Noventaydos

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El ojimiel cerró la puerta detrás de si, cayendo después al suelo frente a esta.

Sus rodillas se encuentraban abrazadas por sus brazos y su mentón apoyado en ellas, teniendo su mirada fija en la alfombra del suelo.

«—¡Pero no somos nada!»

Aquel malestar no se iba de su corazón, las palabras le habían causado una fuerte reacción que sinceramente, esperaba evitar.

De que te quejas, si es la verdad.

¿Duele?

Y odiaba el hecho de que aquel chico ojiverde se haya metido en su corazón tan profundamente.

Pero más odiba no saber que hacer para decirle como se sentía por él.

No podía creerlo, él nunca había sido inseguro. Siempre era directo con todas las personas que se le atravesara.

Y es que Erick siempre era la excepción.

Se levantó y fue directo a su cama, donde se recostó mientras se tapaba hasta el cuello, una fuerte tormenta se avecinaba y el frío se metía a su cuarto desde su ventana, la cual se encuentraba medio abierta.

Se colocó los audífonos, sumiendo su vista en la ventana, donde se veía el cielo completamente negro a punto de caer en relámpagos.

La tonada de la primera canción se escuchó, haciendo jadear a Christopher de ironía.

Perfecto, Sam Smith para caer más en la depresión que tengo.

Pollito (Chriserick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora