Pollito (Chriserick)

Cientodiecinueve

20, diciembre

—¡C-Con cuidado Christopher!

—Ugh. ¡Pon la maldita estrella de una vez! No te va a pasar nada, pollito.

Erick rápidamente colocó la estrella en la punta del árbol, para después ser bajado de los brazos de Christopher, pues este lo cargaba para que pudiera alcanzar.

Ambos se alejaron lo suficiente para poder admirar su obra maestra.

—Es muy bonito— habló el ojimiel viendo el árbol navideño ya decorado con muchas esferas, flores artificiales y demás adornos.

—¡Hay que encenderlo!

Erick corrió hacia la conexión y la conectó. Viendo al instante como las luces se encendían dándole más vida al árbol.

Se tiraron en el suelo exhaustos, pues ellos se habían encargado de toda la decoración mientras que la Sr. Yenny arreglaba las cosas arriba, pues ese día iría a visitar a la abuela de Christopher, quien vivía en una ciudad cercana.

La decoración era en variadas tonalidades, pero el color principal era el rojo y el dorado, dándole un aura festiva y alegre.

La chimenea que se tenía en la sala estaba prendida, y arriba de esta habían cuatro botas colgadas, de las cuales dos eran de la señora y señor Vélez y las otras eran de Christopher y Erick.

El piso había sido alfombrado de color rojo, y la cocina había sido decorada de igual manera.

—En cinco días es navidad.

—Ha pasado muy rápido el tiempo.

—Parece que fue ayer cuando te lancé un zapato a la cara— ambos rieron, recordando la primera vez que Erick entró al departamento.

—¡Tu cuarto era un desastre!

Christopher rió y negó divertido— Yo era un desastre. Gran parte del cambio, a decir verdad, te lo debo a ti, pollito.

Erick sonrió sonrojado y se volteó seguido del castaño, teniéndose ahora ambos frente a frente y mirándose a los ojos, transmitiéndose todo, pero a la vez nada.

—Ay cariño, sube y ayuda a tu desamparada madre con sus maletas.

El castaño y el ojiverde se levantaron y subieron las escaleras, bajando las dos maletas que llevaban los padres de Christopher.

—¿Usted también irá, Sr. Vélez?

—No tengo de otra... Iré con el que fue mi martirio durante años.

La mujer pelinegra dio un pellizco a su esposo, mirándole desaprobatoriamente.

—Chicos, el cuarto por fin está limpio, ya pueden llevar todas sus cosas ahí y dejar de dormir en el sillón— la Sr. Yenny se miraba en el espejo, arreglando su cabello y maquillaje.

—Amor, eres hermosa. Serás la envidia de todos. Ya es hora de irnos.

Erick sintió algo en su pecho que lo conmovió demasiado. El matrimonio de los padres de Christopher le habían devuelto la esperanza en el amor. Ver cómo el Sr. Vélez ayudaba en lo que fuera a su esposa, ya fuera cocinando, limpiando e incluso arreglándose, era algo que le causaba mucho deseo de tener a alguien con quien hacer todo eso.

—Nos vemos para antes de Noche Buena muchachos— dijo la mujer salido junto a su esposo—¡Cuídense! Si saben a lo que me refiero...

Los ojos del castaño y del menor se abrieron en demasía.

—¡MAMÁ!