Pollito (Chriserick)

Treintaysiete

El bosque estaba alumbrado gracias a los postes de la luz que había en este, dando un toque siniestro para Erick; las pesadillas habían sido constantes.

Aliens, más que nada.

Erick movió su cabeza en negativa, tratando de sacar esos recuerdos y tomar las fotografías que necesitaba. Ambos chicos caminaban mirando el paisaje, era un muy bonito bosque, cuidado y con mucha flora.

Erick divisó una pequeña colina, la cual apuntó con su dedo llamando la atención del mayor.

-¡Chris, ahí se debe de ver mejor! ¡Vamos!

El ojiverde tomó la mano del contrario, arrástrandolo a esa colina. Christopher al sentir el tacto de la mano del menor con la suya se sonrojó efusivamente, desviando la mirada para ocultarlo.

Llegaron a la colina y Erick acomodó la sábana en el césped para poder sentarse. Se sentaron y comenzaron a comer lo que había en la mochila del menor.

-Esto parece una cita.

Erick se atragantó con el pedazo de sándwich que tenía en la boca- El cielo nos citó para tomarle fotografías en su más grande esplendor.

Christopher sonrió al escuchar las palabras del menor, le agradaba como Erick describía cada una de las cosas por más pequeña e insignificante que sea, como si fuera lo mejor del mundo.

-Pollito, iré al baño. No tardaré.

Erick asintió y vio como el cuerpo de Christopher se alejaba cada vez más.

Subió su mirada y vio el hermoso cielo bañado en estrellas resplandecientes, ayudando a iluminar la calmada noche que hacía. La luna llena brillaba como nunca lo había hecho, viendo la ingenuidad y temor de esos dos chicos que yacían en la colina del bosque; esperando que pronto hagan el debido cometido.

Erick agarró la cámara y comenzó a ver fotografías, muchas eran con su mejor amigo o familiares, algunas otras con Camilo, pues se había convertido en un gran amigo para Yoandri y él.

La última foto llegó y una automática sonrisa apareció en sus labios. Sus ojos le brillaron, sus mejillas se tornaron de color rosado y no pudo evitar rodar en la sábana mientras tenía su vista en aquella bonita foto de un calmado castaño.

Bonito.

Cada vez se acercaban más a ellos mismos, y no se daban cuenta de nada.