu Qiao era joven, exudaba una calma poco acorde a su edad. Era diferente comparada con el erudito, que había amenazado ruidosamente con reportar el asunto a las autoridades.
—Gusano de biblioteca, levántame.
Liang Shaoqing estaba atónito.
—¿Levantar? ¿A dónde?
Chu Qiao se lo quedó mirando, frustrada. Junto con el hecho de que estaba herida, no explicó más.
Intentó ponerse de pie con la ayuda de la pared. Liang Shaoqing, testigo de esto, la ayudó a levantarse de la mano apresuradamente.
—Este hermanito sabe qué es lo mejor. Quinto Hermano, déjales cambiarse. Estamos abiertos a negociar.
El atuendo de esclavo no era más que una pieza de ropa con un agujero en el medio, que actuaba como cuello. Las cuerdas lo sujetaban a los lados, formando un conjunto. La parte delantera y trasera tenían una gran palabra impresa, que decía “Esclavo”.
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La Leyenda de Chu Qiao (Extendida)
RandomChu Qiao era conocida como la Agente 005 dentro de la 11ª División del Servicio Secreto en su vida anterior. Fue encerrada en la prisión del Servicio Secreto, pero tras lograr salir con éxito de la prisión, sacrificó su vida valientemente para prese...