Cuarentayseis

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Un chico con ojos color olivo se encontraba en la biblioteca de la preparatoria con más de trece libros a su alrededor.

La maldita hipótesis era para mañana y todavía no sabía ni siquiera lo que era un átomo.

Cansado, soltó un suspiro frustrado y frotó sus manos en su rostro para tratar de despertarse.

Bien Camilo, tú puedes hacerlo. Solo 14583 palabras más...

Durante todo el día había invertido el tiempo en su trabajo de ciencias. Esperaba aprobarlo para así tener su tiempo libre en poder dormir y comer.

Se levantó de su asiento al ver que había avanzado lo suficiente y llevó consigo 5 libros en sus manos para dejarlos en su lugar, pues ya no los necesitaba.

Con pasos lentos y un poco torpes, se dirigió a la sección de ciencias de donde había sacado los libros.

—¡HOLA!

—AAAAAH.

Camilo se sobresaltó por el grito en su oído dejando caer todos los libros al suelo, con sus hojas maltratándose. Gritó y trató de ver al causante de todo.

—Tú...

Zabdiel rió nervioso rascándose la nuca— Lo siento...— se agachó y corrigió las hojas que se encontraban dobladas.

Levantó los cinco libros como si no pasara nada y los acomodó en sus respectivos lugares por Camilo.

—¿Qué haces aquí bastado?— preguntó el ojiolivo con el ceño fruncido.

—Yo... vine personalmente a disculparme... p-por decirte demente y... por golpearte con el balón. Soy un poco torpe.

—Já. ¿Poco?— le miró burlesco.

La señora de la biblioteca hizo un sonoro "SSSHHHH" callando a los chicos quienes se encogieron por lo intimidante que lograba ser esa vieja castrosa, según Camilo.

—B-bueno...

—Tengo trabajo que hacer. Espero NO vernos luego.

Camilo se dio la vuelta y caminó a la mesa en la que estaba hace minutos, dejando estupefacto a Zabdiel en la sección de libros de ciencia.

Zabdiel le siguió con pasos apresurados tratando de alcanzarlo.

Camilo enarcó una ceja al ver al chico torpe sentado junto a él, dándole una sonrisa.

—¿Ahora qué?

—Ese no es el número anatómico del Bromo.

Camilo abrió los ojos desmesuradamente y vio sus hojas con nervios— ¿No...?

—No.

—¿Por qué debería creerte escoria?

—Porque soy inteligente— tomó en sus manos el largo ensayo del ojiolivo y comenzó a leerlo— Te complicas demasiado, ¿sabes que esto lo puedes buscar en la tabla periódica?

Camilo bufó y desvío la mirada con un mohín y sus brazos cruzados.

Zabdiel sonrió ante la enternecedora acción y comenzó a ayudarle al chico con su ensayo.

Camilo jamás pensó que acabaría más rápido de lo que creía su trabajo, mucho menos que terminaria riendo y hablando en un café con aquel torpe que le dio un balonazo.



Pollito (Chriserick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora