Extra 3

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Erick entró al departamento y se apoyó en la puerta para cerrarla. Dio un muy cansado suspiro y se limpió la frente, la cual tenía un rastro de sudor así como todo su cuerpo.

Con pasos lentos por el cansancio, dejó el enorme bolso en el que guardaba su ropa, cables y zapatillas para la hora de dar las clases de baile, en la mini mesa que tenían frete a los sillones y televisión.

Se apoyó en la mesa del comedor con las dos palmas de sus manos, suspirando mientras cerraba sus ojos, de verdad que esa coreografía le había cansado.

—Hola pollito.

El ojiverde sonrió al escuchar el signi- ficativo apodo y al sentir unas manos posarse en su cintura; sin embargo, al caer en cuenta en las condiciones que estaba se alejó rápidamente del mayor.

—¡No, Chris! ¡Estoy sudado! Necesito un baño...

El castaño sonrió pícaramente, atrayendo al menor a su cuerpo, pegándolo a él.

—Bebé... ¿Y si ahorramos agua?

Una coqueta sonrisa se coló en el los labios del menor, quien comenzó un apasionado beso con el pálido, ambos sintiendo sus lenguas y la dulzura del contacto de ambos labios.

————

—¿Cómo te fue en el trabajo?

—Bien, por fin terminamos los planos del nuevo proyecto.

—Oh, eso es bue...- ¡Auch! ¡Chris!

Christopher apretó los labios tratando que no se le escape una carcajada, echando agua en el ojo de Erick, pues le había caído a uno de sus ojos un poco de shampoo que él le ponía en el cabello.

—Perdón, mi amor— dijo el ojimiel, dejando un poco en el puchero que tenía Erick en su boca.

Ambos se encontraban recostados en la tina de baño, la cual estaba llena de agua caliente. Christopher tenía abrazado a Erick, quien estaba apoyando su espalda en el pálido torso de su pareja.

El castaño comenzó a dar suaves mimos y caricias en el cabello de Erick con el shampoo, y este respondía con suaves ronroneos.

El ojiverde por mientras, jugaba con las burbujas que se habían creado en la tina, aventándolas al aire, viendo como estas flotaban.

Y Christopher no pudo evitar enamorarse cada vez más, como cada día que pasaba.

Al terminar el mayor de enjuagar el negro cabello del menor, tomó sin brusquedad su mentón, haciendo voltear su cabeza hacia él para dejar besos sonoros en sus mejillas.

Erick sacó una risita que deleitó los oídos del mayor. El menor se volteó y se sentó a horcajadas del ojimiel, tomando el shampoo y esparciéndolo en los cabellos de Christopher.

—Yo también quiero lavarte el pelo, gatito.

Christopher no hizo más que sonreír con dulzura y dejar a Erick hacer lo suyo.

Ya se había acostumbrado a ese "tonto" apodo tanto que al resignarse terminó gustándole como se escuchaba de los labios del menor.

Porque por Erick, incluso podría mandar a la mismísima mierda su intocable e inalcanzable rudeza.

Este daba mimos en el cabello y en veces jugaba con el, haciendo peinados extraños y divertidos.

Pollito (Chriserick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora