La niebla nocturna nubló su visión del futuro, mientras el desconocido camino de montaña se extendía aparentemente infinita. Li Ce con cuidado siguió a la muchacha. Habiendo raramente experimentado tales crudezas, el Príncipe de Tang depresivamente frunció el ceño.
—¿El Emperador Xia enviará hombres a salvaros?
La muchacha no respondió. Li Ce no había esperado una respuesta de todos modos, así que en un momento, empezó a quejarse de cómo la baja temperatura de las tierras altas no era lugar para vivir.
—Lo harán. —Una respuesta baja pero firme sonó.
Li Ce, atónito, ladeó su cabeza con escepticismo.
—¿Qué dijiste?
Esa gente no la habían reconocido, así que definitivamente no eran de Da Tong. Si fuera el caso, Yan Xun definitivamente estaría de camino a salvarla.
—Definitivamente lo harán. —Chu Qiao replicó en voz baja. Su mirada era firme, con un cierto brillo en los ojos.
Continuaron por el camino de montaña hasta que llegaron a un lago.
—¡Li Ce! —Una crispante voz de una joven reverberó por el lago.
—Qiao Qiao, aún estoy aquí. —El hombre se puso en pie, felizmente agitando el brazo, y observó a Chu Qiao rápidamente yendo hacia él. Echando una mirada tras ella, él habló—: ¿Te encargaste de todos ya?
Chu Qiao permaneció callada y se acercó a la orilla del lago. Con sus manos, tomó un poco de agua y la bebió.
—¡Qiao Qiao, eso fue increíble! —Li Ce felizmente se acercó a ella—. ¿Vamos a encontrarnos con más?
Chu Qiao frunció el ceño. Li Ce retrocedió levemente y momentáneamente estuvo descolocado. Él explicó:
—Es solo que siente que sería más fácil escapar si los matamos a todos.
La joven alzó un dedo y lo agitó lentamente adelante y atrás. Con voz profunda, dijo:
—Primero, solo yo hago el trabajo, no los dos. Segundo, hay cientos de enemigos, ¿cómo crees que puedo matarlos? Si sigues como hasta ahora, gritando cuando ves un ratón, tarde o temprano me matarán. No me culpes por no advertirte de antemano, pero cuando haya retirada, estaré muy feliz de dártela para seguir viva.
Li Ce se enfurruñó como si estuviera realmente triste y tiró de la ropa de Chu Qiao.
—Qiao Qiao, no seas tan fría.
Chu Qiao gruñó, haciendo que Li Ce rápidamente enderezó la espalda, solo para ver el lugar donde estaba saliendo sangre fresca que se filtraba de allí. Era aparentemente una herida fresca. Chu Qiao frunció el ceño y la comprobó, solo para encontrar una flecha en su costilla izquierda. La herida no era grande, pero sangraba constantemente y el dolor era insoportable. Era sorprendente que tal herida hubiera escapado a su detección.
—Qiao Qiao, has sido herida de nuevo. ¿Estás bien? Debes descansar. —Li Ce frunció el ceño también y dijo preocupado.
Chu Qiao presionó la herida, cerró los ojos y se apoyó en el árbol. Tranquilamente dijo:
—Ayúdame a vendarla.
—¿Qué?
—¡Ayúdame a vendarla! —Su voz se volvió aguda.
Sorprendido, Li Ce asintió histéricamente y torpemente se arrancó un pedazo de tela. Levantó su ropa para revelar una piel suave y sedosa que había sido teñida de un brillante color carmesí. La punta de flecha estaba profundamente enterrada debajo de la piel de la costilla izquierda, con dos lados hinchados y rojos. Li Ce agarró la flecha rota y advirtió severamente:
—Qiao Qiao, si te duele, solo grita o muérdeme.
Chu Qiao cerró los ojos y cogió una gran bocanada de aire, pero no habló.
La cara de Li Ce mostró un raro brillo de seriedad mientras agarraba la flecha y tiraba de ella. Con un leve movimiento, ¡la arrancó! La sangre brotó. Li Ce firmemente cubrió la herida. Chu Qiao gruñó de dolor y cayó hacia delante. Li Ce estiró su otra mano para atraparla mientras caía.
—¿Qiao Qiao? ¿Estás bien? —Perturbado, Li Ce preguntó ansiosamente.
—No moriré aun. —Su ronca voz gradualmente alcanzó al hombre. La muchacha respiró hondo y apoyó su barbilla en el hombro de él. Li Ce soltó un suspiro de alivio mientras procedía a vendar su herida. En la oscuridad de la noche, su cuerpo era como hielo. De repente Li Ce cayó en la cuenta que la chica ante él ya no podría luchar, ni siquiera una batalla más.
Sin embargo, en este momento crítico, pasos apurados sonaron desde lejos. El dúo al instante se tensó y se enderezó. Sus caras estaban serias, mientras su aguda mirada observaba sus alrededores.
—¿Qué debería hacer? —Chu Qiao frunció el ceño profundamente.
Ella ya había perdido todo el potencial de lucha. El olor a sangre era tan pesado que esperar aquí conduciría a una muerte segura. La única salida era derribar a Li Ce y usar su disfraz para crear un desastre, de modo que pudiera escapar. Su mirada se desvió gradualmente hacia el hombre sentado a su lado, solo para ver su rostro lleno de una solemnidad y una severidad excepcionalmente vistas. Ella no era una santa, pero salvar a la gente también debe estar dentro de su capacidad. Cuando la ayuda comenzó a invadir su seguridad, cualquier persona inteligente sabría qué hacer.
Además, con la muerte de Li Ce, Yan Xun obtendría una gran ventaja. Debería haber sabido qué hacer, debería haber sabido qué hacer y debería hacerlo como tal. Tenía una carga aún más pesada sobre sus hombros ya que había personas esperándola. Su vida aún era preciosa y no era algo que pudiera abandonar fácilmente. Sus pesados dedos buscaron la daga atada a sus muslos, y se preparó para la acción.
—¡Qiao Qiao! —Li Ce de repente se giró. Con sobriedad, explicó calmadamente—: Trataré de distraer a esa gente, deberías aprovechar para huir. ¡Debes tener cuidado!
Chu Qiao estaba atónita y sus ojos se ensancharon. Li Ce se sacó el abrigo y cubrió con él a Chu Qiao.
Sacando un cilindro metálico de su cintura, se lo tendió y dijo:
—No sé artes marciales, así que mi Padre me hizo esta arma de autoprotección. Si pulsas el gatillo, cincuenta agujas serán disparadas, cada una con un potente veneno. Esto puede dispararse tres veces. Guárdalo.
Podría salvarte la vida en caso de necesitarlo.
Aun atónita, Chu Qiao tomó el cilindro metálico, sus cejas aun fruncidas. Incapaz de comprender qué había pasado, miró a Li Ce, como si analizara su cerebro para descubrir sus verdaderas intenciones.
—Jaja, ¿de repente te has enamorado de mí? —Li Ce de repente mostró una sonrisa, exponiendo sus prístinos blancos dientes. Le palmeó el hombro—. No te preocupes, cuando vuelvas a Zhen Huang, aun tendrás una oportunidad.
—¡Li Ce! Guárdalo, no lo necesitaré. —Lo contuvo y trató de devolverle el arma.
—Tampoco lo necesito. En realidad, no sé usarlo. Al oír cuan temible es, no puedo evitar imaginar que me disparé accidentalmente. ¿No acabaría simplemente conmigo? Puedes guardarlo y probarlo. Si es realmente bueno, obtendré otro cuando regrese.
Chu Qiao se mordió el labio. Finalmente soltando su mano, respondió:
—Ten cuidado.
Li Ce sonrió.
—Y tú. ¡Aun espero aprender artes marciales de ti cuando regresemos! Chu Qiao asintió.
El hombre se puso en pie. Apartando torpemente el espinoso crecimiento excesivo, caminó hacia la dirección de los pasos.
—¡Oi! ¡Toma un arma!
Li Ce ni siquiera se giró y casualmente se despidió. Bajo el suave brillo de la luz lunar, ella vio un pedazo de roca desigual que estaba cubierto de sangre en sus manos. Su ropa hecha jirones, sus pasos desiguales, no quedaba el menor rastro de la elegancia del Príncipe de Tang en él. De hecho, era más como un mendigo. Mientras Chu Qiao se quedó mirando su silueta, la mano que sujetaba la daga perdió agarre.
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La Leyenda de Chu Qiao (Extendida)
AcakChu Qiao era conocida como la Agente 005 dentro de la 11ª División del Servicio Secreto en su vida anterior. Fue encerrada en la prisión del Servicio Secreto, pero tras lograr salir con éxito de la prisión, sacrificó su vida valientemente para prese...