Treintaycinco

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Erick había terminado toda su jornada de trabajo, había sido pesado, pero lo disfruto.

Sin embargo, había un pequeño detalle que no entendía del todo.

Christopher se quedó con él desde que  empezó hasta que terminó.

¿Por qué?

El pelinegro se cambió a su ropa habitual y guardó el traje en el casillero que se le proporciono. Cerró con llave y salió del lugar.

Christopher apoyaba sus brazos en el manubrio, en esto su cabeza estaba apoyada de lado, dejando a Erick ver como la mejilla del mayor era aplastada por uno de sus brazos, haciendo que sus labios estén un poco abultados y su ojo se haga más chiquito. La mirada del mayor estaba puesta en las callesz veía como los coches pasaban alumbrando con sus luces la noche.

El cabello castaño del chico estaba alborotado, tapando su frente. Erick llegó a tocarlo, y podría jurar que fue una de las mejores sensaciones que pudo haber sentido.

La calma que mostraba Christopher en esa posición le transmitía un sentimiento extraño para el menor, la mayor parte del tiempo se molestaba o peleaban; pero el verlo de esa manera, le resultaba...

Adorable.

Erick frunció el ceño y dejó de analizar cada parte de su compañero de cuarto. Se encaminó hasta quedar al lado de él.

—Aún no entiendo porque te quedaste.

Christopher levantó la vista, viendo a Erick cambiado sin ese traje que mostraba su trasero.

—Ya te lo dije pollito. No tenía nada que hacer...

Mentira.

Erick asintió con la cabeza y comenzó a caminar en dirección opuesta a la del ojimiel. Este frunció el ceño y le  chifló.

—¿A dónde vas? te llevaré yo— el mayor encendió el motor, lanzándole el casco a Erick.

El ojiverde negó repetidas veces, un escalofrío había recorrido su espina dorsal— N-nunca me he subido en eso...

—Oh, pollito— Christopher se acerco al contrario y le apretujó una de sus mejillas— ¿Tienes miedo?

—¡Ya!

El mayor río L ver con un color rojo se propaga a por todo el rostro de Erick— Estarás bien, por eso te di el único casco que tengo. Yo te cuidaré.

El castaño tomó la mano de el más bajo y la enlazó involuntariamente, como si su cuerpo supiera que ese acto era el correcto.

Ambos subieron y Erick se puso el casco.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

El motor se escucho de nuevo, acto que hizo a el ojiverde dar un brinco asustado.

Christopher volteó a verlo y sonrió.

—Tienes que agarrarme fuerte pollito.

Erick asintió y lo agarró de su estómago, pegando la mejilla derecha a la espalda del mayor y haciendo un puchero por el miedo que trataba de alejar.

Christopher arrancó y fueron en dirección a su departamento.

El tener a Erick detrás suyo, abrazandolo le había hecho sentir muchas cosas.

Cálido.


Pollito (Chriserick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora