Ochentayuno

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Los ojos de Christopher se abrieron como dos platos al ver lo que pasaba en su departamento.

«Ayuda» Fue lo que alcanzó a entender por las palabras mudas de Yoandri, quien tenía una cara avergonzada.

El ojimiel se adentró al departamento, viendo como Erick seguía moviendo su trasero a la par del ritmo de la extraña canción.

—Yoandri puedes irte, me encargaré de este borracho.

El peliverde sonrió y le deseo suerte a Christopher.

Y vaya que la voy a necesitar.

Christopher se dirigió hacia la bocina y la apagó, llamando por fin la atención del ojiverde quien lo veía con el ceño fruncido.

—T-tu maldito...

—Si, si. ¿De nuevo tomando mis botellas? creí que estaban tiradas ya.

Y Erick cayó al suelo estampándose con el piso, demayandose por todo el alcohol que había consumido.

El castaño suspiró, divertido y preocupado por lo tomador que podía llegar a ser Erick en ocasiones.

Se acercó al chico que balbuceaba cosas sin sentido y lo cargó en forma nupcial, viendo como su cabeza caía hacia atrás mientras se reía.

—Ahh, Christopher, Chris, Christophersito. Mi bonito Chris.

El castaño no pudo evitar sonrojarse ante aquellos llamados del menor, quien picoteaba una de sus mejillas con su dedo índice mientras le llamaba en tiernos y silenciosos "Chris".

Christopher llegó a la habitación del pelinegro y lo dejó recostado en su cama. Quitó sus zapatos y desprendió su camisa, observando como todo su  torso se encontraba sudado.

Con vergüenza se dirigió hacia el close y del menor y sacó una camisa más cómoda, poniéndosela después con dificultad al chico, que se encuentraba balbuceando palabras.

—Chri'

El contrario tarareó su respuesta en afirmación, dándole a entender que lo escuchaba.

Llegó la parte más esperada y temida por el mayor.

Los pantalones.

Titubiando si dejarle esos pantalones de mezclilla, se puso a pensar que tan malo sería hacer eso.

Lucirás como un pervertido.

Pero tendrá calor— El ojimiel lo observó mientras se mordía una uña, no teniendo claras sus ideas.

Sin vacilar más le quitó de un tirón los pantalones y rápidamente sacó unos shorts del closet, poniéndoselos también al instante.

Dejó salir un suspiro que no sabía que retenía, sintiéndose más aliviado.

Sin nada más que hacer, abrió el pomo de la puerta para salir de ahí y dejar a Erick descansar.

Hasta que el menor le llamó en susurros.

—Chri'... Christopher, n-no te vayas. Tu no.

El castaño tragó saliva y se acercó al chico que estaba medio dormido, incándose frente a este.

—¿Qué pasa pollito?

—N-no te vayas...

Y solo ese pedido bastó para que Christopher se recostara a su lado, teniéndolo abrazado mientras sus piernas se entrelazaban.

En ese momento Christopher comprendió que no podía imaginar a alguien haciéndolo sonreír como Erick lo hacía, y que no quería imaginar a alguien estando con Erick aparte de él.

Pollito (Chriserick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora